Faltaban tres días
para la noche navideña, cuando Carlitos preparó su trampa en la chimenea, con intención de dar cazar a
Santa Claus.
Esa trampa consistía
en una red introducida por la chimenea, obstruyendo la salida, y que sería accionada con el peso del cuerpo de Santa, quedando después, cerrada sobre sí misma.
Los extremos libertadores,
permanecerían ubicados en el exterior del canal de humos, para que una vez atrapado, Santa Claus, no pudiese liberarse.
Carlitos, no dejaría nada al
azar. Él mismo se introdujo por la chimenea para comprobar su efectividad, y funcionamiento.
La noche del día veinticuatro llegó, y Carlitos, permanecía desaparecido.
Santa, le halló tal como había quedado tres días antes; envuelto en la red de su propia
trampa. Tras unos segundos de desconcierto, enseguida comprendió para quién estaba destinado tan maño enredo.
Santa, recogió el extraño paquete, envuelto tal cual lo halló, lo depositó bajo el árbol familiar como regalo único navideño.
--¡Hasta nunca Carlitos!
Sentenció Santa Claus al traviesísimo infante.
Santa, recogió el extraño paquete, envuelto tal cual lo halló, lo depositó bajo el árbol familiar como regalo único navideño.
--¡Hasta nunca Carlitos!
Sentenció Santa Claus al traviesísimo infante.
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