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martes, 17 de diciembre de 2024

Los niños del paraguas

Luce un sol que reconcilia a la arena con el agua de la playa. Pablo construye almenas, mientras Virginia, en la orilla, se deja acariciar por las olas que tozudas van llegando hasta sus pies. Ambos, con las piernas descubiertas y las ropas remangadas, disfrutan muy de mañana.

Una estrella de mar y una concha recorren la orilla, por las olas obligadas. Pablo, a regañadientes, arrastra una enorme empuñadura de un más enorme paraguas.

“Hoy lloverá, hijo mío. No te olvides el paraguas,” le dice su madre. “No has de preocuparte, madre. Que yo no temo a las aguas,” es la respuesta de él.

Sin embargo, Pablo hace caso a la madre preocupada y, bajo el  azul del cielo, remolcaba aquella pesada carga.

De repente, una sombra oscurece la mañana, una amenaza surge de una nube grisácea. Los niños, como otros niños, se angustian y crece el susto. Pablo, firme como un navío anclado a tierra, sostiene el paraguas mientras la niña corre aterida a protegerse del agua.

Él, como la quilla de un buque, hace frente a la corriente y cobija a Virginia en su paraguas, quien se une a su cuerpo en busca de su calor. El corazón de Pablo late con fuerza al sentir el otro cuerpo... Retrocede de pronto, mientras que piensa:

“¿Pudiera ser que esto sea aquello que llaman amor?”



lunes, 16 de diciembre de 2024

Recuerdo de amor.

jRecordando amor, que amar recela,
desquicié mi alma en una espera
de dudoso renacer en Antequera.
Presumiendo amor, que era quimera.
Arrullado por las aguas de la villa,
vi hundirse un querer que era madera.
Trastocando mi pasión en amargura
una lágrima destruye mi figura, 
de galán que no esperó jamás cordura.

A Carmen Conde

Ayer por la tarde
bullía el levante
con un fuerte viento…
Abriendo ventanas
entró tu sombrero;
aquél que perdiste
en la puerta del Sol
mezclado con vientos.
Vientos reprimidos
y malditos vientos.

Tú fuiste valiente,
desnuda la mente
de hueros sombreros,
símbolos de cuerdas
y machismos muertos
.
Yo te vi hermosa…
Lucir tu cintura,
y tu melena al viento.
Tú, radiante y libre
 desafiaste al aire,
 con tus pasos firmes
 y mirada al cielo.




Era un lindo pajarito

Cuando era chiquitina,

era igual a un pajarillo.

Mi madre me alimentaba,

como a un lindo pajarito.

Si alguien me preguntaba,

cada vez les contestaba,

pi, pi, pi… pio, pio, pio.

Bajaba las escaleras

de tres en tres, a saltitos.

Era un dulce pajarito.

Bajaba después la acera

 dividida en cuadraditos y,

ya luego los saltaba

parecía un pajarito.

Mi madre me repeinaba

 con dos trenzas y flequillo

que en dos alas se volvían,

y con ellas yo volaba

al igual que un pajarillo.

Mamá quiso que cantara…

Dejé de ser pajarillo…



Fui hija, madre, esposa,

y grité cada mañana.

Grité, me desgañitaba,

lanzando al aire con ganas

un fuerte grito de mujer.

#gritodemujer

#pajarito

#lindo #felieesfiestas #fellizNavidad #paratodos

jueves, 15 de febrero de 2024

Mensaje cifrado


Decidí no hacer caso de aquel parpadeo absurdo, ya que si continuaba prestándole atención me volvería loca, pasaría, debía de pasar del todo, y continuar con mi escritura… Hasta que… de forma totalmente inconsciente… pude leer un mensaje que decía exactamente esto: “Estamos entre vosotros, y necesitamos comunicarnos. 

Hemos llegado de Niémedes a un millón de años luz en medidas terrestres”. Leí, y escribí, mecanografiando sobre papel, hasta llegar a la extenuación. 

El fluorescente de mi habitación, llevaba más de una semana  transmitiendo aquel mensaje, usando insoportables parpadeos que podrían haberse parecido al morse, por su especie de puntos y rayas, pero que nadie, al no hallarse en un estado de “trance” igual al mío, hubiese llegado a entender.

Solo quedaba una pregunta por resolver:

¿Cómo eran esos hombres de Niémedes?

¿Dónde se encontraba ese dichoso Niemedes?

Entonces un escalofrío heló mi sangre.


Copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez