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domingo, 18 de octubre de 2015

Cupido dormía ayer.

Dormía Cupido ayer,

Cuando paseé por la plaza,

Cuando pasaste sin ver,

Sin reparar que allí estaba.

Dormía Cupido ayer,

 Ya bien pasadas las diez,

 De una hermosa mañana,

Si ibas a dormir ayer,

¿Por qué no dormías también,

El día en que pasó,

Él frente a mi ventana?

¿Por qué clavaste en mí,

 Tus frías flechas de amor,

Que en vida a mí me matan?

Cupido, ¡Clávalo a él!

O quítame a mí esta lanza.

Que pueda su amor tener,

Y respirar de placer,

Cuando su amor me entregara.


Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved

 

martes, 13 de octubre de 2015

El viaje


El viaje prometía ser lo mejor de nuestras vidas, lo habíamos esperado durante tanto tiempo... 
En el avión llevábamos únicamente lo más necesario. 
No necesitábamos más que unas cuantas prendas, Nos teníamos el uno al otro y... ¿Para qué necesitábamos más? 
El portátil y la cámara fotográfica, que perpetuarían las maravillas que el paisaje y los buenos ratos de compañía nos brindasen. 
Pocas eran las horas de casados y aquello pintaba bien... 
¡Muy bien!
Sería esta la primera vez que estaríamos juntos, repartiendo nuestro tiempo con nosotros mismos, sin importar nada más... 

__¡Cuánto deseaba que llegase por fin este día Luis de mi alma!

__ Estaremos juntos para toda nuestra vida y jamás me alejaré de ti.

Musité al oído de mi recién marido que dormitaba apoyando la cabeza en una almohada pegada a la ventana del avión, hallándose la inclinación de la cabeza, hacia el lado opuesto con respecto a mí.
Guardé silencio para no perturbar su descanso, pensé además que sería bueno descansar para llegar con fuerzas a nuestra soñada Luna de Miel.
*
La señorita azafata preguntó: 

__Don Luis... -
__¿Desea usted algo? -
En la cara de mi marido, se dibujó una complacida sonrisa.
Le miré, y rápidamente volví la vista hacia la azafata.
Vi a ésta, que introducía algo parecido a una misiva en la mano de mi esposo...
Quiso el destino que aquél viaje fuese el principio del fin de mi vida, mi amor y mi felicidad…

La misiva rezaba así:

Amado Luis, te espero. 
Recuerda que estaré en el hotel a las tres. 
Te amo.
Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved
Este relato, ha sido seleccionado para aparecer en un libro sobre relatos de desamor. 

lunes, 12 de octubre de 2015

La Lluvia en los cristales



Tintineaba la lluvia en los cristales mientras Esther, sentada frente a la ventana, leía un primaveral libro cuajado de dibujos florales, mariposas, y luz, mucha luz.


La luz era tan importante...


Al cerrar los ojos veía aquél maravilloso sol luciendo en un cielo claro, y limpio de nubes que aliviaba su alma y todo su ser, permitiéndole respirar, llenar de aire sus pulmones encogidos e intimidados. 

Se imaginaba en aquel sueño despierta, corriendo por un prado lleno de bellas y perfumadas flores multicolor, o tumbada al sol en una plácida playa.


La inundación destrozó uno a uno todos sus recuerdos.

El tintineo de la lluvia habitaba cual tortuoso taladro en su cabeza.

Necesitaba soñar.

Necesitaba  soñar un sol radiante en medio de un cielo vestido de la más resplandeciente y bella luz de un delicioso verano.

Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved

Este relato ha sido seleccionado para aparecer en un libro de relatos, en el que debía aparecer la palabra "lluvia" 

domingo, 11 de octubre de 2015

Huye!!!

El ojo de la cerradura penetró en mi ojo como un terrible proyectil.

Escuché ruidos y extraños jadeos al regresar a casa, que procedían del interior del dormitorio. 

Tremendamente extrañado, mi primera intención, fue mirar a través del cierre, con la mala suerte, de que la puerta se abrió en el mismo instante en que coloqué mi ojo frente al "ojo" de la cerradura, inclinando para ello mi cabeza, todo cuanto daba esta de sí, pegando además la nariz a la puerta, con mayor presión de lo que pude pegar mi ojo.

El brutal golpetazo, destruyó mi nariz. Penetró en mi ojo el cierre de la puerta. Caí al suelo, clavándome al caer en mis espaldas y a la altura de las lumbares, un tope anclado al suelo que servía para sujetar la puerta en los días de viento. 

Todo esto, me produjo una tremenda conmoción, dejándome alelado y fuera de combate. Tirado tan largo como soy en el helado y duro suelo del pasillo.

Mi esposa, palmeaba mi cara a la vez que... 

¡Escondía a un hombre tras de sí! y musitó en un tono casi inaudible:



—¡No te ha visto! -

__¡Y no puede verte!... - 

__¡Huye! -


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viernes, 9 de octubre de 2015

Volar en un haz de luz

Sentada en mi cama, 

un libo hojeaba.

Mi mente, 

mientras leía flotaba.

Partía de mí.

Ya dentro del libro, 

volaba.

Subía su haz de letras,

trepaba 

por su haz de luz.

Llegué a un mundo de letra,

cielo de fondo violeta,

tintado de tinta azul.

Volé por mares y tierras,

islas pobladas, 

desiertas.

Oscuras sombras inquietas.

Luces, de haces de luz.


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Este poema ha resultado finalista en "Libripedia"

jueves, 8 de octubre de 2015

Te esperé despierta...

Te esperé despierta,

Y te besé en los labios,

Antes que despertaras,

Contemplé la divina luz,

 De tu divina cara,

Me quedé aquí,

Contemplando tus ojos,

Esperando besarlos,

En cuanto despertaras,

Y que fuesen mis labios,

la primera imagen,

 Que el día te regalara.

Esperé en silencio,

Para que ningún sonido,

 Tu quietud truncara.

Antes de abrir los ojos,

Tendiste hacia mí los brazos...

Y quedé envuelta.

En tu bellísimo amor,

En esta bella mañana.


Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved

sábado, 3 de octubre de 2015

OTOÑO

Otoño
Pisar las hojas secas,
mientras paseo por el parque.
Escuchar su placentero rugir,
Oír su crepitar, bajo mis pies.

Añorando otros tiempos,
En otros, maravillosos lugares.
Cuando sobre las hojas saltaba,
Sublimando con mis saltos,
Su delicioso gruñir.

Y mis jóvenes pies
Bullían exaltados de placer,
Protegidos, resguardados.
Abrigados, sumergidos,
En toscos zapatos, 

Anudados sus cordones con dos lazos.
Corrreteaban alegres, alborotados,
Buscando más crujidos,
Más musicales desgarros.

En carreras colegiales,
A las idas y venidas de la escuela.
Transportando sólo un libro,

Y muchos bellos colores.
A los que afilar su punta,
Siempre gastada… y siempre,
Dispuesta a ser otra vez afilada.

Atrapados, sin poder huir,
En una marrón e insustancial,
Mínima maletita de cartón,
Que siempre inquieta, 
Pendía de mi mano.

Escuchar de nuevo,
El rumor del viento,
A la caída de la tarde.
Que revive en mí el recuerdo,
De la voz tranquila,
de mi madre.

Oír el dulce cascabeleo,
De la lluvia golpeando,
En los cristales.

Oler el apacible aroma
De la sedienta tierra,
Que mitiga, ansiosa su sed,
En nuestros parques.

En un eternamente evocador…
Rumor de un nuevo otoñal grito, 
De un siempre nuevo Otoño.


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