Esta mañana me llamó por teléfono Anita y pidió que se pusiera al teléfono Mafy,
(mi perrita).
Acerqué el teléfono a la oreja de Mafy y Ana le dijo:
-Hola Mafy, te tengo que hacer una pregunta muy importante.
-¿Por qué a los perros os gusta la comida que huele tan mal?
(A Ana no le gusta el olor del pienso para perros)
(A mí tampoco)
Mafy quería contestar, que ella no come pienso,
que come filetitos y pollo cocido con zanahorias...
y algunas veces con un poquito de arroz en sopita.
Pero Mafy, sólo podía escuchar atentamente,
y mover el rabito muy contenta de oír a su compañera de juegos,
y conversaciones en las que Mafy sólo escucha.
Algunas veces interactúa dando un besito,
corriendo tras su juguete favorito, o comiendo un pedacito de galleta.
Suelen jugar a que Mafy es la “niña” y Anita su mamá.
Si pudiera... habría hablado
¡Claro que habría hablado!
Pero después de un rato en silencio, esperando respuesta, Ana le dijo:
-¡Mafy!, ¡haz el favor de contestar!
-¡Abuela, Mafy no me contesta!
-Es que no sabe hablar -le respondí- en defensa de la pobrecita Mafy.
-Pero por lo menos que me diga ¡Guau!
-Dile guau Mafy.
Reñí a mi perrita, que me devolvió a cambio una mirada de pena.
-¡GUAU!
Contesté yo como si fuese Mafy.
-¡Has sido tú abuela, que conozco tu voz!
Respondió Ana ya enfadada.
-¡Mafy, eres una mal educada!
Le regañó Ana a través del teléfono.
-¡Cuando se te hace una pregunta, se contesta!.
Le dijo muy enojada colgando a continuación el teléfono.
Mientras la pobrecita Mafy...
La escuchaba embelesada moviendo su rabito muy atenta,
e interesada en la conversación.
Que malas son las comunicaciones a distancia,
El cuidado extremo que debemos poner para no molestar a nuestro interlocutor,
y hasta los silencios pueden molestar cuando no ves la expresión de quien está al otro extremo del auricular.
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Anita, charlando con Mafy en una de sus largas conversaciones y juegos