analyticstracking.php

analyticsTraking

Mostrando entradas con la etiqueta #MercedesdelPilarGilSánchez. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta #MercedesdelPilarGilSánchez. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de febrero de 2019

El frío en el cuerpo

Hoy tengo al frío
metido en el cuerpo.
Acurrucadito…
De mi espinazo,
justo en el centro.
Le arropo, le cuido
Le pongo mantita,
Mi batita roja…
Calcetines nuevos…
Ato a mi cintura
bufanda de cuello
Estás ahí frío…
te siento, te veo…
¡Yo, tengo al frío…
Metido en el cuerpo!
¡Hola, soy yo, frío…
Y qué a gustito…
Estoy aquí dentro!
Me arropan, me cuidan
me gusta, me encanta,
el nuevo contexto;
esta nueva casa
en la que me encuentro…
Aquí, en este espacio,
me siento contento.
¡Ay, cómo me gusta
Este nuevo cuerpo!
Me arropan, me cuidan
me sacan el frío
que llevo en exceso…
Y tan a gustito
tan genial me siento,
que ya no me cambio…
Me quedo aquí dentro
en esta, mi casa
el cuerpo que habito…
¡Que ahora es mi cuerpo!


©Mercedes del Pilar Gil Sánchez
#AbuelaTeCuenta
⛄⛄⛄⛄⛄⛄⛄⛄⛄⛄⛄⛄
🙅

martes, 29 de enero de 2019

Las vacaciones que iluminaron mi vida en la facultad de derecho de Cádiz

Maravollosa tarde, llena de maravillosas y emotivas palabras pronunciadas por el profesor José Antonio Hernández Guerrero y dedicadas a mi novela "Las vacaciones que iluminaron mi vida" Resuena aún, junto a su voz en mi oído:

---¿Recuerdas, Mercedes lo mucho que me gustó tu primer libro?...

---¡Sí!

---Pues este, me gustó mucho más... Muchísimo más.

Muchísimas gracias por esas palabras que son infinitamente importantes para mí, ya que proceden de la sabiduría hecha persona.

Se sirvió la tarde

de un sol brillante

que después dio paso

a una luna tibia

con ramos de estrellas.

Y lucieron lirios

de luces de luna

bañados de letras.

Letras que brotaron

como maravilla

ensalzando un libro

de esta torpe estrella.

Gracias. Copyright Mercedes Gil
#AbuelaTeCuenta, #LasVacacionesQueiluminaronMiVida, #MercedesdelPilarGilSánchez,
https://www.agapea.com/Mercedes-del-Pilar-Gil-Sanchez/Las-vacaciones-que-iluminaron-mi-vida-9788494695025-i.htm





viernes, 2 de junio de 2017

sábado, 5 de marzo de 2016

Si hemos de perdonarnos…


Si hemos de perdonarnos,
Errores que ahora son nuevos...

Deberíamos distanciarnos,
Explorar extraños mundos,
Unirnos a amores nuevos.

Si es que de verdad me quieres,
Si es que en verdad te quiero.

O por siempre arriesgarnos,
A pedir perdones nuevos.

A que sobre Tú y Yo cabalgue,
Un gélido viento de enero.

Henchido de nuevos errores,

Preñado, de perdones nuevos.

#AbuelaTeCuentA                                                                              

Copyright © 2016 AbuelaTeCuenta All rights reserved

domingo, 27 de diciembre de 2015

La Luna de Navidad

La noche de Navidad,
Venía esta vez premiada
Premiada de hermosa luna,
Luna de luces de plata.

Gélida estaba la luna,
Más parecía enamorada,
Le acompañaba una estrella
Que era el lucero del alba.

Vino a alegrarnos la luna
En una noche cerrada
Regalándonos su luz
Luz de destellos de nácar.

Aquella luna que vino,
No era luna vacía,
Era una luna nueva,
Que llena de luna venía.

Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All rights reserved 


domingo, 20 de diciembre de 2015

La Noche del Veinticuatro de Diciembre

Margarita, permanecía bajo la nieve sin apenas abrigo, viendo gente pasear y comprar a sus hijos cosas superfluas.

