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jueves, 17 de diciembre de 2015

¡Mañana llega la Primavera!


Mi cacao con leche esperaba humeante sobre la mesa de la cocina y mamá presurosa me animaba a darme prisa.
-¡Péinate!
-¡Ponte bien los zapatos!
Miré a mis pies, y les vi más extraños que otras veces, las puntas de mis zapatos, se desviaban hacia los lados externos. Junté mis pies, y… en vez de unirse, parecían repelerse y querer distanciarse por las punteras. las puntas de los zapatos, se alejaban la una de la otra, mientas los talones, permanecían como siempre, juntos y unidos.
¡Qué extraño!
Pensé…
¿Se habrían enfadado mis zapatos, e intentaban apartarse el uno del otro?
Les observé perpleja sin saber qué les podría haber pasado.
Mamá me sacó del ensimismamiento, y también de mis dudas en un instante.
-¡Ana!
-¡Tienes los zapatos del revés!
-¡Pon bien los zapatos, Ana!
Ordenó mamá.
Me alegré de que no les ocurriese nada malo a mis zapatos, no me gustaría… ¡Nada! Que se hubiesen enfadado.
Les regañé por traviesos y cambiarse de pie, aunque enseguida les dije:
-¡No pasa nada! Sé que no lo volveréis a hacer. No quiero veros tristes ¿Vale?
Les perdoné.
Me gusta verles contentos, saltando y corriendo conmigo y también, haciendo resbalones por el pasillo de casa.
Aunque… Recuerdo el primer día que me los puse, no se portaron demasiado bien conmigo, pues me hicieron unas rozaduras muy incómodas y dolorosas en los talones.
Mamá me colocó unas tiritas. Dos en cada pie para proteger mi piel del roce con el zapato.
-¡Ana!
Gritó mamá desde la cocina, con ese grito que conozco tan bien y que quiere decir exactamente esto:
“Me estás hartando Ana, y como grite otra vez… “
Decidí, tras la advertencia, darme toda la prisa posible y hasta la imposible, también.
Me cambié de pie los zapatos en un “pis, pas” y esta vez, vi cómo volvían a unirse en las puntas y cómo volvían a ser amigos. Corrí hacia la cocina a disfrutar de mi leche con cacao que tanto me gusta y que ya había dejado de humear. Se hallaba a esa temperatura calentita, pero no “quemona”.
Ese es el punto de calor que me gusta. ¡Caliente y sin quemar! ¡Bien!
-¡Ana, no te manches, pon atención a lo que estás haciendo!
Como siempre, mamá interrumpió mis pensamientos que se encontraban perdidos en el aire, mientras miraba el tapete de la mesa que había puesto hoy mamá y en el que había dibujada una niña caminando hacia una montaña nevada. Le acompañaba, un lémur de cola anillada al que había subido a su hombro, para que no se cansara. La montaña, estaba tan lejos…
Qué bonito dibujo, siempre que mamá lo extiende en la mesa, pienso que soy yo quien tiene la suerte de ser la amiga preferida de un lémur cola anillada.
-¡Vamos Ana, que ya es tarde!
Corrí a recoger mi mochila del colegio y entonces, me di cuenta de que había dejado sobre mi cama, el libro de Naturales. Volví a correr hacia mi habitación, cogí el libro y lo llevé en mi mano hasta llegar al coche de mamá.
-¡Abróchate el cinturón Ana!
Ordenó mamá.
-¡Ya lo he abrochado mamá!
-¿Sabes Ana? Mañana llega la primavera.
Qué extraño, esta misma mañana, he vuelto a leer mi lección de Naturales y… la señorita ayer, nos habló de que hoy, es el último día de otoño y que mañana llega el invierno…
Creo que mi mamá (aunque es muy lista) no sabe que mañana lo que llega es el invierno.
 -¡Mamá!
-¿Dime Ana?
Casi no me atreví a decir nada…
-¡Mamá!
-Te escucho Ana, dime.
-¿Estás segura de que llega la primavera mañana?
-¡Pues claro!
-¡Mañana iremos a la estación a buscarla!
Me quedé callada.
Miré por la ventanilla en busca de flores, en los jardines por los que pasábamos.
Nos paramos en un semáforo que se había puesto en color rojo, y cuando un semáforo se pone en rojo, hay que parar y esperar a que se vuelva a poner de color verde.
Yo siempre aviso a mamá:
-¡Ya! Mamá, ¡Verde!
Pero esta vez, no le dije nada, busqué con la mirada en la rotonda, que tenía delante de mis ojos por ver si había florecido alguna flor entre las hierbas… No encontré ninguna.
-¡No me has avisado, Ana!
-¿Qué le ocurre a mi niña?
Preguntó mamá
-¡No hay flores! Mamá.
Contesté.
-No pasa nada, cariño. Ya las habrá.
Volví la cabeza y vislumbré una larga fila de árboles calvos, sin un único pelo-hoja con el que guarecerse del frío helado que había convertido en escarcha al rocío.
Pensé en las ganas que tenía de pisar escarcha y escuchar su  ¡CRAS! ¡CRAS! ¡CRAS! Bajo mis zapatos.
Entonces… me invadió otro pensamiento, referente a mis zapatos, pensé en lo felices que se pondrían de poder pisar saltando, y más aún después de haberles reñido esta mañana cuando jugando, se cambiaron de pie.
Enseguida me di cuenta de que se me había ido el pensamiento de lo importante.
Lo importante esta mañana es encontrar a la primavera.

¡No la veo!

¡No soy capaz de ver, nada de primavera!



-¡Buenos días niñas!

-¿Venís despejaditas hoy?

-¿Alguien ha estudiado el tema que toca?

Preguntó la señorita Rosalía y… Todas las niñas levantaron la mano.

-Ana, ¿Tú no has estudiado?

-Sí, señorita. He estudiado la lección que tú dijiste.

-¿Entonces?... ¿Por qué no has levantado la mano como tus compañeras?

-Porque la lección que estudié es la del INVIERNO.

-Muy bien Ana.

-Como todos y todas sabemos, hoy es el último día de otoño, y mañana comienza el invierno.

-¡No, señorita! Mañana viene la PRIMAVERA.

-¡Me lo ha dicho mi mamá!

-No cariño, mañana llega el invierno.

-Como ya hemos hablado ayer, el otoño comienza el día veintiuno de septiembre hasta el día veintiuno de diciembre.

-¿Qué día es hoy?

Preguntó la señorita

-¡Veinte de diciembre! Señorita.

-También hemos estudiado que: El invierno, comienza el día veintiuno de diciembre y durará hasta el día veintiuno de marzo.

-Entonces, y según lo que hemos estudiado.

-¿Qué estación comienza mañana?

-¡El invierno! Señorita.

Contestaron todas mis compañeras.

Mi voz, entre las voces de todas ellas, gritó…

-¡La PRIMAVERA!

-Ana, la primavera no llegará hasta el día veintiuno de marzo y terminará el día veintiuno de junio.

-¡Mañana, comienza el invierno!

No podía contradecir más a la señorita Rosalía, pues en esta última frase, noté que estaba perdiendo la paciencia conmigo y que tenía próximo un castigo si continuaba discutiendo con ella.

A mí me gusta mucho ir al recreo.

Me gusta jugar. Y a mis zapatos también les gusta. Seguro que ellos tienen tantas ganas como yo de salir a saltar y correr y hacer las coreografías inventadas que solemos hacer en el patio.

¡Lloré!

¡Lloré muchísimo!

No estaba muy segura de por qué lloraba, pero tenía que llorar.

No podía decirle más veces a la señorita, que estaba equivocada.

No podía decirle que mi mamá lo sabía todo. Que ella siempre se sabe las lecciones de mi libro, sin tener que leerlo…

¿¡Cómo no va a saber que mañana es primavera!?

¡Si fuese invierno mi mamá lo sabría!

La señorita Rosalía me llevó junto a María, otra señorita, y María me llevó junto a la directora del colegio, que es muy seria y da mucho miedo.

Cuando hacemos travesuras en la clase, la señorita Rosalía, siempre nos dice: ¡Os voy a llevar con la directora! Y… siempre nos asusta muchísimo.

Cuando dejé de llorar, Maribel, (la directora), que resultó no ser tan mala, y me regaló un caramelo y un bombón de tres chocolates. Me preguntó:

-¿Qué te ha pasado Ana?

-Pues que la señorita Rosalía, dice que mañana comienza el invierno.

-¿Y no es así?

-¡Mañana comienza la Primavera!

-¡Me lo ha dicho mi mamá!

-Puede que tu mamá se haya confundido y haya dicho primavera, cuando quería decir invierno…

-¿No crees que pudo haber ocurrido algo así?

Me quedé pensativa… Podría ser que… Después de todo, no había ninguna flor… En ninguno de los jardines…


Hacía mucho frio, y yo salí de casa con un abrigo, unos guantes y un gorro…

-¡Seguro que mamá se confundió!

-¡Eso ha pasado!

-¡Sí!

-Quiso decir invierno y ha dicho primavera.

-Jejejeje

Salimos al recreo, y mis zapatos lo pasaron genial, y yo también con ellos.

Me vino a recoger a la salida del cole mi abuela, mamá tenía visita en casa…

Cuando llegamos al portal, mamá gritó desde arriba.

-¡Sube, Ana!

-¡Ya está aquí mi Prima Vera!                 
 



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lunes, 14 de diciembre de 2015

Se acercan los Reyes



Ya mece María
Al niño en sus brazos
Le mira, le abraza
Estrechan sus lazos.

El niño divino
Hacia el Cielo mira.
Sus manos divinas
Levanta hacia arriba.


Con el Niño en brazos,
Se asoma María,
A ver el milagro,
De la estrella guía.

Turbada, admirada, 
María, hacia el cielo
Alza la mirada,
Lo que el niño indica
Descubre extrañada.

¡El dedo del niño,
Señala la estela,
De una bella estrella.
Que rauda y fugaz,
Hacia el portal se acerca.

Recelan, sus padres celosos
Escrutando los cielos curiosos.
Contemplan dudosos,
La luz que destella,
El cometa estrella.

¡Qué hermosa, qué bella
La fugaz estrella!
¡Qué dulce, qué llana,
La luz que emana!

¡La estrella se posa,
De su suave luz, 
El portal rebosa!
¡Se acercan pastores,
Hacia la luz milagrosa!

Al mundo le advierte,
 Su rayo fulgente.
Su luz de milagro,
¡Que viene orientando,
A los Reyes de Oriente!

Marca  su luz de guía,
Senderos azules, 
De bella alegría.
¡Siluetas que asoman 
En la lejanía!

Coronas doradas y bellas,
Lucen en sus cabezas,
Con dulces destellos. 
¡La nana de luna,
De una la Luna Nueva
Que hoy, viene llena!

Se ven tres camellos,
Grandiosos, esbeltos.
De lomos dorados,
Y muy jorobados.
¡Siluetas de brumas,
Detrás de las dunas!

Se acercan atentos,
Cabalgando el viento.
Montan la luz del rayo,
¡Un paso y un paso, 
y otros mil pasos!

¡Ya vienen llegando, 
se van acercando!
¡Ya besan el suelo,
Bajo la estrella del cielo!

¡Ya al niño veneran!
Le miman, le besan.
¡Besan de sus piececitos,
Sus lindos deditos!

Le dejan ofrendas,
Y divinas prendas,
De Reyes de Oriente,
¡Al Rey de los Reyes!
¡Al niño divino... En el día de Reyes!

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sábado, 12 de diciembre de 2015

Esta misma mañana...

Esta misma mañana, he podido descubrir al otoño cabalgando sobre las áridas aristas del futuro.
Sin cogollos de hojas verdes, sin retoños, sin vistas de brotes recientes, que inunden al mundo con el color del mar de la esperanza.
Esta misma mañana, he revivido primaveras pasadas, que lucieron cuajadas de preciosas flores prometedoras, que hacían renacer los campos de brillos multicolores.
Hoy, se hallan marchitas, caducas, deshojadas...
Bellas flores, que por bellas, jamás fueron apreciadas.
Atrás quedan veranos de cálidas maravillas a orillas de las playas.
Hoy las playas, nos devuelven angelitos en la arena, procedentes de otras aguas.
Recuerdo dejar atrás gélidos, helados inviernos, rodeando a pequeñas estufas, en pequeñas mesas colocadas, y al amor de la lumbre, la familia congregada.
Cuando ahora nos calientan rumores negros  de metralla.
Cuando ahora, es la muerte quien se asoma a las pantallas, dejando atrás noticias de amores. Esos que han de ser, los que enciendan bellas llamas. 
Esos que deben cuidar el futuro, ondeando la bandera del amor. 
Sin más armas.
Esos, que deben velar por los cuerpos y las almas.
Amores, sí… Amores.
Amores hacedores de vida, de luz, de amor... 
Y... De nuevas esperanzas.

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jueves, 10 de diciembre de 2015

Rodolfo, el Reno Guía

La noche cerrada,
Oscura, vacía.
La estrella brillante,
No aparecía.
Estaban los Reyes,
Perdidos, sin guía.
Llevaban tres noches
Sin norte, Sin sur,
Sin visos algunos,
De llegar algún día.
Noel, ya en su casa
A los Reyes seguía.
Pronto se dio cuenta
De qué sucedía.
Estaban perdidos
En las noches más frías.
¡Les ayudaremos!
Comentó Noel
Sentado en su silla.
¡Vámonos Rodolfo!
Ordenó Santa,
A su reno Guía.
Preparó el trineo,
sin carga,
Pues el día seis,
No era su día.
¡No lleguemos tarde!
Que el día de Reyes,
Se nos aproxima
Volaron muy rápido,
Sin peso alguno,
Tan solo Rodolfo
El trineo cogía
Así, sin su carga,
Llegaron enseguida.
Montaron los Reyes
Siendo transportados
Allá dónde iban.
A salvo quedaban,
Juguetes, Regalos,
Piezas de vajillas,
Cada niño y mayores
Todos los regalos
Al llegar la mañana
Todos recibían.
Estas Navidades,
Serán recordadas
Como las primeras
Que colaboraron
Papá Noel, Los Reyes Magos,
Y Rodolfo, su Reno Guía.

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sábado, 5 de diciembre de 2015

¡Toda mi ropa ha encogido!!!

No me lo puedo creer!!!

¡Toda mi ropa ha encogido!!!

Ha debido de ser,

¡Un gnomo travieso!

¡Quien la ha embebido!

¡Si no la he tocado!

¡Tampoco lavado!…

¿Por qué se ha contraído?

La guardé cual tesoro el año pasado,

Cuando huyó de aquí el frío.

Ahora, a su regreso, la he rescatado,

Del tristísimo armario donde la había metido.

¿Será quizá una venganza?

¿Será un tonto enfado que la ropa ha cogido?

Por más que lo pienso…

¡No sé, No sé qué habrá sido!

Si la hubiesen robado… Lo habría entendido.

Si tuviese agujeros, podría explicarme...

Lo acontecido,

Serían ratoncillos celosos... De mis ropas de abrigo...

O si fuesen polillas, las que hubiesen gozado,

De mis dulces galas y tan buen apetito.

¿Pero?… ¿Encogerla?

¿A quién se le ha ocurrido tan horrible delito?

Y dejarme sin ropa...

Castañeando mis dientes, por culpa del frío.

¿A quién beneficia este sin sentido?

Si no fuese tan caro,

Si no hiciese frío…

Buscaría al culpable,

En otros rincones, en otros armarios,

En otros arcones, en otros lugares,

Que pudiera estar escondido.

Miraría en roperos,

Llenos o vacíos.

¡Hallaría al culpable de este desatino!


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jueves, 3 de diciembre de 2015

Ausencia


Es en las cosas sencillas,

que noto en mi vida tu ausencia.

Añoro en los desayunos, 

tu taza junto a la mía, 

sobre el mantel, en la mesa.

Tu cepillo unido al mío,

tus gafas en el estante, 

tu pantalón en la percha.

En estas pequeñas cosas, 

noto mi vida, tu ausencia.

Y en los momentos más grandes, 

que son las cosas más nuestras.

Tu vacío en nuestra cama, 

tu amor que me envolvía, 

y me abrigaba por entera.

Poder decir amor mío, 

oír tu voz, descubrir que tu calor...

Es sentirte… Eres tú… 

Es… Reclamar tu presencia.

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Obra "Finalista y Seleccionada" para aparecer en el libro "El Dolor de la Ausencia"





martes, 1 de diciembre de 2015

Reunión Literaria

El aire en la tertulia fluía denso, y se filtraban por entre las puertas del local, acerados vientos cortantes, que hasta se dejaban ver volando sobre nuestras cabezas cual cuchillos retozones que se hubiesen dedicado a orbitar sobre nuestras cabezas, donde describían intensos remolinos en el aire.

La reunión brotaba henchida de cortes, y fluían entre rendijas, lacerantes hojas punzantes que ponían alerta nuestros vellos y les llevaban hacia una horripilación espontánea.

Daba verdadero miedo respirar o mover aquél aire preñado de guerra.

Desde que entré en el local, hasta que salí, no me atreví a separar mis extremidades de junto a mi cuerpo, tuve verdadero pánico que tras abandonar aquél lugar tan hermoso, hubiera echando en falta uno de mis brazos, mis piernas o alguno de mis dedos. 

