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miércoles, 6 de mayo de 2015

ES MEJOR QUEMARSE!

"Es mejor quemarse, que apagarse lentamente... 


 Créeme Julia... 


 Es mucho mejor... 


 Te quemas una vez y ya…. 


 Estas cosas, cuanto más las piensas es peor... 


 Debes hacerlo por tu bien... 


 ¡Déjale!...

¡Hoy te parecerá precipitado, pero mañana comprenderás que no había otro camino... que tú así... no puedes continuar, que sufrimos por ti, todos los que te queremos!... 

¡Déjale!... 

 ¡Ven a casa, criatura!"... 

Mantenía esta conversación con su hija, ya estaba harta de verla llegar con moretones y ya... la clásica disculpa de “Me caí” no servía. 

Al principio se dejaba engañar, por darle a él un voto de confianza y porque conocía el genio de ella, que le sería difícil quedarse quieta, y también era conocedora de que ese genio, le haría hablar, contestar más de la cuenta, no callarse nada; ni ante nadie.

Muchas veces ese tipo de carácter juega a nuestro favor, sin embargo, otras, puede llegar a ser nuestra ruina.

 "¡Basta de disculpas y de sentirnos culpables! 

  ¡En estas cosas no se puede dar tiempo ni oportunidad!"

Víctor era de estos buenos chicos... de apariencia tranquila y paciente, que tienden a llevar dentro de sí una bomba de relojería que detona sin aviso previo, al colmarse su paciencia y entonces... estalla en locura.

De estos “Cascabelitos en casa ajena” que a todos cae bien, y de quien todos desconocen ese lado explosivo que trae la confianza, y la convivencia.

 "¡Mañana paso a recogerte!... 

 No te hará falta traerte nada 

 No te preocupes... 

 ¡Mejor, me pasaré ahora! 

Sí; mejor ahora...

¡Ahora mismo voy para allá!... 

 No importa que no quieras… ¡Prefiero que me odies, a verte mañana como titular en las noticias!"

Fue la última palabra de aquella conversación, cerró el teléfono móvil y cambió de dirección encaminándose hacia la casa de su hija.

Se encontraba a muy pocas manzanas de su destino, así que llegó enseguida.

Julia abrió la puerta sólo una rendija.

- ¡Vete, mamá! –

Advirtió en voz baja desde el otro lado de la puerta.

Beatriz, pegó un empujón a la puerta, cogió a su hija de la mano y con el brazo derecho alzado amenazó con su bolso a Víctor que suplicaba.

- ¡Está usted equivocada Beatriz! 

 ¡Está usted equivocada, su hija no corre ningún peligro aquí! 

 Su hija está bien conmigo y nadie le hace daño –

Beatriz movió con todas sus fuerzas el brazo de derecha a izquierda, haciendo pasar su bolso cerca de la cara de Víctor, aunque le separaban unos treinta centímetros de estatura, no se amedrentaba y seguía agitando el bolso ante su cara con el fin de mantenerle alejado. 

Tiró del brazo de su hija, y se la llevó escaleras abajo.

Mientras iba murmurando entre dientes… 

- Está usted equivocada… Está usted equivocada… 

 ¡Maldito hijo de la grandísima!... 

 ¿Y quién le ha hecho esto a mi hija? 

 ¿Quién le ha hecho esto? –

Clamaba llena de furia mostrando la cara inflamada de Julia, que se dejaba arrastrar por aquella pequeña mujer engrandecida, capaz de detener un volcán en erupción  que en ese momento, se le pusiera por delante.

- No pasa nada, mi niña, ahora estás con mamá, no permitiré que nadie vuelva a hacerte daño...

Debí pararlo todo la primera vez que “Te caíste” 

 Sí, debí hacerlo entonces –

Relato premiado con el segundo puesto.
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martes, 5 de mayo de 2015

Un tacón de aguja

El incómodo cadáver del mediador familiar, comenzaba a oler, Rebeca continuaba acurrucada en un rincón mesándose los cabellos, no podía sobreponerse al hecho.

