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martes, 15 de septiembre de 2015

Yo, sólo amasaba empanada!!!


El bate, se resbalaba de sus manos pringosas;

se encontraba solo, en la cocina, amasando empanada.

Un ruido furtivo le sobresaltó desconcentrándole...

Lo del bate, fue algo instintivo…

Giró su cuerpo hacia el lugar de procedencia del estruendo,

mientras se aferraba al bate con ambas manos…

un segundo después, su amada María caía inconsciente a unos tres metros de él.

Espantado e incrédulo, clavó su mirada, en sus manos vacías...

El bate, testigo mudo de lo acontecido, yacía al lado de ella; una muñeca de porcelana

contemplaba la escena impertérrita, tendida en el suelo, a la altura de su cintura.

Una gota de sangre, asomaba de ambas cabezas dormidas, aunque...

"sólo una de ellas, podía sangrar".

Él, contemplaba sus manos vacías incrédulo, sin saber qué pensar, y como única disculpa; gritó:

¡Yo, solo amasaba empanada!

Repitió a modo de consuelo, y disculpa por lo allí acontecido aquella mañana que amaneció

tranquila, como habría transcurrido cualquiera de las mañanas de todos sus días vividos.

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lunes, 14 de septiembre de 2015

Una Rosa y una Margarita

¡Que suban las “rosas”!

dijo el conductor de la barca, 

lanzando una lisonja,

dirigida hacia mí, 

y mi amiga, Margarita. 

- Perdón… no soy una Rosa,

mi nombre es,  Margarita – 

Contestó mi amiguita,

enfadada, y coquetuela. 

- ¡Suba entonces…

 la Rosa! y la Margarita -

mejor, un ramillete, 

que una única flor. 

Ganaremos en belleza, 

en perfume, y en candor.

Aquél día Margarita... 

floreció de puro amor.

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jueves, 3 de septiembre de 2015

Mi angelito del agua

Mi niño de la marea
mi pequeñito del alma
Me lo mecieron las olas
para dormirle en el agua.
Soñaba un mundo nuevo
un mundo nuevo soñaba.
Soñaba que despuntaban,
ecos de paz y alianza.
Soñaba ver los colores,
libres de humos y llamas.
Soñaba mi pequeñito,
cuando lo acogió el agua
para llevarle consigo,
y devolverle a la playa.
Soñaba cosechar paz,
soñaba... solo, soñaba... 
Mi niño... mi angelito.
Mi pequeñito del alma.

Hay imágenes que quedan en la retina grabadas.
Igual que el fuego te queman,
la retina y el alma.   #AbuelaTeCuenta      

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lunes, 31 de agosto de 2015

sábado, 29 de agosto de 2015

Una noche de Halloween

Me encontraba esperando a que los peques llamasen a mi puerta.

Había comenzado a oscurecer sobre las siete de la tarde, y aún, no había llamado nadie.

Perdía poco a poco la esperanza de poder gastar los caramelos.

Pasadas las nueve de la noche, llamaron a la puerta y abrí tremendamente esperanzada. 

Ante mí se encontraba  mi vecina, que necesitaba un poco de harina para rebozar pescado, (de la que se usa en Cádiz que es de grano grueso y deja el pescadito muy crujiente y rico). 

Le di la harina, la saludé y cerré la puerta con la ilusión de volver a abrirla de nuevo, muy pronto. 

Por fin, sonó otra vez la "puerta", pues... (esta vez no usaban el timbre). Llamaban unos nudillos capaces de producir pequeños golpecitos, casi... casi... inaudibles.

Corrí hacia la puerta para abrirla de par en par. 

¡Esta vez sí! Era un  grupito de peques. Super graciosos y lindos. Con disfraces ocasionales, hechos con lo primero que habían pillado en sus armarios o en el armario de sus papis. 

Ni que decir tiene que me encantó verles y me deleitó su optimismo y gracia. 

¡Truco o trato!!!!

Gritaron desacompasados, pero con muchísima gracia, poniendo énfasis de "semi atraco"...

¡Jajajajajajajajajajaj!!!!!

Comenté sus disfracies, demostrándoles a cada uno, el gran susto y terror que producían en mí. 

Llené sus bolsillos de caramelitos, nos despedimos y volví a la impaciente espera de llamadas, agazapada tras la puerta. 

Poco después llamó otro pequeño grupito de peques, igual de graciosos que los primeros. 

Les di caramelos a todos y esperé a los grupos restantes con la bolsa abierta y aún repleta de caramelos, ansiosos también de cambiar de lugar lo antes posible. (Dos kilos no se gastan así de fácil) pero al ver que la noche de Halloween llegaba a su fin sin más visitas, decidí bajar  al parquecillo que hay delante de mi casa.

Allí estaban todos los peques correteando. La pequeña placita del parque, bullía de capas vampiras, escobitas de brujas, pinturas zombies, sábanas blancas, de ojos pintadas, y algún que otro rabito de calabaza que giraba sobre sí mismo encima de inquietas cabezas de nenes o nenas. 

Llegaban los peques, de vuelta ya del "Truco o Trato" decepcionados porque nadie abre la puerta de su casa, y al ver mi bolsa de caramelos abierta y dispuesta a vaciarse, acudieron como las palomitas del parque a las miguitas de pan y... (Nunca me sentí más feliz que rodeada de tantos y tantos niños). La bolsa de caramelitos no duró nada abierta y llena. 

Pobrecilla... ¿Qué son dos kilos de caramelos para un montón de niños?... 

¡Pues eso!... 

¡Nada!!!! 

Disfruté muchísimo al ver cómo la bolsa se iba arrugando a medida que se iban gastando los caramelos, a cambio de caritas felices de todos aquellos pequeñines tan graciosos vestidos de personajes diferentes y con sus preciosas caritas pintadas con la tremenda esperanza de dar muchííísimo miedo...

¡Que bellos y maravillosos son los niños!!!!!

(Este relato, corresponde a la noche de Halloween del año pasado).
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miércoles, 26 de agosto de 2015

¡No destruirás mi familia Eva! Capítulo XXXIV de la novela en común

Capítulo XXXIV de la novela en común
La Isla y yo

Tahohae suelta la lanza y sale de la cueva, pero… Veo en su rostro su disconformidad con el hecho de dejar con “vida” a mi putrefacta ex pareja. 

Sabía que Eva tendría cadencia al encuentro conmigo, que no pararía hasta poder unirse a mí en comunión llevándome al mismo estado zombie en el que ella se encontraba. 

Tahohae, sabía de amor y de muerte, no conocía de virus ni del por qué de las extrañas razones que hacían volver a los muertos, caminar entre los vivos, pero sí conocía los casos, sus causalidades y sus cadencias. 

Sabía que el amor permanecía de algún modo tras la muerte y renacía en ellos el deseo de encuentro con la persona amada, como una necesidad de unión de ambos al nuevo estado, para llevar unidos una nueva vida dentro de su estado de muerte andante. Ocurría también con los demás seres querido (si los hubiese) El nuevo muerto viviente, acudiría en su búsqueda para llevarles consigo a aquél nuevo estado de pervivencia putrefacta.


Eva volvería y no nos dejaría de seguir hasta conseguir su propósito. Se comportaría como una mujer celosa, acosadora y persistente hasta alcanzarme y arrebatarme de los brazos de Tahohae.

La próxima vez la mato sin decir nada. 

Pensó Tahohae y permaneció mirando hacia atrás mientras abandonaban la cueva que hasta entonces, era su hogar. El primer hogar de verdad que ella había tenido, el primer ser al que cuidar, el primer amor… Sí, ahora estaba segura de estar enamorada de aquél hombre enfermizo y débil que había despertado su instinto de mujer y su instinto maternal. Creía además, estar en cinta, pues su figura se estaba ensanchando y una incipiente barriga despuntaba hacia delante de un modo bastante sospechoso…

No permitiría de ningún modo que Eva le arrebatase el padre a su hijo. 

Dormiría desde ese día “con un ojo abierto” y estaría alerta durante todo el día. 

Eva se guiaba por el olfato, que se desarrollaba tras la muerte como el mejor olfato animal, pero lo que Eva no sabía es que ella, Tahohae poseía atributos felinos, su vida al aire libre la había dotado de sentidos extraordinarios de los que carecen las personas criadas en ciudades. Estaba acostumbrada a vivir alerta desde su nacimiento y sus cinco sentidos se habían ampliado para poder subsistir a los peligros de una jungla. Se había criado sola en la isla y supo ganarse el sustento desde muy pequeña. Iría a por todas por liberar a su amor del peligro que se cernía sobre él.

Estaba dispuesta a todo.

Lo daría todo por su familia.

Se sentía tan feliz de tener algo tan suyo y tan maravilloso…
Estado de la novela en PDF

domingo, 23 de agosto de 2015

No. No puede ser esto amor.

¿Qué es el amor, Abuela?

El amor es intangible,
Corre, nada, brinca, vuela.

El amor son… cosquillitas,
Que agitan el corazón.

Llega cuando no lo esperas.

El amor es una pluma,
El amor es una vela.

El amor habla susurros...
Que entiende el corazón.

El amor no hace caso,
De razones, ni monsergas.

El amor es una llama,
El amor es una hoguera.

El amor, mi pequeñita...
Duele, hiere, mata, quema.

En deseo arde el amor,
De sentirle siempre cerca.

¿Es amor las palomitas
Que en mi pecho tiemblan hoy?

No sé, si será amor abuela…

Es tangible, pues le veo,
Aunque… Cuando le veo huyo.

Sus palabras las rehúyo,
Temiendo que sea amor.

No, no puede ser esto amor…
Pues nada a mí me quema,
Aunque... tiembla el corazón…

Mi corazón se acelera,
De pronto, trepidan mis piernas...
Flaquea mi respiración...

No, no puede ser el amor,
No corre, no brinca, ni vuela.

En la puerta del colegio espera,
Dice, que muere por mí de amor…

Yo, abuelita, no creo que sea amor,
No hay plumas, ni existen velas...

No hay llamas, ni hay dolor.
Solo hay... este deseo de verle.

Deseo de oír su voz.
Deseo... de verle cerca,

Aunque tiemble el corazón.

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domingo, 16 de agosto de 2015

ENFADO

Tú, mirabas a escondidas,
yo, tus miradas notaba.

Tus miradas rehuía,
 miraba, si no mirabas.

Mi cara la escondía,
 al lado opuesto de la almohada.

Fingía estar dormida,
evitaba tu llamada.

Te giraste, vi tu espalda,
me sentí... desilusionada.

Estiré mi pierna izquierda,
por ver si te alcanzaba.

Tu reacción fue, girar de nuevo,
otra vez te vi la cara.

Me miraste, y esta vez...
no rehusé tu mirada.

Llevé mi cabeza hacia centro,
Hacia el centro, de la almohada.

Quería sentirte cerca…
más cerca de ti, así quedaba.

Rozaste entonces mis labios,
y me tocaste la cara.

Encendimos los sentidos,
con una grandiosa llama.

Después de prender la hoguera,
y las llamas... se apagaran.

Prometimos que otra noche,
jugaríamos a que yo,

Otra vez contigo…

estaría enfadada.


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Para el concurso de relatos eróticos, "Fantasías Textuales.

sábado, 15 de agosto de 2015

Perlas de luz de la mañana

La noche se acercó al día,
bordada de luna blanca,
Festones la luna hacía, 
con los luceros del alba.

Hilos de luna caían, 
en los espejos del agua.
Mientras la luna cosía, 
las estrellitas jugaban.

Entraban, se zambullían, 
y del agua se empapaban.
Dejaban caer gotitas, 
que como estrellas brillaban,

Jugaban las estrellitas,
la luna festoneaba... 
Caían bellas gotitas,
De luz brillante de agua.

Mi mano extendí vacía,
recogí con alegría,

las perlas  de luz, 
de una hermosa mañana.


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viernes, 14 de agosto de 2015

LLUVIA DE PESÉIDAS

Para ver a las perséidas, nos vestimos de astronautas.
Unas botas, unos guantes, y también una bufanda.

Anduvimos un buen rato, hasta llegar a la playa, 
Buscamos entre las dunas, por ver la más adecuada.

Pronto la elegimos, límpida duna de arenas blancas,
Mullimos bien la arena y formamos una almohada.

La noche nos envolvía, la oscuridad nos mimaba.
Pronto llegó una estrella, que caía hacia mi cara.

Cerré rápidos mis ojos, y al abrirlos ya no estaba,
Se perdió en la noche oscura y ya nadie la encontrara.

Miles de miles de estrellas amigas, en el cielo la buscaban,
Hacia mi cara caían, después desaparecían.

Tras la primera se iban llenas de amor y esperanza.
La bóveda del cielo hervía, con luces de estrellas vanas.

Que sus vidas allí perdían, lanzábanse sin paracaídas,

Y sin seditas de araña.

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