Y una vez pensado el peligro, mantuve el tiempo restante, los hombros alzados protegiendo de cortes mi propio cuello.

     (Yo) Hola, encantada de verte otra vez _
     (Yo) ¿No ha venido tu mujer? –
     (El) ¿Quién? –
     (El) ¿Mi ex? –
     ( Yo) Pues… no sé, aunque… supongo será,… tu novia, o… tu pareja –
     (El) ¡Como me preguntas por mi mujer!... –
     (Yo) Hombre, no te conozco tanto como para saber si tienes o has tenido una ex –
     (Yo) No conozco el nombre de tu ¿Novia? ¿Pareja? Ella no usa su nombre en el Facebook, así que no sé cómo se llama–
     (Yo) Es por eso que he preguntado por tu mujer. Como en la reunión anterior te acompañaba… pues… –
     (El) Se llama Mar –
     (Yo) Entonces… Sabías por quién te preguntaba ¿No? –
     (El) ¿Es que si me preguntas por mi mujer? –

     (Yo) Ah, Hola, no nos conocemos en persona, pero sí por facebook –
     (Yo) Yo soy Mercedes, la que tiene en su perfil un fotomontaje de Blancanieves –
     (P) Ah, sí, ya sé –
     (P) Tenemos muchos contactos en común –
     (Yo) Sí, es cierto, por eso te agregué –
     (Yo) Creo que te vi en un post de Chari –
     (P) Yo siempre acepto a gente que comparte muchos contactos conmigo, no me vaya a entrar por ahí algún chalado –
     (P) Jajajaja –
     (Yo) Jajajajaja-
     (P) ¿Supongo que también escribes, no? –
     (Yo) Sí, escribo cuentos para niños, poesía infantil –
     (P) ¡Yo no! Yo no escribo para niños –
     (P) Los niños me merecen muchísimo respeto –
     (Yo) Vaya, pues yo… comencé a escribirles cuentos a mis nietos… y como les gustaban y tal… pues eso… -
     (Yo) La verdad es que últimamente escribo más de todo… y menos cuentos. La verdad, es que casi no escribo cuentos, ni para los niños ni nada de eso. -
     (P) Este, escribe cosas de terror –
     (El) Jajajaja –
     (Yo) Yo, también he escrito algún que otro relatito de miedo, o de cualquier otra cosa... Para niños nada de nada. No, nada. –

     (Yo) Jejejeje -




sábado, 28 de noviembre de 2015

Maternidad

El Supremo Hacedor, 

cansado ya de crear, 

decidió transferir su  poder de dar vida aquí, 

en la Tierra.

Pensó  para ello, sin dudar ni un único instante... 

En ellas. 

En las mujeres.

Resolviendo así, igualarlas a Él. 

Concediéndoles ser diosas creadoras de vida. 

Convirtió Dios a las mujeres, 

en el más valioso receptáculo de amor. 

Legándoles para ello... 

Maravilla de las Maravillas. 

El don supremo de la maternidad.


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MicroRelato Finalista y  elegido para formar parte de una selección entre los mejores presentados y formará parte del libro "Ellas"


martes, 24 de noviembre de 2015

Desde que te marchaste

Desde que te marchaste...

Desde aquel horrible día,
que tus pasos dirigías 
hacia un lugar sin regreso, 
mis días ya no son días, 
mis sueños, ya no son sueños.

Pues mi vida ya no es vida. 
Mi vida eres tú, y estás lejos. 
Ya no sueño con besarte, 
pues tus labios no los tengo. 

Ya no recuerdo tus ojos, 
ya no recuerdo tu pelo…
Pero sí recuerdo cómo 
me bañaba en tus ojos, 
y en tus miradas de cielo.

Recuerdo cómo te acariciaba, 
y besaba tu cabello.
Ya no recuerdo tus manos, 
ni me acuerdo de tu cuerpo.

Pero sí recuerdo, cómo 
mis lágrimas enjugabas, 
derramándose ansiosas, 
por tus manos, 
y  también entre tus dedos.

Recuerdo además que en mi cama,
tu calor era deseo.
Ya no sé si te recuerdo, 
ya no sé si te deseo, 
aunque sí sé que a solas… 
A solas, siempre te espero.


Para superar tu ausencia 
tejo una malla continua. 
Una malla 
que hallará el final...
A tu regreso.

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