Carta
número 3.122
Adorada
mía:
Mi
bella y dulce amada, de nuevo te escribo unas líneas para calmar esta ansia. Esta
ansia de ser tuyo, de sentirte mi amada.
Ayer,
cuando estuvimos juntos y te ofrecí mi hombro sobre el que tú llorabas, sentí
que me rompía, mi corazón se exaltaba. Y yo, adorada mía, por dentro, también
lloraba.
¡No me
digas que me quieres, dime por Dios que me amas!
Y explícame
cómo puedes amar a quien tanto te daña.
Ese
tipo al que quieres, del que estás enamorada, ¿No ves que siempre te engaña? Y a mí por dentro me hiere
con puñales y navajas.
Ya no
puedo soportarlo, ser tu amigo es mi máxima
desgracia y tan solo me consuelo, porque te veo en mis sueños junto a mí, aquí
en mi cama y no quiero despertarme, no quiero que te vayas, siguen mis ojos
dormidos. Soñándote tú me amas. Te sueño en sueños despiertos y hago eternas las
mañanas.
Temo oír
sonar el móvil y descubrir que me llamas y temo más tu silencio, tu ausencia
que a mí me mata.
Ansío
que estemos solos y esos besos de amigo que a veces pongo en tu cara… acercaré
a tus labios los míos, te rozaré con mi
alma, pondré mis cinco sentidos y entonces…estoy muy seguro, que… En un beso sabrás cuanto han callado mis ansias.
Comprenderás con el beso que tú también me amabas.
Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved
Comprenderás con el beso que tú también me amabas.
Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved