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martes, 6 de junio de 2017

Cabina

Se le antojó claustrofóbica, una cabina de escasas dimensiones pintada en estéril blanco. Al poco, tuvo la sensación de ser confundida con un acerico. Sin saber por qué, recordó a su abuela y como clavaba y desclavaba alfileres y agujas mientras hilvanaba prendas para probar a las clientas o para que sirviesen como guía sin pérdida a la máquina de coser. 
Le intrigaba el especial sentido de profundidad de clavado que poseía su yaya para no taladrarse la muñeca ni una única vez, ni se perforaba jamás el pecho, cuando hincaba en él indiscriminadamente agujas o alfileres sin en apariencia,tocar piel…  ¿Es que acaso llevaba un acerico oculto bajo su sujetador. O le importaban tan poco sus pechos como para atiborrarlos a pinchazos? Nunca halló respuesta para esa incesante pregunta que jamás se había atrevido a formular.
Se le ocurrió pensar en las posibles  consecuencias funestas que podría tener esa costumbre si su abuela fuese una mujer de hoy, y pudo visualizar en su mente, sin problemas, unos implantes de silicona chorreando relleno a través de la piel que hasta entonces, había sido capaz de ocultarlos bajo el músculo pectoral.
Un estremecimiento repulsivo la hizo conmover mientras se sometía al tratamiento de acupuntura que le aliviaría de rigidez y dolores y... como revulsivo, intentó leer un pequeño relato que formaba parte del total en un libro de relatos; cuando recibió la advertencia de Fernando, el acupuntor:
— No es conveniente mantener los ojos abiertos—
Cerró los ojos, y al poco, perdió la conciencia del lugar, del encierro y de la picazón que le producían las agujas clavadas en su cuerpo.
Intentó abrir un ojo para mirar el reloj, pero la luz se había apagado, no se escuchaba ruido alguno y se quedó quieta…

Quince días después…
Fernando que regresaba de su viaje a Londres caminaba hacia su consulta. Habían sido unas vacaciones perfectas. Londres le premió con su clima singular… Desde siempre había deseado conocer la famosa niebla más espesa que un puré de guisantes, que tantas veces había leído en libros detectivescos, o escuchado decir en películas del mismo género... Ahora conocía exactamente  cómo era una "niebla puré de guisantes" que tanto le había costado visualizar en su imaginación…
Se sentía reconfortado, le había abandonado el estrés…
Cerca de su consulta, descubrió un cartel pegado a una columna que soportaba una farola… 
¿No era aquella su paciente?...
Un cartel reclamaba la presencia de una mujer joven que él recordó…
La mirada se nubló a su alrededor… El suelo se le acercaba, la calle parecía moverse…
En el portal de su consulta existía un hedor imposible de soportar. Enseguida pensó en la gambas que habían disfrutado la última mañana de consulta como aperitivo a las doce del mediodía. Estaba seguro de haber bajado la basura...
Un sudor frío recorrió su espalda convertido en profundo dolor…
Cuando abrió la cabina, la camilla chorreaba una masa pútrida, infecta, corrupta, de la que podían aún reconocerse unos ojos cerrados y sobresalían a su alrededor a modo de “pinchitos” metálicos un montón de agujas de acupuntura.
Fernando se apresuró, llenó una bolsa de plástico con la masa informe y corrió con ella a cuestas escaleras abajo hasta el contenedor de basuras más próximo sin que nadie le viese; antes que diesen las diez de la mañana y llegase a la cita el siguiente paciente.
Oye, tú... Déjame un comentario!!!
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©copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta



lunes, 5 de junio de 2017

Tú...

Llegaste como la luna,
entraste, como la estrella
y te bañaste en mi playa
y te tumbaste en mi arena.

Y te ofrecí de mis aguas,
calor de una vida nueva.
Rumor de sentido aliento,
rumor, de sal y arena.

Y te mecí con mis olas,
te moví al flotar en ellas,
para bañarme en tus risas,
para llenarme de estrellas.

Y lucí en mí tus brillos,
me llené de luna nueva.
Deshojé tu amor de rosas,
Me bañé en tu primavera.

©copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta



sábado, 3 de junio de 2017

Descubreme!


Descúbreme si quieres esta noche
en la opaca luz de un ocaso
en el parpadeo de un sueño
en el rojo encendido del cielo.

Descúbreme en el verde del campo
en la mínima hoja de un árbol,
en la claridad pulcra y sublime
de cualquier 
gris mañana  de invierno.

