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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Una mañana APLASTANTE


Debía salir a la calle; esta mañana le agobiaba la casa…

Dejó todo sin hacer y salió como expulsada por un tirachinas de tamaño descomunal. Le quemaba la tranquilidad del hogar que contrastaba con su interior agitado y plagado de preocupaciones que le estaban resultando muy difíciles de resolver…

No le importaba demasiado hacia dónde encaminar sus pasos…

Necesitaba aire en la cara y viento helado que le pudiese despejar…

Sin darse ni cuenta llegó al centro comercial, tras haber traspasado un puente peatonal que le separaba del pueblo… Solía encontrarse en ese camino… vecinos… amigos a los que saludar o hasta… Algunas veces… Podría dar la casualidad que se encontrase a su hermana o a su prima Manuela…

Hoy, no había nadie para consolarla…

Nadie pasaba hoy el puente, y las preocupaciones la aplastaban hasta dejarla del grosor de un papel de arroz como en el que venían envueltas las bolsitas de té.

El centro comercial estaba concurrido, miles de personas se habían dado cita (por pura coincidencia horaria) para efectuar sus compras a la vez…

Era tanta la necesidad de hallar a alguien conocido, que para sus adentros iba rogando:

“Que encuentre alguien con quién hablar” y repitió la súplica una y otra vez para sus adentros… Para no verbalizarla y la confundiesen con una loca.

Cerca del puesto del pan, divisó de lejos a su amiga Conchita. Aceleró el paso para no perderla de vista y…

—¡Conchita… Conchita!…—Alzó la voz Adelina para reclamar el interés de su amiga.

Conchita no giró la cabeza; no prestó atención a la llamada desesperada de Adelina…

Con lo que Adelina le atajó por uno de los pasillos cargados de productos, y se hizo la encontradiza dos pasillos más allá…

—¡Conchita… Qué alegría verte!...—

—Ah, Hola, Adel… ¿Qué tal?...—

—Pues ya sabes… Preocupada con la operación y demás… problemillas…—

—¡Que te vaya muy bien… Que tengas mucha suerte!...—

—Gracias… Conchita… Verás…—

—¡Que te vaya todo bien… Adel!...—respondió Conchita dando unos pasos hacia atrás, girándose hacia el lado contrario a la posición que ocupaba en aquél inmenso espacio Adelina.

Adelina comprendió que Conchita, no estaba por la labor de prestarle la más mínima atención… que debía ahogarse con sus penas, que quizá ella no era importante para nadie…

Quizá… debería dejar de ser importante también para sí misma…


©Mercedes Del Pilar Gil #AbuelaTeCuenta
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martes, 5 de abril de 2016

Pero qué me pasa?

No entiendo qué me pasa, pues me acabo de despertar… Recuerdo haberme acostado ayer a las 22.00 horas y me he despertado ahora, he mirado el reloj y son las nueve y cuarenta y cinco. Está todo tan oscuro...

Ésto indica, que han pasado cerca de veinticuatro horas desde que me quedé dormida.

Siempre he padecido una ligera fotofobia ante los bruscos cambios lumínicos, sin embargo, se ha exacerbado, he intentado encender la luz y además de cegarme, he tenido sensación de quemado en mis ojos, me ha sorprendido además, que puedo ver bastante nítidamente en la oscuridad.

No recuerdo demasiado bien qué pasó ayer… ¿La fiesta?… ¡Había una fiesta!… No recuerdo de qué… ¿Salí de allí? No recuerdo bien... con quién ni cómo, ni qué hice después… salvo que miré el reloj antes de quedarme dormida.

Ha sido una noche extraña… Me desperté con el pelo hacia arriba, tal y como se podría poner si hubiese dormido boca abajo… Me refiero a… "colgada por los pies".

Tengo que beber o comer algo... me siento desfallecida.

Me cegó por segunda vez, la luz del frigorífico al abrirle para coger un vaso de leche.

A tientas, con los ojos cerrados, noté un frescor tropezar con mi mano. Lo cogí. Cogí un filete de hígado crudo que reposaba sobre un plato. 

Lo lamí con avidez, necesitada del líquido sanguinolento que rezumaba.

Noto algo extraño dentro de mi boca. Algo puntiagudo...

Me corté la lengua al pasarla por entre mis dientes, al notar que sobresalían de mis labios sendos colmillos, que venían a clavarse sobre mi labio inferior. 

Estoy muy asustada...

Es extraño… noto mis ojos más grandes, como redondeados.

-Debo habituarme a la luz.

-Encenderé una pequeña vela.

-Si voy acostumbrándome poco a poco….

-Necesito veme en un espejo.

-¿Qué diantres tengo en el cuello?

-Son dos heridas punzantes, longitudinales y simétricas...

-Lo extraño es que no me duelen...

-Es como si me hubiese mordido una serpiente...

-Porque... ¡Los Vampiros no existen!...

-¿Los Vampiros no existen?...

-¿Me han crecido las uñas?

-¡Qué confusión!

-¡Qué pánico!

-¡Por fin, un espejo!...

-¡Aaaahhhhaaaaahhhhahhhahhaaaaa!!!!

-¡Qué susto!

-¡Ahora lo recuerdo todo!

-¡Temí no reflejarme en el espejo!

Ayer tuvimos la fiesta vampira, bebí y me quedé dormida o perdí el conocimiento cuando me colgué en la lámpara del techo. 

Debí caer, y alguien me recostó sobre el sillón  dejando mi cabeza colgar y mis pies hacia arriba (supongo que me permitieron conservar la misma postura que tenía cuando me colgué de la lámpara) O pudiera ser que lo de la lámpara lo haya soñado? O no? He alumbrado hacia arriba con la vela y ahí hay un zapato de tacón que... ¿es mío?...

Formando parte de la decoración pintado en la pared, hay un reloj que marca las 22.00 horas. 

-Quizá debería abrir las persianas...





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miércoles, 16 de marzo de 2016

Ha nacido un Cuento

Don Rataplín el gran gnomo, al pasear por su imperio,
Se dio cuenta que esa noche, había nacido un cuento.

Don Rataplín, elevaba sus ojillos hacia el cielo,
Dando gracias a la luna, y a su luz de caramelo.

Presentó Cuento a las hadas, que bullían de contento,
También decidió mostralo, a los ogros y a los elfos.

¡Será un cuento de hadas! Dijo Lindaflor sin miedo.
Una voz gruesa y de enfado, replicó con desespero.

La gran voz de Terrofilin, que brotó como un gran trueno.

¡De una cosa estoy seguro, que será cuento de miedo!
Aseveró Terrofilin, mientras se bañaba en cieno.

Ya nadie se atrevería a hablar nada de nuevo.
El gran ogro Terrofilin asustaría hasta al miedo.

Tímidamente asomó su nariz del agujero, Pomponcito el conejo.
¡Será un cuento de animales, Estoy seguro de ello!

Dio media vuelta y huyó, a su agujero de nuevo.

¡Dejemos de pelearnos y pongamos nombre Cuento!
Hubieron de desistir al no ponerse de acuerdo.

Él mismo se puso nombre, orgulloso de ser Cuento,
Dichoso de haber crecido, junto a hadas, y conejos.


“Soy hijo de Rapatlín, el gran gnomo de este imperio”.
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miércoles, 10 de junio de 2015

HUELE A GAS


Salió, sigilosa, a estirar las piernas, no sabía entonces que aquella fuga podría haber producido un final que jamás habría querido imaginar. 

Pedrito abrió el gas con la intención de con sus pequeñas manos hacerse una tortillita que… 

(Siempre con el gas abierto), batió el huevo, buscó una sartén pequeña, vertió en ella el huevo batido y buscó después una cerilla...


Mientras intentaba encenderla frotando con la pequeña fuerza de sus mínimas manitas… 

Regresó mamá tan sigilosa como había salido, justo a tiempo de librar al pequeño del horrible peligro que se cernía a su alrededor estando ya la cocina, impregnada de repulsivo olor a gas.

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