Un
helicóptero viviente
Aterrizó
sobre mi mano.
Disfruté
de sus colores,
De sus
alas transparentes,
De su
tono azul cobalto.
Pensé
cogerla y guardarla,
Atraparla
entre mis manos,
Para tenerla
muy cerca,
En mi
jaulita de mano.
Y poder
ver sus colores
Mañana,
u otro día del año.
Estaba
tan viva y bella…
Tuve la
suerte de verla,
Desde tan de cerca...
Apoyándose aquí... sobre mi mano,
Que no
pude traicionarla,
No
quise hacerle daño.
Soplé
para no tocarla,
Que se
elevara despacio.
Supe que
estaba contenta,
Cuando
tras sobrevolarme,
Se me despidió
llorando.
¡Adiós
mi bella Libélula!
¡Gracias
por tan lindo rato!
No
olvidaré tus colores,
Ni tus
alitas de encanto.
No te
olvides tú de mí
Vuelve si
es que quieres,
Jugar a
mi lado un rato.
#AbuelaTeCuentA
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