Descúbreme en tus días corrientes
en la deambulación de semillas
que navegan al compás de un viento.

Descúbreme en tus baños de luna
a través de una rosa de vientos.
Descúbreme en ese lugar incógnito

en que dicen, que nace el océano.

©copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta


viernes, 2 de junio de 2017

Dess

Des; ese era su nombre y le gustaba llamarse de ese modo. 
Le gustaba, y gustaba a quienes la rodeaban; a sus amigas les parecía “muy chic” un nombre compuesto por tres letras que podría servir de prefijo a múltiples cualidades. Su mejor amiga Maripepa solía llamrle Desy y las amigas de mamá le llamaban Desdi, tal como solía llamarla con sumo cariño su solícita madre.

Cuando comenzó a ir al colegio, tenía como compañera de mesa a Margarita. Todos los días debían escribir su nombre en el papel en blanco que les facilitaba su profesora la señorita Herminia. Cuando Margarita había escrito su primera sílaba, Des había concluido y se quedaba mirando como su compañera escribía con trazos inseguros el resto de su extenso nombre.

Pasada su primera etapa infantil, comenzó a añadir una “s” más a su pequeño nombre que quedaba aún más chic, si es que eso era posible.

Podríamos pensar que se trataba de un nombre maravilloso para una niña maravillosa, como lo son todas las niñas y Des, era especialmente cariñosa conteniendo dentro de sí un alma artística que la hacía tan especial como lo era su escueto nombre… Aunque… Algunas veces… esas ahora “cuatro letras” se volvían en su contra, como cuando perdió sus primeros dientes frontales que sus compañeros de clase le decían: Des-Dentada y algunas otras veces, como cuando se le olvidaba la merienda en casa o cuando se le rompía alguna goma o la mina del lápiz su nombre servía para llamarle Des-Cuidada…

Pero esas eran pequeñas cosas de pequeñas ocasiones que no mermaban en absoluto su calidad de vida, ni su autoestima, ni su necesidad de aprender, o sus ansias de juegos y felicidad.
La mamá de Dess era considerada en el pueblo como una visionaria o adivina, aunque eso sí, muy bien considerada. Mantenía a sus amigas alerta sobre cosas que podrían ser perjudiciales para en lo que fuese posible evitarlas. Leía pensamientos e interpretaba sueños absteniéndose de transmitir a los interesados las cosas que pudieran ser perjudiciales o malas, con lo que todo el mundo la adoraba; y ella, adoraba a su pequeña, le consentía y apoyaba en todos sus pequeños proyectos o haciendo realidad todos los deseos que Dess expresaba. Sus amigas algunas veces reprochaban el comportamiento permisivo de la mamá consentidora, a lo que ella repetía como única respuesta: Las niñas han de aprovechar al máximo su niñez y disfrutar de todo lo que la vida les pueda ofrecer. La niñez dura apenas unos instantes en nuestras vidas y si no se es feliz entonces cuándo, en qué momento se podrá ser…

Las otras mujeres que también eran madres no tenían más remedio que asentir ante tales argumentos, y pensando en sus propios hijos repetían la frase como se repiten las letanías… Como si se tratase de una verdad única y dicha por un pensador antiguo que hubiese demostrado a través del tiempo la veracidad de una frase dicha.

La niñez de Dess transcurría plagada de felicidad, embriagada de cariño y por si la felicidad proporcionada por su mamá no fuese suficiente, cuando cumplió los dieciséis años, Dess conoció a Fermín, aunque ya le conocía con anterioridad, o desde siempre, pero no se había fijado en él hasta entonces… Cuando iban al colegio, él estaba unos cursos por encima del de ella y eso le hacía invisible, aunque Fermín sí la veía y sí reparaba en su belleza y en el aura de bondad que parecía rodearla que la hacía elegante, atractiva, y quizá aún más bella.

Pasaron tres años de relación marcada por el placer, el amor y la felicidad… Fermín un día de fiesta y en medio del estruendo producido por un castillo de fuegos artificiales pidió a Dess en matrimonio, ella aceptó encantada, y en ese íntimo instante, soñó con amanecer día tras día al lado de su amor, de compartir con él el tiempo, la vida el amor y hacer realidad aquel deseo constante de sentir su cuerpo desnudo junto al suyo.

Tal como había ocurrido toda su vida, la mamá de Dess se hizo cargo de todos los preparativos, de todos los papeles, de todo cuando Dess necesitaba.
El día de su boda el Reverendo Padre Don José María Izquierdo preguntó a Fermín:
 Fermín. ¿Quieres por esposa a Desdichada?
Dess miró hacia un lado y hacia otro en busca de semejante nombre que jamás había escuchado hasta entonces…
Tras la respuesta afirmativa del novio, la pregunta fue dirigida a ella:
 ¿Y tú Desdichada, quieres por esposo a Fermín?...
El mundo se cayó sobre el alma de Dess al descubrir que su nombre era “Desdichada” y en el mareo que sintió tras el impacto de ser portadora de un nombre horrible, su cabeza pareció asentir… Una S sorda se asomó a sus labios y fue tomada por el Padre como un sí. Mientras ella no sabía qué pensar…
¿Cómo se le pudo ocurrir a su madre, a su padre, o a quien se le haya ocurrido un nombre tan horrible?
—Puedes besar a la novia—
Fermín la abrazó y la besó haciendo caso a la petición del oficiante que dio permiso para un beso. Ese hecho le hizo olvidar un nombre que llevaba con ella desde hacía diecinueve años y que permaneció oculto hasta entonces...
Tres días después de su boda, Fermín la dejó sola en una habitación cualquiera un hotel cualquiera de una bella ciudad para salir a pasear o… Vete a saber qué… no regresó hasta pasadas las tres de la madrugada… Al ser interpelado por Dess…
—¿A dónde has ido mi amor, estaba preocupada por ti?…—

Fermín contestó sin palabras, con una acción que no dejaba lugar a dudas sobre lo que no deseaba ser preguntado.
Un empellón la hizo perder el equilibrio chocando secamente contra la pared, con la suficiente fuerza como  para acallar la curiosidad de “Desdichada”.

©Copyright Todos los derechos reservados
Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta




Las Vacaciones que Iluminaron mi Vida

Las Vacaciones que Iluminaron mi Vida
Muy pronto en preventa

Editada por "DALYA"
Una novela de

Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta

jueves, 25 de mayo de 2017

Encuéntrame!

Hállame, en el trinar de las aves,
en el cantar de los vientos,
en el rumor más suave
del más sólido acuerdo.

Localízame, en el trasluz de un instante,
en el recuerdo de un día,
en el rubor de un encuentro.

Agárrame, con el calor de tus manos,
con la sentida caricia,
de nuestro primer momento.

Atrápame, en tu cálida memoria
en la sensual fantasía,
de un añorado recuerdo

Desmenúzame, en tus sonoras palabras
en tus risas soñadoras,
en tus prosas y en tus versos.

©copyright  Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta


Búscame

Búscame frente al rugir de la nada,
en el silente gruñir de nostalgia,
en la mudez de llamadas
que representan la ausencia.

Búscame donde se pierde el olvido
donde acude el sigilo,
donde se viste de luto
la opacidad del silencio.

Búscame en el bramido absoluto 
de la mediocridad y lo hermético,
en el pudor de lo oculto,
en el transcurso del tiempo.

Búscame donde disipa la luna
sus rayos desiertos
en la más tediosa, cruda noche,
del más lúgubre frío umbroso
de los oscuros inviernos.


©Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta

martes, 23 de mayo de 2017

Suspendida en Vilo

Me suspendiste en vilo,
me subiste a tu pecho,
me llenaste de luz
con la luz de tus besos.

Me envolví en tus brazos,
me bañé de tu aliento,
y ceñí sin holgura
tu esplendor a mi cuerpo.

En apenas instantes,
de delirio y anhelo,
insuflaste la vida
en la quietud de mi seno.

© Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta

Entre tus brazos

Amanecí en tus brazos
con el alma encendida
en locura y deseo.
No dormimos la noche
nos fundidos unidos,
y vencimos al sueño.
Se borró esta noche
de mi sueño, tus sueños.
de mis días, tus días
de mis ansias, tus ansias
de mis besos, tus besos.

Se nubló esa mañana 
de tu nube mi cielo.



© Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta





domingo, 21 de mayo de 2017

Tú en mi nave

Te subiste a mi nave
en viaje secreto,
he notado en mis manos
tu planeta de vientos...
Erupción de volcanes,
en candentes montañas
que derraman fugaces,
blanca lava de hielo.
Recorrí tus paisajes,
de espacios latentes.
Me adentré en tus mares
de oleajes maestros
y, una luna mirando
se quedó en nuestro cielo.
Para ver las comarcas
de lugares tan bellos.



© Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta