El bate, se resbalaba de sus manos pringosas;
se encontraba solo, en la cocina, amasando empanada.
Un ruido furtivo le sobresaltó desconcentrándole...
Lo del bate, fue algo instintivo…
Giró su cuerpo hacia el lugar de procedencia del estruendo,
mientras se aferraba al bate con ambas manos…
un segundo después, su amada María caía inconsciente a unos tres metros de él.
Espantado e incrédulo, clavó su mirada, en sus manos vacías...
El bate, testigo mudo de lo acontecido, yacía al lado de ella; una muñeca de porcelana
contemplaba la escena impertérrita, tendida en el suelo, a la altura de su cintura.
Una gota de sangre, asomaba de ambas cabezas dormidas, aunque...
"sólo una de ellas, podía sangrar".
Él, contemplaba sus manos vacías incrédulo, sin saber qué pensar, y como única disculpa; gritó:
¡Yo, solo amasaba empanada!
Repitió a modo de consuelo, y disculpa por lo allí acontecido aquella mañana que amaneció
tranquila, como habría transcurrido cualquiera de las mañanas de todos sus días vividos.
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El bate, testigo mudo de lo acontecido, yacía al lado de ella; una muñeca de porcelana
contemplaba la escena impertérrita, tendida en el suelo, a la altura de su cintura.
Una gota de sangre, asomaba de ambas cabezas dormidas, aunque...
"sólo una de ellas, podía sangrar".
Él, contemplaba sus manos vacías incrédulo, sin saber qué pensar, y como única disculpa; gritó:
¡Yo, solo amasaba empanada!
Repitió a modo de consuelo, y disculpa por lo allí acontecido aquella mañana que amaneció
tranquila, como habría transcurrido cualquiera de las mañanas de todos sus días vividos.
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