Un niño, tiró un caramelo sujeto por un palo. Margarita, deseaba conocer el sabor de aquél dulce y lo recogió del suelo.

-¡Niña!

-¡No se cogen cosas del suelo!

-¡Cochina!

Gritó el padre del niño.

Margarita echó a llorar y quedó dormida junto a un perro callejero, que siempre, le prestaba su calor.


Soñó un árbol luminoso cargado de comida,  ropas de abrigo, el regreso de su amorosa mamá... 

Al despertar, le rodeó toda aquella maravilla, regalo del muy bondadoso Santa Claus


Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All rights reserved 

Santa Claus



Faltaban tres días para la noche navideña, cuando Carlitos preparó su trampa en la chimenea, con intención de dar cazar a Santa Claus.

Esa trampa consistía en una red introducida por la chimenea, obstruyendo la salida, y que sería accionada con el peso del cuerpo de Santa, quedando después, cerrada sobre sí misma. 

Los extremos libertadores, permanecerían ubicados en el exterior del canal de humos, para que una vez atrapado, Santa Claus, no pudiese liberarse.

Carlitos, no dejaría nada al azar. Él mismo se introdujo por la chimenea para comprobar su efectividad, y funcionamiento.

La noche del día veinticuatro llegó, y Carlitos, permanecía desaparecido. 

Santa, le halló tal como había quedado tres días antes; envuelto en la red de su propia trampa. Tras unos segundos de desconcierto, enseguida comprendió para quién estaba destinado tan maño enredo.

Santa, recogió el extraño paquete, envuelto tal cual lo halló, lo depositó bajo el árbol familiar como  regalo único navideño.

--¡Hasta nunca Carlitos! 
Sentenció Santa Claus al traviesísimo infante.


Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All rights reserved 

jueves, 17 de diciembre de 2015

¡Mañana llega la Primavera!


Mi cacao con leche esperaba humeante sobre la mesa de la cocina y mamá presurosa me animaba a darme prisa.
-¡Péinate!
-¡Ponte bien los zapatos!
Miré a mis pies, y les vi más extraños que otras veces, las puntas de mis zapatos, se desviaban hacia los lados externos. Junté mis pies, y… en vez de unirse, parecían repelerse y querer distanciarse por las punteras. las puntas de los zapatos, se alejaban la una de la otra, mientas los talones, permanecían como siempre, juntos y unidos.
¡Qué extraño!
Pensé…
¿Se habrían enfadado mis zapatos, e intentaban apartarse el uno del otro?
Les observé perpleja sin saber qué les podría haber pasado.
Mamá me sacó del ensimismamiento, y también de mis dudas en un instante.
-¡Ana!
-¡Tienes los zapatos del revés!
-¡Pon bien los zapatos, Ana!
Ordenó mamá.
Me alegré de que no les ocurriese nada malo a mis zapatos, no me gustaría… ¡Nada! Que se hubiesen enfadado.
Les regañé por traviesos y cambiarse de pie, aunque enseguida les dije:
-¡No pasa nada! Sé que no lo volveréis a hacer. No quiero veros tristes ¿Vale?
Les perdoné.
Me gusta verles contentos, saltando y corriendo conmigo y también, haciendo resbalones por el pasillo de casa.
Aunque… Recuerdo el primer día que me los puse, no se portaron demasiado bien conmigo, pues me hicieron unas rozaduras muy incómodas y dolorosas en los talones.
Mamá me colocó unas tiritas. Dos en cada pie para proteger mi piel del roce con el zapato.
-¡Ana!
Gritó mamá desde la cocina, con ese grito que conozco tan bien y que quiere decir exactamente esto:
“Me estás hartando Ana, y como grite otra vez… “
Decidí, tras la advertencia, darme toda la prisa posible y hasta la imposible, también.
Me cambié de pie los zapatos en un “pis, pas” y esta vez, vi cómo volvían a unirse en las puntas y cómo volvían a ser amigos. Corrí hacia la cocina a disfrutar de mi leche con cacao que tanto me gusta y que ya había dejado de humear. Se hallaba a esa temperatura calentita, pero no “quemona”.
Ese es el punto de calor que me gusta. ¡Caliente y sin quemar! ¡Bien!
-¡Ana, no te manches, pon atención a lo que estás haciendo!
Como siempre, mamá interrumpió mis pensamientos que se encontraban perdidos en el aire, mientras miraba el tapete de la mesa que había puesto hoy mamá y en el que había dibujada una niña caminando hacia una montaña nevada. Le acompañaba, un lémur de cola anillada al que había subido a su hombro, para que no se cansara. La montaña, estaba tan lejos…
Qué bonito dibujo, siempre que mamá lo extiende en la mesa, pienso que soy yo quien tiene la suerte de ser la amiga preferida de un lémur cola anillada.
-¡Vamos Ana, que ya es tarde!
Corrí a recoger mi mochila del colegio y entonces, me di cuenta de que había dejado sobre mi cama, el libro de Naturales. Volví a correr hacia mi habitación, cogí el libro y lo llevé en mi mano hasta llegar al coche de mamá.
-¡Abróchate el cinturón Ana!
Ordenó mamá.
-¡Ya lo he abrochado mamá!
-¿Sabes Ana? Mañana llega la primavera.
Qué extraño, esta misma mañana, he vuelto a leer mi lección de Naturales y… la señorita ayer, nos habló de que hoy, es el último día de otoño y que mañana llega el invierno…
Creo que mi mamá (aunque es muy lista) no sabe que mañana lo que llega es el invierno.
 -¡Mamá!
-¿Dime Ana?
Casi no me atreví a decir nada…
-¡Mamá!
-Te escucho Ana, dime.
-¿Estás segura de que llega la primavera mañana?
-¡Pues claro!
-¡Mañana iremos a la estación a buscarla!
Me quedé callada.
Miré por la ventanilla en busca de flores, en los jardines por los que pasábamos.
Nos paramos en un semáforo que se había puesto en color rojo, y cuando un semáforo se pone en rojo, hay que parar y esperar a que se vuelva a poner de color verde.
Yo siempre aviso a mamá:
-¡Ya! Mamá, ¡Verde!
Pero esta vez, no le dije nada, busqué con la mirada en la rotonda, que tenía delante de mis ojos por ver si había florecido alguna flor entre las hierbas… No encontré ninguna.
-¡No me has avisado, Ana!
-¿Qué le ocurre a mi niña?
Preguntó mamá
-¡No hay flores! Mamá.
Contesté.
-No pasa nada, cariño. Ya las habrá.
Volví la cabeza y vislumbré una larga fila de árboles calvos, sin un único pelo-hoja con el que guarecerse del frío helado que había convertido en escarcha al rocío.
Pensé en las ganas que tenía de pisar escarcha y escuchar su  ¡CRAS! ¡CRAS! ¡CRAS! Bajo mis zapatos.
Entonces… me invadió otro pensamiento, referente a mis zapatos, pensé en lo felices que se pondrían de poder pisar saltando, y más aún después de haberles reñido esta mañana cuando jugando, se cambiaron de pie.
Enseguida me di cuenta de que se me había ido el pensamiento de lo importante.
Lo importante esta mañana es encontrar a la primavera.

¡No la veo!

¡No soy capaz de ver, nada de primavera!



-¡Buenos días niñas!

-¿Venís despejaditas hoy?

-¿Alguien ha estudiado el tema que toca?

Preguntó la señorita Rosalía y… Todas las niñas levantaron la mano.

-Ana, ¿Tú no has estudiado?

-Sí, señorita. He estudiado la lección que tú dijiste.

-¿Entonces?... ¿Por qué no has levantado la mano como tus compañeras?

-Porque la lección que estudié es la del INVIERNO.

-Muy bien Ana.

-Como todos y todas sabemos, hoy es el último día de otoño, y mañana comienza el invierno.

-¡No, señorita! Mañana viene la PRIMAVERA.

-¡Me lo ha dicho mi mamá!

-No cariño, mañana llega el invierno.

-Como ya hemos hablado ayer, el otoño comienza el día veintiuno de septiembre hasta el día veintiuno de diciembre.

-¿Qué día es hoy?

Preguntó la señorita

-¡Veinte de diciembre! Señorita.

-También hemos estudiado que: El invierno, comienza el día veintiuno de diciembre y durará hasta el día veintiuno de marzo.

-Entonces, y según lo que hemos estudiado.

-¿Qué estación comienza mañana?

-¡El invierno! Señorita.

Contestaron todas mis compañeras.

Mi voz, entre las voces de todas ellas, gritó…

-¡La PRIMAVERA!

-Ana, la primavera no llegará hasta el día veintiuno de marzo y terminará el día veintiuno de junio.

-¡Mañana, comienza el invierno!

No podía contradecir más a la señorita Rosalía, pues en esta última frase, noté que estaba perdiendo la paciencia conmigo y que tenía próximo un castigo si continuaba discutiendo con ella.

A mí me gusta mucho ir al recreo.

Me gusta jugar. Y a mis zapatos también les gusta. Seguro que ellos tienen tantas ganas como yo de salir a saltar y correr y hacer las coreografías inventadas que solemos hacer en el patio.

¡Lloré!

¡Lloré muchísimo!

No estaba muy segura de por qué lloraba, pero tenía que llorar.

No podía decirle más veces a la señorita, que estaba equivocada.

No podía decirle que mi mamá lo sabía todo. Que ella siempre se sabe las lecciones de mi libro, sin tener que leerlo…

¿¡Cómo no va a saber que mañana es primavera!?

¡Si fuese invierno mi mamá lo sabría!

La señorita Rosalía me llevó junto a María, otra señorita, y María me llevó junto a la directora del colegio, que es muy seria y da mucho miedo.

Cuando hacemos travesuras en la clase, la señorita Rosalía, siempre nos dice: ¡Os voy a llevar con la directora! Y… siempre nos asusta muchísimo.

Cuando dejé de llorar, Maribel, (la directora), que resultó no ser tan mala, y me regaló un caramelo y un bombón de tres chocolates. Me preguntó:

-¿Qué te ha pasado Ana?

-Pues que la señorita Rosalía, dice que mañana comienza el invierno.

-¿Y no es así?

-¡Mañana comienza la Primavera!

-¡Me lo ha dicho mi mamá!

-Puede que tu mamá se haya confundido y haya dicho primavera, cuando quería decir invierno…

-¿No crees que pudo haber ocurrido algo así?

Me quedé pensativa… Podría ser que… Después de todo, no había ninguna flor… En ninguno de los jardines…


Hacía mucho frio, y yo salí de casa con un abrigo, unos guantes y un gorro…

-¡Seguro que mamá se confundió!

-¡Eso ha pasado!

-¡Sí!

-Quiso decir invierno y ha dicho primavera.

-Jejejeje

Salimos al recreo, y mis zapatos lo pasaron genial, y yo también con ellos.

Me vino a recoger a la salida del cole mi abuela, mamá tenía visita en casa…

Cuando llegamos al portal, mamá gritó desde arriba.

-¡Sube, Ana!

-¡Ya está aquí mi Prima Vera!                 
 



Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All rights reserved 



domingo, 18 de octubre de 2015

Cupido dormía ayer.

Dormía Cupido ayer,

Cuando paseé por la plaza,

Cuando pasaste sin ver,

Sin reparar que allí estaba.

Dormía Cupido ayer,

 Ya bien pasadas las diez,

 De una hermosa mañana,

Si ibas a dormir ayer,

¿Por qué no dormías también,

El día en que pasó,

Él frente a mi ventana?

¿Por qué clavaste en mí,

 Tus frías flechas de amor,

Que en vida a mí me matan?

Cupido, ¡Clávalo a él!

O quítame a mí esta lanza.

Que pueda su amor tener,

Y respirar de placer,

Cuando su amor me entregara.


Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved