Tus dedos recorren mi piel como fuego,
despiertan volcanes dormidos de ansia.
Tu aliento me roza, me quema, me ruego,
y el mundo se pliega en pura fragancia.
La luna nos mira, cómplice y muda,
mientras mi cuerpo se rinde al deseo.
Tus labios me buscan, la noche se inunda,
de gemidos suaves, de ritmo y jadeo.
No hay tiempo ni nombre en esta caricia,
solo piel y alma fundidas sin prisa.
`Copyright Mercedes del Pilar Gil
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