Acariciándote,
te llevé a mi cama,
luciste,
como alargada amapola
estirada sobre mi almohada.
Te alcé de la cintura
abrazándote con mis manos...
Sentí tu sedosa caricia
al besarte con mis labios...
Remojé el dedo corazón
retozántolo impaciente
en la cuna de mi lengua.
Recorté espacios...
presurosa,
hasta lograr el centro señalado...
y volamos unidos,
tú, y yo...
por espacios de conciencia
por senderos impensados...
La locura,
la sapiencia...
el fervor,
lo inesperado...
Tú, yo...
nosotros...
viviendo, amando...
y pasé tus hojas,
las bebí con mi saliva,
las leí en remojado
en salobres sin sabores
en delicias, de contacto...
te dejé en la mesilla
después que el sueño, surgiese
improvisado.
©Mercedes del Pilar Gil Sánches
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