Decidí no hacer caso de aquel parpadeo absurdo, ya que si continuaba prestándole atención me volvería loca, pasaría, debía de pasar del todo, y continuar con mi escritura… Hasta que… de forma totalmente inconsciente… pude leer un mensaje que decía exactamente esto: “Estamos entre vosotros, y necesitamos comunicarnos.
Hemos llegado de Niémedes a un millón de años luz en medidas terrestres”. Leí, y escribí, mecanografiando sobre papel, hasta llegar a la extenuación.
El fluorescente de mi habitación, llevaba más de una semana transmitiendo aquel mensaje, usando insoportables parpadeos que podrían haberse parecido al morse, por su especie de puntos y rayas, pero que nadie, al no hallarse en un estado de “trance” igual al mío, hubiese llegado a entender.
Solo quedaba una pregunta por resolver:
¿Cómo eran esos hombres de Niémedes?
¿Dónde se encontraba ese dichoso Niemedes?
Entonces un escalofrío heló mi sangre.
Copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez