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miércoles, 20 de mayo de 2015

RUMORES DE TIEMPO EN SILENCIO

Para todos los males
Hay dos remedios,
El tiempo, y el sielencio…

Tiempo que a todo cobija,
Silencio que a todo lo envuelve.

Tiempo para enterrarte,
Silencio que tu nombre esconde.

Tiempo, que se hará distante,
Silencio que se hará de muerte.

Tiempo de nunca ni entonces…
Silencio de siempre y por siempre.

Gritos  de tiempo en silencio,
Lloros  de silencio y tiempo.

Tiempo de nunca existido.

Rumores de lluvia en silencio.

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martes, 19 de mayo de 2015

ELLA ES LA LUZ DE MI VIDA

     La llamaré ahora, quizá han sido demasiado bruscas mis palabras o mis gestos... –

     Puede que esté llorando y hasta que se pase la noche en vela... –

     Me siento… tan… culpable de todo lo ocurrido... –



Felipe, escuchaba a su amigo sin decir nada, alguna de las veces en las que Andrés hablaba, asentía con la cabeza o tocaba su hombro dándole una pequeña y compasiva palmada para tranquilizarle y hacerle saber que estaba allí, atento y a su lado. -

     Tendría que haberla besado y así callar su boca ofreciéndole la mía –

Reanudó Andrés tras un rato de silencio aquella confesión de malestar y culpa que resultaba prácticamente un monólogo.

     Tendría que haberla abrazado y decirle que para mí no hay nadie más que ella, que hasta su sombra se me hace la más atractiva de todas las sombras que el sol pueda reflejar un mediodía. Que su luz es la única luz capaz de iluminarme, que su mirada guía mis pasos y su camino, es la única senda que desea seguir mi vida, que el pensamiento de llegar a perderla, borra de mí todo deseo de pervivencia. -

     Debí decirle…-

Felipe escuchaba, asentía y por fin, tomó la palabra:

     Por mi experiencia te digo, que muchas veces es mejor esperar, callar, que… Para todos los males hay dos remedios: 
El tiempo y el silencio.

     Reflexionará y llegará a la conclusión de que no ha pasado nada grave, que todo ha sido una simpleza. Una tontería. -

     Todo terminará bien. -

     Sólo ha sido una niñería. -

     Llegará ella sola a pensar que no  hay nada malo en mirar a alguien que pasa por delante de ti.

     … Es normal mirar… La mirada se va sola, y de forma involuntaria. -

     Llámala mañana –


     O mejor… Corre a su ventana y repítele todo eso que me has dicho a mí. - 

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miércoles, 6 de mayo de 2015

ES MEJOR QUEMARSE!

"Es mejor quemarse, que apagarse lentamente... 


 Créeme Julia... 


 Es mucho mejor... 


 Te quemas una vez y ya…. 


 Estas cosas, cuanto más las piensas es peor... 


 Debes hacerlo por tu bien... 


 ¡Déjale!...

¡Hoy te parecerá precipitado, pero mañana comprenderás que no había otro camino... que tú así... no puedes continuar, que sufrimos por ti, todos los que te queremos!... 

¡Déjale!... 

 ¡Ven a casa, criatura!"... 

Mantenía esta conversación con su hija, ya estaba harta de verla llegar con moretones y ya... la clásica disculpa de “Me caí” no servía. 

Al principio se dejaba engañar, por darle a él un voto de confianza y porque conocía el genio de ella, que le sería difícil quedarse quieta, y también era conocedora de que ese genio, le haría hablar, contestar más de la cuenta, no callarse nada; ni ante nadie.

Muchas veces ese tipo de carácter juega a nuestro favor, sin embargo, otras, puede llegar a ser nuestra ruina.

 "¡Basta de disculpas y de sentirnos culpables! 

  ¡En estas cosas no se puede dar tiempo ni oportunidad!"

Víctor era de estos buenos chicos... de apariencia tranquila y paciente, que tienden a llevar dentro de sí una bomba de relojería que detona sin aviso previo, al colmarse su paciencia y entonces... estalla en locura.

De estos “Cascabelitos en casa ajena” que a todos cae bien, y de quien todos desconocen ese lado explosivo que trae la confianza, y la convivencia.

 "¡Mañana paso a recogerte!... 

 No te hará falta traerte nada 

 No te preocupes... 

 ¡Mejor, me pasaré ahora! 

Sí; mejor ahora...

¡Ahora mismo voy para allá!... 

 No importa que no quieras… ¡Prefiero que me odies, a verte mañana como titular en las noticias!"

Fue la última palabra de aquella conversación, cerró el teléfono móvil y cambió de dirección encaminándose hacia la casa de su hija.

Se encontraba a muy pocas manzanas de su destino, así que llegó enseguida.

Julia abrió la puerta sólo una rendija.

- ¡Vete, mamá! –

Advirtió en voz baja desde el otro lado de la puerta.

Beatriz, pegó un empujón a la puerta, cogió a su hija de la mano y con el brazo derecho alzado amenazó con su bolso a Víctor que suplicaba.

- ¡Está usted equivocada Beatriz! 

 ¡Está usted equivocada, su hija no corre ningún peligro aquí! 

 Su hija está bien conmigo y nadie le hace daño –

Beatriz movió con todas sus fuerzas el brazo de derecha a izquierda, haciendo pasar su bolso cerca de la cara de Víctor, aunque le separaban unos treinta centímetros de estatura, no se amedrentaba y seguía agitando el bolso ante su cara con el fin de mantenerle alejado. 

Tiró del brazo de su hija, y se la llevó escaleras abajo.

Mientras iba murmurando entre dientes… 

- Está usted equivocada… Está usted equivocada… 

 ¡Maldito hijo de la grandísima!... 

 ¿Y quién le ha hecho esto a mi hija? 

 ¿Quién le ha hecho esto? –

Clamaba llena de furia mostrando la cara inflamada de Julia, que se dejaba arrastrar por aquella pequeña mujer engrandecida, capaz de detener un volcán en erupción  que en ese momento, se le pusiera por delante.

- No pasa nada, mi niña, ahora estás con mamá, no permitiré que nadie vuelva a hacerte daño...

Debí pararlo todo la primera vez que “Te caíste” 

 Sí, debí hacerlo entonces –

Relato premiado con el segundo puesto.
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domingo, 12 de abril de 2015

Todo el Tiempo del Mundo



           - Tenemos todo el tiempo del mundo.

Explicaba Luis como tantas otras veces.

        -  Todo el tiempo del mundo, querida mía, no sufras porque me tienes aquí y aquí estaré para siempre.

        -  ¿Para siempre?

Repetía ella deseando creer.

        -  Para siempre. Sí. Para siempre.

Se ratificaba Luis tremendamente convencido de que lo que decía era la única verdad.

        -  El tiempo es nuestro pequeña.

        -  Todo nuestro.

        -  Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo.

Dijo estas palabras con sumo cariño, acariciando su cabeza y peinando su pelo enterrando en él sus manos, un pelo que ahora se veía alborotado y un poco sucio por la estancia prolongada en aquella cama de aquél hospital.

Él, sostenía su cabeza sentado sobre la cama y de espaldas a la puerta de la pequeña habitación.

Ella le vio llegar de lejos, por el espacio abierto entre la puerta y el marco de ésta que dejaba al descubierto el pasillo.

        -  ¡Escóndete papá!

        -  ¡Ten cuidado que llega!….

Luis se irguió de un salto, sin saber dónde meterse.

En el marco de la puerta apareció Adela con cara de malos amigos y unos papeles en la mano.

       -   ¡Aquí están los papeles!

       -    ¡La orden de alejamiento!

       -   ¡Ahí los tienes!

Luis miró incrédulo aquellos papeles firmados por un juez que alejaban de él al mayor de sus tesoros. 

Unió su pena a la tristeza de la enfermedad que amenazaba alejarla de él para siempre.


Cayó al suelo. 

Sólo le quedó llorar.

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domingo, 15 de marzo de 2015

AVALANCHA

En la profundidad del invierno, finalmente aprendí que dentro de mí yace un verano invencible. Esta reflexión se introdujo en mi mente la noche más fría del más frío enero que jamás hubiera conocido.

Me hallaba sola en la casa del pueblo, hacía ya más de dos meses que no pasábamos allí un fin de semana, desde que terminó el buen tiempo a finales de septiembre. Este fin de semana, yo no deseaba ir, pero al final me  dejé convencer.

Andrés y los niños habían ido al pueblo a por los víveres necesarios. Solemos traerlos desde la ciudad donde hay de todo, pero esta vez veníamos a tope con el coche lleno de trastos, ya se sabe que cuando se viaja con niños… Además, queríamos intentar esquiar porque a estas fechas siempre hay algo de nieve. La casa está justo en la ladera de la montaña y nada más llegar, pensé qué suerte tener un nevero tan cerca, justo sobre la casa.

Hacía poco más de una hora que me había quedado sola en casa cuando ocurrió todo.

Un horrible ruido parecido a truenos encadenados producidos aquí mismo sobre el techo de la casa, sonó a la vez que una especie de terrible terremoto removió los cimientos, el tejado y todas las paredes. Recordé aquellos pequeños cursillos de supervivencia en los que apenas prestábamos atención por la inconsciencia de nuestros años jóvenes y porque pensábamos entonces que sería muy improbable vernos en una situación extrema de tal naturaleza que nos llevase a hacer uso de aquellas enseñanzas.

Corrí a refugiarme bajo el marco de la puerta más cercana, fueron unos segundos o quizá algo más, perdí un poco la noción de todo a causa del miedo. Tenía ganas de orinar y terminé mojada, acurrucada y arrastrándome bajo una mesa.

No estaba segura de qué había ocurrido, hasta que miré por la ventana de la parte delantera de la casa y no pude ver absolutamente nada.

Me costó un rato entender que estaba allí atrapada bajo una avalancha.

Recorrí todas las ventanas, una por una. La de la parte de atrás habían estallado los cristales y la nieve penetraba en la casa hasta el centro de la cocina. Las ventanas que permanecían enteras, crujían haciendo unos ruidos capaces de producir en mí un pánico indescriptible.

Enseguida pensé en mis hijos, en mi marido, en lo afortunados que habían sido de no vivir aquella infernal pesadilla y por ello di gracias a Dios.

Los crujidos de ventanas me impedían todo pensamiento positivo, pero aun así… Intenté mantenerme lo más esperanzada posible.

Tomé una pala e intenté despejar de nieve la cocina, pero cada palada que retiraba servía de ventaja a la nieve para colarse mejor en mi cocina.

Desistí y decidí que ya estaba muerta o me quedaría poco. Cada vez que me sobrevenían estos pensamientos, volvía a dar gracias por mis hijos y por mi esposo, en lo feliz que debía estar por ellos, pensaba en lo terrible que podría haber sido tenerles conmigo en esta aterradora situación.

Decidí entonces que debía vivir, mantenerme fuerte, resistir a la adversidad de la forma más positiva posible. Entré en la habitación principal y cogí las mantas de la cama, me envolví en ellas tomando como fortín el cuarto trastero sito en medio del pasillo.

Allí me encontró tres días más tarde el equipo de salvamento después de que hubieran estallado todas las ventanas y ahora sé que estoy a salvo gracias a mi pensamiento positivo, y al amor de mi esposo y de mis  preciosos niños. Os amo.

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