Nuestros vampíricos colmillos, se vieron enredados en nuestras lenguas, convirtiendo dulces besos de amor, en tragos de espesa y roja sangre, que rauda fluía a través de dientes, traspasando la frontera de los labios, y convirtiendo besos, en una macabra y deliciosa orgía de fresca, y sabrosa sangre.
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