Podría incluir que por regla general, no tienen por qué ser rasgos de una personalidad negativa, ya que suele tratarse de minúsculas diferencias inherentes a nosotros mismos, a nuestra propia identidad, que resultarán un tanto extrañas, para quienes nos observen desde una lejanía adquirida y mantenida de forma más o menos crítica.
Cuando estos observadores se atreven a dar ese paso necesario que les llevará a conocernos desde la cercanía, sabrán ellos, o nosotros mismos nos iremos dando cuenta, de que cada personalidad obedece a esta razón para llegar a hacerse única; y es que...
"En una realidad cercana, las rarezas no existen", ya que todos, sin excepción, tendemos a movemos por los designios de un igualado amor, y que a nuestros instintos más básicos y hasta a los más complejos, se les guala a través de unas mismas necesidades y de los mismos y esenciales deseos vitales, que indefectiblemente ha de conllevar al desarrollo y continuidad de una vida cualquiera, para que haya de ser vivida.
Así somos, y esta es nuestra realidad, o "rareza" única.