Todo ocurrió tan rápido…


Peleábamos en el jardín, justo en el momento que entró el ahora finado, Rebeca me había lanzado su zapato de plataforma que fue a caer con el tacón hacia arriba.

El infeliz tras tropezar, en el pequeño escalón de la entrada, perdió el equilibrio cayendo sobre el tacón de quince centímetros. Allí estaba el hombre, con la cara cubierta por el zapato y el tacón de aguja clavado en la frente.     Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved

lunes, 4 de mayo de 2015

EL HIJO DEL HEREJE



   Su hijo Ricardito sólo tenía tres meses cuando Ricardo, su esposo partió hacia la guerra después de establecer su pequeña hacienda cerca de una de las fronteras más sólidas creadas en Al-Andalus; la llamada Sherish que debía contener los envites de las hordas árabes y demás chusmas venidas del cercano continente africano.


    Pero... La contención como tal, no era suficiente para Ricardo.


  Ricardo era hombre de luchas continuas, de cruces de espadas embriagantes de adrenalina, así que se alistó para empujar a la expulsión de los reinos de granada a todos los usurpadores que confiaban ya en quedarse en esos reinos para siempre.



  Ahora, Aldamira se encontraba embarazada y muy próxima a parir un hijo no deseado, al que juró no alumbrar con vida.


  Los dolores del parto se estaban haciendo cada vez más insoportables, no se mantenía ya en pie, aunque sabía que sin ayuda, no podría tenderse en ningún sitio, debía permanecer en posición en cuclillas, dejando así que la fuerza ejercida por la tierra fuese capaz de ayudar al parto. Con las piernas lo más abiertas que podía soportar, y, pese al deseo de matar a aquél pequeño intruso, debía mantener la posición y agarrarse a algo para no caer de espaldas.

    Si al menos estuviese allí Adela, la que había sido su criada, pero a ella, nueve meses atrás, se la habían llevado los malditos herejes el día que lo devastaron todo.

Recordaba de aquél día el destrozo de cosechas, aquellas que había plantado con tanto trabajo, cavando mientras cargaba a su espalda su pequeño hijito, el pequeño Ricardo.

    Menos mal que le dio tiempo de esconderle bajo el suelo de la casa mientras ella era mancillada. Habían ensayado algunas veces una posible situación de sitio o de ataque y al principio, para que el niño se acostumbrase a la situación sin miedo, se escondía ella con el niño bajo las tablas. Un pequeño espacio entarimado en la cocina sobre un suelo de tierra negra.

    Poco a poco, lo iba dejando un rato solo, y cada vez un rato más largo, hasta conseguir que el pequeño estuviese tranquilo y pudiera llegar a quedarse dormido en el estrecho y oscuro escondite.

    Ahora, los dolores se hacían más y más cortos en el tiempo y más y más largos en su angustiosa duración, hasta llegar a unirse uno a otro para hacerse continuos e insoportables hasta el punto de hacerle perder el temor a gritar y llamar la atención de un posible enemigo...

Desde el desgraciado suceso, tenía miedo de todo y toda prudencia le parecía poca. Ricardito en su media lengua le preguntaba:

 - ¿Duele mamá? 

¿Por qué duele mamá, tienes pupa? – preguntaba el nene acariciando la rodilla de su madre.

    Ella, pidió a Ricardito que le acercase un chuchillo y un cordel.

   El hijo del hereje se abrió camino por entre las dos piernas en flexión, y la madre asesina, con las pequeñas fuerzas que le quedaban, bajó sus manos, recogió su cabeza y con el máximo de cariño, ayudó a nacer a su bebé. Lo tomó en sus brazos, ató y cortó el cordón umbilical, se le quedó contemplando un rato, mirando aquellos ojitos negros y aquel pelo oscuro con la mayor de las dulzuras.

 - ¿Puedo coger al nene? – Preguntó Ricardito.

 - No, el nene es muy pequeñito, cariño y tú también. Se te podría caer y hacerse daño. 

¡Nadie te hará daño, precioso morenito mío!

¡Y que no es guapo mi niño!

¡Mamá está aquí para defender a sus dos tesoros!

¡Ven aquí, Ricardito, junto a mí, y junto a tu hermano!

¿Ves lo morenito que es, y qué precioso pelo rizado tiene?....

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miércoles, 29 de abril de 2015

Día Internacional de la Danza. Mis sueños de niñez













Mi mundo de sueños,
de dances descalzos,
que frente al espejo,
disfruto soñando.

Cajitas de música,
repiten el canto,
precioso dueto,
de giros y pasos.

El baile me invento,
también los aplausos,
saludo al reflejo…
Y sigo bailando.

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viernes, 24 de abril de 2015

Estudiando Naturales

Los días de castigo se hacían interminables El libro de naturales abierto sobre la mesa de escritorio, convenientemente preparado para cuando entre papá o mamá.

Tras cinco minutos contemplando el libro, ocurría la infinita maravilla de lo inesperado… Un inmenso universo paralelo, penetraba en mi pequeña habitación a través de mi exigua ventana, para transportarme  en sus brazos a través de mundos infinitamente distantes e infinitamente desconocidos, habitados por diversos y extraños seres capaces de vivir en una plácida, inigualable armonía.

Al poco, me veía flotando en un camino formado de estrellas, nebulosas, y diminutos cuerpos celestes ascendentes.

El libro permanecía sobre la mesa como una huella terrible e imperecedera de mi castigo, le veía cada vez desde más lejos hasta haberse convertido en un punto microscópico incapaz de ser diferenciado de los demás puntitos estelares.

Mi mirada seguía fija en el puntito, mientras me alejaba flotando. Soportaban el peso de mis pies, dulces y hermosas flores aladas que iban desprendiendo sus deleitosos aromas frutales conocidos por mí como mandarina, manzana o pomelo.

Me llevaron como tele-transportado, hasta un jardín donde las mariposas se comportaban exactamente igual que aquí las flores, prendidas de sus tallos libres de espinas, aleteando sus alas al viento para hacer desprender su jugoso y brillante polen, más allá pude ver flores abejas preciosas con relucientes rayitas doradas libres también de aguijones. Las flores que me habían traído, tras depositarme en el suelo, volaron a libar ávidas de aquél zumo dulzón que producían las flores abejas.

Me sentía maravillado de ver aquel espectáculo maravilloso y único, cuando apareció un bello conejo alado persiguiendo a un águila corredora que asustada se guareció bajo el suelo en una especie de abrigada madriguera.

Disgustado el conejo, se posó a mi lado entristecido.

-Yo sólo quería jugar-

Musitó un tanto compungido dirigiéndose a mí.

-Hace varios días que no salgo y necesito volar y correr para estirar mis alas y aliviar mi mente de tanta retención y estudio-

-¿Qué te ha pasado conejito? –

Pregunté lleno de curiosidad.

-¡Aliconejo! -

Me corrigió.

-Suspendí el examen de matemáticas-

Contestó describiendo en su mirada una aguda tristeza que enturbió también su hasta entonces media sonrisa.

Dediqué a aquella absoluta belleza alada la más comprensiva de todas mis miradas.

-¿Tú has suspendido alguna vez? –

Asentí moviendo mi cabeza de arriba hacia abajo. Yo también entonces… mostré mi rostro más entristecido.

-Sí, conejito. ¡Perdón! Aliconejo. Sí que he suspendido, y estoy castigado en mi cuarto hasta que me sepa todas las lecciones que entraban en el examen. –

-Te ayudaré –

Repuso muy dispuesto el conejo alado.

-Aquí es todo naturaleza, así que te la iré mostrando y seguro que aprobarás tu examen de Naturales. –

Miré a mi alrededor y no me quedó más remedio que olvidar mi cara triste para convertirla en una sonrisa abierta aunque un poco pasmada.

-Tienes razón amigo aliconejo… pero esta naturaleza es tan diferente… No sé si serviría para mi examen. –

Entendí su gesto un poco molesto, así que le dije:

-Amigo, agradezco tu ayuda, seguro que aprobaré gracias a tus enseñanzas. –

Señaló con su preciosa alita blanca una bandada de margaritas que se acercaban cantarinas y dicharacheras formando  un murmullo un tanto estruendoso.

-Estas son besimargas y son las más cariñosas de nuestras flores. –

Una besimarga se acercó, tocó mi mejilla con sus labios y musitó muy cariñosa en mi oído:

-Vente a cenar, mi chiquitín. –

Abrí los ojos. Mamá había abierto la puerta. Se oían voces que llegaban de la cocina. Acariciándome preguntó con cara pícara y sonriente.


-¿Has estudiado mucho? –

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jueves, 23 de abril de 2015

DÍA DEL LIBRO

Roja como la sangre,
Roja, muy roja nací,
Para ser llamada Rosa,

Yo soy: Rosa Carmesí.

Cada año por San Jordi,
Voy a llegar hasta ti,
Acompañada de un libro,

Quiero que seas feliz.

miércoles, 22 de abril de 2015

UN DÍA EN EL AÑO

Un planeta hermoso surgió, fue creado,
Se vistió de azul, para partir rotando.

Y bello lució por billones de días,
Y millón de millones de miles de años.

Por millones de especies distintas de vida,
El hermoso planeta resultó habitado.

Incansable el planeta, rotó y rotó,
Para día tras día continuar rotando.

Cambiando estaciones derredor del Sol,
Girando y girando, por año tras año.

Llenando de vida sus mares, sus campos,
Sosteniendo la vida, de habitantes amados.

Hasta aparecer el hombre y con él desastres,
Expolios, saqueos, de mares y campos.

Su límpido aire, irremisiblemente contaminado.
Para acordarse de él, únicamente,

UN DÍA EN EL AÑO.

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martes, 21 de abril de 2015

HEMOS LLEGADO A LAS 15.000 LECTURAS!!! GRACIAS!













Muchísimas gracias a tod@s los que hacéis posible esta alegría de llegar a las 15.000 lecturas. Jamás lo hubiera soñado. Gracias por leerme. Gracias por quererme. Gracias por ser tan amables conmigo.
Yo también os quiero!!!

lunes, 20 de abril de 2015

EL EXAMEN DE GEOGRAFÍA

La intención de seguir siendo solo amigos, se desvaneció como se desvanece un diamante dentro de un vaso de agua.

Habían quedado para estudiar.

Tiempo de exámenes, quedaban sólo unas horas y aún tenían muchas lagunas (nunca mejor dicho para un examen de geografía).


Abrieron el Atlas por el mapamundi y fueron paseando por él sus dedos. Por distintas regiones, distintos macizos, distintos  cerros hasta llegar a unir las puntas de sus jóvenes, inquietos y lujuriosos dedos índices. 


sábado, 18 de abril de 2015

UN VIAJE A LA LUNA

Lo que más le gustaba a Pablo de aquella actividad, eran los golpes secos y constantes que daba el martillo sobre el latón que cubría la estructura del cohete.

Llevaban días trabajando y ya iba tomando la forma de bala que según papá era necesaria para que la fricción del aire sobre su estructura fuese la mínima y le permitiera adquirir la velocidad suficiente y necesaria para un viaje rápido y efectivo.

De cuando en cuando, papá, dejaba de golpear la chapa para alejarse y contemplar su obra desde lejos.

-          - ¡Un momento papá! 

-          ¡Ven y míralo desde aquí! 

-          ¿A que parece un supositorio? -

Su papá dejó el constante y acompasado golpeo para contemplar desde lejos el reluciente cohete.

Era una vista cegadora la que se contemplaba desde allí. El sol ansioso por participar en tan hermoso proyecto, también golpeaba en la chapa de latón y se reflejaba en ella cegándoles con incesantes destellos.

Tenía razón Pablito, desde lejos, era la visión brillante de un enorme supositorio.

Pensó entonces papá en la aerodinámica, y en los posibles errores estructurales cometidos.

Volvió a mirar el cohete, e indulgente con su trabajo dijo lo siguiente:

-          - ¡En ese supositorio, viajaremos a la Luna! 

-          ¡Tú y yo Pablito! 

-          ¡Iremos juntos a la Luna! –

Pablito, se rebosaba de felicidad, soñaba despierto, y al llegar la noche e irse a dormir, soñó dormido. Soñaba con el día en que pusiera su pequeño pie en la luna y disfrutaba tanto de su fantasía de sueño… Que no quería despertar.

En  la noche, Pablito, sufría micro-despertares e intentaba volver a dormir sin interrumpir su sueño viajero, había cogido tanta práctica, que su sueño se continuaba justo en el momento en que lo había dejado antes de la interrupción.

Al llegar la mañana, cuando se levantaba, contaba sus mil y una peripecias vividas en sueños, en aquella Luna blanca, brillante, y maravillosa.

***

Por fin, la nave estaba terminada y los tripulantes preparados para el viaje.

El traje espacial, estaba compuesto por un casco integral de motorista, y un mono blanco de pintor. Cinturón de herramientas, y unos cuantos tubos insertados en botellas de agua que recorrían sus espaldas, pasando por encima del hombro, hasta llegar a la boca.

El cohete, se hallaba instalado en el desván de la casa, justo bajo la claraboya desde donde se podía contemplar una hermosa luna llena, redonda y blanca con toda nitidez.

El papá de Pablito, apagó la luz del desván justo antes de entrar en la nave.

Unos tremendos estruendos mezclados con estridentes luces intermitentes, hicieron retumbar el supositorio.

-         - ¡Es el momento de la ignición! 

-          ¡Prepárate Pablito que ya despegamos! -

Pablito se agarró muy fuerte a su papá para sentirse protegido.

Este viaje no era como el de los sueños, éste daba miedo y necesitaba de la protección de papá, después de todo, sólo tenía seis años. Tampoco había necesidad de ser tan valiente, así que se aferró muy fuerte a su padre.

-          - ¡Ya está! -

   Informó papá para dar tranquilidad al pequeño.

-          - ¡Ya estamos de viaje! -

Las imágenes que se veían por la pequeña ventanilla a la que Pablito pegó su nariz hasta que se le quedó aplastada, eran maravillosas, estrellas, cometas, asteroides y luces de colores parecidos a las luces de neón que había visto tantas veces en los intermitentes carteles de comercios en la calle Real.

Al llegar a la luna, la nave se posó sin ningún problema. Bajaron por el lado opuesto al que habían subido.

Dieron un paso fuera de la nave y Pablito vio muy emocionado como la huella de su pie quedaba marcada en el suelo lunar que se parecía muchísimo a la arena de la playa. 

Papá sacó de su bolsillo el móvil e hizo inmortalizar el tan especialísimo momento.

Papá regresó a la nave con movimientos etéreos que le despegaban a cámara lenta del suelo. Pablito le imitó, y hasta sintió la fuerza de gravedad lunar, tan diferente a la de la Tierra...

Su viaje de regreso fue mucho más corto.

-         - ¿Volveremos a la Luna mañana Papá? –

-         - Volveremos siempre que quieras Pablito –


Contestó el papá mientras alargaba su brazo para apagar el proyector.


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