Siempre en busca de editorial. Como sabéis, mi NOVELA "Las Vacaciones que iluminaron Mi Vida" ha obtenido magníficas valoraciones. Gracias por vuestras lecturas y comentarios, ya que también aquí, escribo relatos, cuentos, o poesía Infantil. (Mis Cuentos publicados en Amazon, han estado situados en el nº 1 de ventas) Gracias por leerme. Comenta, no te cortes.
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martes, 17 de diciembre de 2024
lunes, 16 de diciembre de 2024
Recuerdo de amor.
jRecordando amor, que amar recela,desquicié mi alma en una esperade dudoso renacer en Antequera.Presumiendo amor, que era quimera.Arrullado por las aguas de la villa,vi hundirse un querer que era madera.Trastocando mi pasión en amargurauna lágrima destruye mi figura,
de galán que no esperó jamás cordura.
A Carmen Conde
Era un lindo pajarito
Cuando era chiquitina,
era igual a un pajarillo.
Mi madre me alimentaba,
como a un lindo pajarito.
Si alguien me preguntaba,
cada vez les contestaba,
pi, pi, pi… pio, pio, pio.
Bajaba las escaleras
de tres en tres, a saltitos.
Era un dulce pajarito.
Bajaba después la acera
dividida en cuadraditos y,
ya luego los saltaba
parecía un pajarito.
Mi madre me repeinaba
con dos trenzas y flequillo
que en dos alas se volvían,
y con ellas yo volaba
al igual que un pajarillo.
Mamá quiso que cantara…
Dejé de ser pajarillo…
Fui hija, madre, esposa,
y grité cada mañana.
Grité, me desgañitaba,
lanzando al aire con ganas
un fuerte grito de mujer.
#gritodemujer
#pajarito
#lindo #felieesfiestas #fellizNavidad #paratodos
jueves, 15 de febrero de 2024
Mensaje cifrado
Decidí no hacer caso de aquel parpadeo absurdo, ya que si continuaba prestándole atención me volvería loca, pasaría, debía de pasar del todo, y continuar con mi escritura… Hasta que… de forma totalmente inconsciente… pude leer un mensaje que decía exactamente esto: “Estamos entre vosotros, y necesitamos comunicarnos.
Hemos llegado de Niémedes a un millón de años luz en medidas terrestres”. Leí, y escribí, mecanografiando sobre papel, hasta llegar a la extenuación.
El fluorescente de mi habitación, llevaba más de una semana transmitiendo aquel mensaje, usando insoportables parpadeos que podrían haberse parecido al morse, por su especie de puntos y rayas, pero que nadie, al no hallarse en un estado de “trance” igual al mío, hubiese llegado a entender.
Solo quedaba una pregunta por resolver:
¿Cómo eran esos hombres de Niémedes?
¿Dónde se encontraba ese dichoso Niemedes?
Entonces un escalofrío heló mi sangre.
Copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez
Luce un sol que reconcilia a la arena con el agua de la playa. Pablo construye almenas, mientras Virginia, en la orilla, se deja acariciar por las olas que tozudas van llegando hasta sus pies. Ambos, con las piernas descubiertas y las ropas remangadas, disfrutan muy de mañana.
Una estrella de mar y una concha recorren la orilla, por las olas obligadas. Pablo, a regañadientes, arrastra una enorme empuñadura de un más enorme paraguas.
“Hoy lloverá, hijo mío. No te olvides el paraguas,” le dice su madre. “No has de preocuparte, madre. Que yo no temo a las aguas,” es la respuesta de él.
Sin embargo, Pablo hace caso a la madre preocupada y, bajo el azul del cielo, remolcaba aquella pesada carga.
De repente, una sombra oscurece la mañana, una amenaza surge de una nube grisácea. Los niños, como otros niños, se angustian y crece el susto. Pablo, firme como un navío anclado a tierra, sostiene el paraguas mientras la niña corre aterida a protegerse del agua.
Él, como la quilla de un buque, hace frente a la corriente y cobija a Virginia en su paraguas, quien se une a su cuerpo en busca de su calor. El corazón de Pablo late con fuerza al sentir el otro cuerpo... Retrocede de pronto, mientras que piensa:
“¿Pudiera ser que esto sea aquello que llaman amor?”