No llevo tus pasos,
pero a veces los siento.
Un temblor en el pecho
cuando callas por dentro.
No conozco tu historia,
pero escucho tu gesto.
Cada sombra en tus ojos
me habla sin pretexto.
No es mío tu llanto,
pero moja mi suelo.
Y aunque no te lo diga,
también lo consuelo.
Empatía no es todo,
pero es puente y es fuego:
la chispa que en silencio
nos devuelve al reflejo.
No soy tú, ni lo intento,
mas al ver tu desvelo,
me nace en el alma
el deseo de hacerlo.
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