¡Cuánta fuerza y qué poca puntería!
¡Protesté!
Pasaban casi dos meses de aquella noche, en la que liberé
mi cuerpo, mi alma y mi pudor ante aquel desconocido maravillosamente torneado a base de gimnasio, en el que
se podrían estudiar uno a uno, todos los músculos de todo
el cuerpo.
Llevaba esperando tanto tiempo una ocasión así…
Había sido una entrega absoluta.
Hasta había puesto el mayor de los amores fingidos.
Quizá me faltó eso…
Quizá me faltó eso…
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