analyticstracking.php

analyticsTraking

martes, 19 de mayo de 2015

Sofía

Entró en pánico.

Por nada del mundo daría ni un solo paso hacia atrás, estaba decidido. 

Nada ni nadie le haría retroceder...

Paró su respiración y se agazapó en un espacio del pasillo contenido entre dos puertas.

Lo dejaba bien claro en su carta.

Se iba para no regresar.

Una nueva llamada hizo palpitar su corazón aún con más fuerza. Su frente se cubrió de sudor frío y su respiración se entrecortó. Enseguida se dio cuenta de que todos esos síntomas precederían a un duro ataque de ansiedad.

Una voz la sacó de aquel angustioso estado

-          ¡Sofía!
-          ¿Estás ahí Sofía?
-          ¡Sofía, abre, soy yo, cariño!

Se trataba de la única voz que quizá le haría desistir…

Dudó y por un momento… 

Retrajo su cuerpo sobre sí mismo, a la vez que un estridente llanto la derrumbó haciéndole probar el helado suelo de aquel helado pasillo vacío.

-          ¡Ma má! Gritó con voz entrecortada por el llanto.

Sin soltar la maleta, se arrastró como pudo a abrir la puerta.   
  
La madre tendió los brazos hacia ella y permanecieron abrazadas en silencio durante un largo rato.

Con toda dulzura la madre, retiró la cabeza de Sofía de su hombro. La contempló unos instantes y enseguida su mente formó una fiel idea del por qué su hija abrió la puerta aferrada a aquella raída maleta mal cerrada.

El rostro de Sofía reflejaba la noche en vela, los golpes, las hinchazones de ojos enrojecidos, los húmedos y repetidos surcos en su cara hablaban sin dudar de todo lo ocurrido.

Sofía hizo ademán entre sollozo y sollozo de querer hablar pero no pudo. 

Las palabras huyeron de su boca para dejar paso únicamente al llanto. 

La madre, llena de dolor, tapó la boca de Sofía con un dedo.

-                 No digas nada. Mamá lo sabe…


-          No estás sola mi niña, mamá está aquí y si hace falta…
           Mamá… 
           Huirá contigo.
Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved 
nº_registro N2XC-SNFQ-CXNC-OFWV



ELLA ES LA LUZ DE MI VIDA

     La llamaré ahora, quizá han sido demasiado bruscas mis palabras o mis gestos... –

     Puede que esté llorando y hasta que se pase la noche en vela... –

     Me siento… tan… culpable de todo lo ocurrido... –



Felipe, escuchaba a su amigo sin decir nada, alguna de las veces en las que Andrés hablaba, asentía con la cabeza o tocaba su hombro dándole una pequeña y compasiva palmada para tranquilizarle y hacerle saber que estaba allí, atento y a su lado. -

     Tendría que haberla besado y así callar su boca ofreciéndole la mía –

Reanudó Andrés tras un rato de silencio aquella confesión de malestar y culpa que resultaba prácticamente un monólogo.

     Tendría que haberla abrazado y decirle que para mí no hay nadie más que ella, que hasta su sombra se me hace la más atractiva de todas las sombras que el sol pueda reflejar un mediodía. Que su luz es la única luz capaz de iluminarme, que su mirada guía mis pasos y su camino, es la única senda que desea seguir mi vida, que el pensamiento de llegar a perderla, borra de mí todo deseo de pervivencia. -

     Debí decirle…-

Felipe escuchaba, asentía y por fin, tomó la palabra:

     Por mi experiencia te digo, que muchas veces es mejor esperar, callar, que… Para todos los males hay dos remedios: 
El tiempo y el silencio.

     Reflexionará y llegará a la conclusión de que no ha pasado nada grave, que todo ha sido una simpleza. Una tontería. -

     Todo terminará bien. -

     Sólo ha sido una niñería. -

     Llegará ella sola a pensar que no  hay nada malo en mirar a alguien que pasa por delante de ti.

     … Es normal mirar… La mirada se va sola, y de forma involuntaria. -

     Llámala mañana –


     O mejor… Corre a su ventana y repítele todo eso que me has dicho a mí. - 

Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved




lunes, 18 de mayo de 2015

jueves, 14 de mayo de 2015

CRISÁLIDA



Brazos ensangrentados, piernas, cuerpos, cabezas, tripas a medio comer… El barracón apestaba a muerte… González relataba a un sargento la historia entre gritos de locura histérica…

   ¡No… AhaaahaAAAaaa!!!

Gritaba sacudiéndose invisibles objetos de sus hombros y sus ropas.

   ¡El cabo Juarez, mi sargento... El cabo Juarez!!!

   ¡La crisálida!

Volvía a sacudirse compulsivamente.

   ¡La crisálida de la nave espacial!...

   ¡Era hermosa, brillante, bellísima!…

    La guardó en esa pecera

Mostró una pecera hecha añicos.

    Emergió un monstruo horrible de pavorosas, enormes fauces… Desprendiendo gas adormecedor mientras cortaba extremidades, cabezas, devoraba intestinos para a medio comer comenzar con otro.


   ¡AhaaahaAAAaaa!!!


Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved




VACACIONES PAGADAS



¡Vacaciones gratuitas para toda la familia!

Pronto volamos hacia aquella felicidad pagada.

Hallamos al llegar, extraños habitantes: mujeres que abrazaban acariciando a mis hijos advirtiéndoles con todo cariño:

“¡No pongáis las manos en el suelo!


"¡Por ningún motivo toquéis el suelo!"

Niños y mayores padecían diversas amputaciones de brazos o dedos que encogían el ánimo y hacían sospechar a mi familia que algo extraño se ocultaba tras las losas grises que conformaban el pavimentado del pueblo.

Los niños de los pueblerinos caminaban protegidos, transportados con sumo cuidado sobre los brazos de sus mamás o papás.

Enseguida se me vino a la mente la existencia de un virus o bacterias apoderados del terreno… Cuando...

Juanito, mi pequeño, cayó de bruces en medio de la calle.

En un instante, unas pinzas rojas enormes y pertenecientes a algún monstruo de tamaño descomunal e increíble brotaron, aparecieron rompiendo el empedrado de baldosas en el justo momento que levanté a Juanito cogiéndole de la cintura del pantalón y alzándole para protegerle hasta 
más arriba de mi cuerpo

Con el corazón encogido recordé que... 

El nombre del pueblo era...

“lost fingers babies”


Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved



martes, 12 de mayo de 2015

SUEÑO

Sueño

Descubrir 
nuevos mundos ,
rozando dos cuerpos,

deslizarnos unidos,
desnudos, desiertos.

Bañados de arena,
de luna de hielo,

retozamos curiosos
paseando los dedos.

Atrapamos tesoros
jugosos,  picudos... punzantes, erectos.

Caminos de lenguas
recorren senderos,

escrutando lugares
que ni tú, ni yo... conocemos.

Se unen dos lenguas
en cálidos besos... lujuria y deseo.

¡Descúbreme en la cumbre;
alcánzame junto a tu sueño! 

Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved

jueves, 7 de mayo de 2015

Oh, La vida


La vida, juego de azar,
Unas veces comprensivo,
Mientras otras... Despiadado.

No pregunta, No informa,
Quién te ha de concebir.

Si es que gozas con sufrir,
O si lo tuyo es gozar,
Y a tu cuerpo deleitar
De placeres, o manjares.

Toma riendas del amor,
Se recrea en el dolor.

Reclama tu comprensión,
Cuando no hay ya remisión.

Cuando bien ya la erró...
¡Ten paciencia! Reclamó.


La vida… La vida es.. 
Una ruleta.                    Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved

miércoles, 6 de mayo de 2015

ES MEJOR QUEMARSE!

"Es mejor quemarse, que apagarse lentamente... 


 Créeme Julia... 


 Es mucho mejor... 


 Te quemas una vez y ya…. 


 Estas cosas, cuanto más las piensas es peor... 


 Debes hacerlo por tu bien... 


 ¡Déjale!...

¡Hoy te parecerá precipitado, pero mañana comprenderás que no había otro camino... que tú así... no puedes continuar, que sufrimos por ti, todos los que te queremos!... 

¡Déjale!... 

 ¡Ven a casa, criatura!"... 

Mantenía esta conversación con su hija, ya estaba harta de verla llegar con moretones y ya... la clásica disculpa de “Me caí” no servía. 

Al principio se dejaba engañar, por darle a él un voto de confianza y porque conocía el genio de ella, que le sería difícil quedarse quieta, y también era conocedora de que ese genio, le haría hablar, contestar más de la cuenta, no callarse nada; ni ante nadie.

Muchas veces ese tipo de carácter juega a nuestro favor, sin embargo, otras, puede llegar a ser nuestra ruina.

 "¡Basta de disculpas y de sentirnos culpables! 

  ¡En estas cosas no se puede dar tiempo ni oportunidad!"

Víctor era de estos buenos chicos... de apariencia tranquila y paciente, que tienden a llevar dentro de sí una bomba de relojería que detona sin aviso previo, al colmarse su paciencia y entonces... estalla en locura.

De estos “Cascabelitos en casa ajena” que a todos cae bien, y de quien todos desconocen ese lado explosivo que trae la confianza, y la convivencia.

 "¡Mañana paso a recogerte!... 

 No te hará falta traerte nada 

 No te preocupes... 

 ¡Mejor, me pasaré ahora! 

Sí; mejor ahora...

¡Ahora mismo voy para allá!... 

 No importa que no quieras… ¡Prefiero que me odies, a verte mañana como titular en las noticias!"

Fue la última palabra de aquella conversación, cerró el teléfono móvil y cambió de dirección encaminándose hacia la casa de su hija.

Se encontraba a muy pocas manzanas de su destino, así que llegó enseguida.

Julia abrió la puerta sólo una rendija.

- ¡Vete, mamá! –

Advirtió en voz baja desde el otro lado de la puerta.

Beatriz, pegó un empujón a la puerta, cogió a su hija de la mano y con el brazo derecho alzado amenazó con su bolso a Víctor que suplicaba.

- ¡Está usted equivocada Beatriz! 

 ¡Está usted equivocada, su hija no corre ningún peligro aquí! 

 Su hija está bien conmigo y nadie le hace daño –

Beatriz movió con todas sus fuerzas el brazo de derecha a izquierda, haciendo pasar su bolso cerca de la cara de Víctor, aunque le separaban unos treinta centímetros de estatura, no se amedrentaba y seguía agitando el bolso ante su cara con el fin de mantenerle alejado. 

Tiró del brazo de su hija, y se la llevó escaleras abajo.

Mientras iba murmurando entre dientes… 

- Está usted equivocada… Está usted equivocada… 

 ¡Maldito hijo de la grandísima!... 

 ¿Y quién le ha hecho esto a mi hija? 

 ¿Quién le ha hecho esto? –

Clamaba llena de furia mostrando la cara inflamada de Julia, que se dejaba arrastrar por aquella pequeña mujer engrandecida, capaz de detener un volcán en erupción  que en ese momento, se le pusiera por delante.

- No pasa nada, mi niña, ahora estás con mamá, no permitiré que nadie vuelva a hacerte daño...

Debí pararlo todo la primera vez que “Te caíste” 

 Sí, debí hacerlo entonces –

Relato premiado con el segundo puesto.
Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved



martes, 5 de mayo de 2015

Un tacón de aguja

El incómodo cadáver del mediador familiar, comenzaba a oler, Rebeca continuaba acurrucada en un rincón mesándose los cabellos, no podía sobreponerse al hecho.

Todo ocurrió tan rápido…


Peleábamos en el jardín, justo en el momento que entró el ahora finado, Rebeca me había lanzado su zapato de plataforma que fue a caer con el tacón hacia arriba.

El infeliz tras tropezar, en el pequeño escalón de la entrada, perdió el equilibrio cayendo sobre el tacón de quince centímetros. Allí estaba el hombre, con la cara cubierta por el zapato y el tacón de aguja clavado en la frente.     Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved

lunes, 4 de mayo de 2015

EL HIJO DEL HEREJE



   Su hijo Ricardito sólo tenía tres meses cuando Ricardo, su esposo partió hacia la guerra después de establecer su pequeña hacienda cerca de una de las fronteras más sólidas creadas en Al-Andalus; la llamada Sherish que debía contener los envites de las hordas árabes y demás chusmas venidas del cercano continente africano.


    Pero... La contención como tal, no era suficiente para Ricardo.


  Ricardo era hombre de luchas continuas, de cruces de espadas embriagantes de adrenalina, así que se alistó para empujar a la expulsión de los reinos de granada a todos los usurpadores que confiaban ya en quedarse en esos reinos para siempre.



  Ahora, Aldamira se encontraba embarazada y muy próxima a parir un hijo no deseado, al que juró no alumbrar con vida.


  Los dolores del parto se estaban haciendo cada vez más insoportables, no se mantenía ya en pie, aunque sabía que sin ayuda, no podría tenderse en ningún sitio, debía permanecer en posición en cuclillas, dejando así que la fuerza ejercida por la tierra fuese capaz de ayudar al parto. Con las piernas lo más abiertas que podía soportar, y, pese al deseo de matar a aquél pequeño intruso, debía mantener la posición y agarrarse a algo para no caer de espaldas.

    Si al menos estuviese allí Adela, la que había sido su criada, pero a ella, nueve meses atrás, se la habían llevado los malditos herejes el día que lo devastaron todo.

Recordaba de aquél día el destrozo de cosechas, aquellas que había plantado con tanto trabajo, cavando mientras cargaba a su espalda su pequeño hijito, el pequeño Ricardo.

    Menos mal que le dio tiempo de esconderle bajo el suelo de la casa mientras ella era mancillada. Habían ensayado algunas veces una posible situación de sitio o de ataque y al principio, para que el niño se acostumbrase a la situación sin miedo, se escondía ella con el niño bajo las tablas. Un pequeño espacio entarimado en la cocina sobre un suelo de tierra negra.

    Poco a poco, lo iba dejando un rato solo, y cada vez un rato más largo, hasta conseguir que el pequeño estuviese tranquilo y pudiera llegar a quedarse dormido en el estrecho y oscuro escondite.

    Ahora, los dolores se hacían más y más cortos en el tiempo y más y más largos en su angustiosa duración, hasta llegar a unirse uno a otro para hacerse continuos e insoportables hasta el punto de hacerle perder el temor a gritar y llamar la atención de un posible enemigo...

Desde el desgraciado suceso, tenía miedo de todo y toda prudencia le parecía poca. Ricardito en su media lengua le preguntaba:

 - ¿Duele mamá? 

¿Por qué duele mamá, tienes pupa? – preguntaba el nene acariciando la rodilla de su madre.

    Ella, pidió a Ricardito que le acercase un chuchillo y un cordel.

   El hijo del hereje se abrió camino por entre las dos piernas en flexión, y la madre asesina, con las pequeñas fuerzas que le quedaban, bajó sus manos, recogió su cabeza y con el máximo de cariño, ayudó a nacer a su bebé. Lo tomó en sus brazos, ató y cortó el cordón umbilical, se le quedó contemplando un rato, mirando aquellos ojitos negros y aquel pelo oscuro con la mayor de las dulzuras.

 - ¿Puedo coger al nene? – Preguntó Ricardito.

 - No, el nene es muy pequeñito, cariño y tú también. Se te podría caer y hacerse daño. 

¡Nadie te hará daño, precioso morenito mío!

¡Y que no es guapo mi niño!

¡Mamá está aquí para defender a sus dos tesoros!

¡Ven aquí, Ricardito, junto a mí, y junto a tu hermano!

¿Ves lo morenito que es, y qué precioso pelo rizado tiene?....

Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved