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lunes, 17 de febrero de 2025
Presentacion
martes, 17 de diciembre de 2024
lunes, 16 de diciembre de 2024
Recuerdo de amor.
jRecordando amor, que amar recela,desquicié mi alma en una esperade dudoso renacer en Antequera.Presumiendo amor, que era quimera.Arrullado por las aguas de la villa,vi hundirse un querer que era madera.Trastocando mi pasión en amargurauna lágrima destruye mi figura,
de galán que no esperó jamás cordura.
A Carmen Conde
Era un lindo pajarito
Cuando era chiquitina,
era igual a un pajarillo.
Mi madre me alimentaba,
como a un lindo pajarito.
Si alguien me preguntaba,
cada vez les contestaba,
pi, pi, pi… pio, pio, pio.
Bajaba las escaleras
de tres en tres, a saltitos.
Era un dulce pajarito.
Bajaba después la acera
dividida en cuadraditos y,
ya luego los saltaba
parecía un pajarito.
Mi madre me repeinaba
con dos trenzas y flequillo
que en dos alas se volvían,
y con ellas yo volaba
al igual que un pajarillo.
Mamá quiso que cantara…
Dejé de ser pajarillo…
Fui hija, madre, esposa,
y grité cada mañana.
Grité, me desgañitaba,
lanzando al aire con ganas
un fuerte grito de mujer.
#gritodemujer
#pajarito
#lindo #felieesfiestas #fellizNavidad #paratodos
jueves, 15 de febrero de 2024
Mensaje cifrado
Decidí no hacer caso de aquel parpadeo absurdo, ya que si continuaba prestándole atención me volvería loca, pasaría, debía de pasar del todo, y continuar con mi escritura… Hasta que… de forma totalmente inconsciente… pude leer un mensaje que decía exactamente esto: “Estamos entre vosotros, y necesitamos comunicarnos.
Hemos llegado de Niémedes a un millón de años luz en medidas terrestres”. Leí, y escribí, mecanografiando sobre papel, hasta llegar a la extenuación.
El fluorescente de mi habitación, llevaba más de una semana transmitiendo aquel mensaje, usando insoportables parpadeos que podrían haberse parecido al morse, por su especie de puntos y rayas, pero que nadie, al no hallarse en un estado de “trance” igual al mío, hubiese llegado a entender.
Solo quedaba una pregunta por resolver:
¿Cómo eran esos hombres de Niémedes?
¿Dónde se encontraba ese dichoso Niemedes?
Entonces un escalofrío heló mi sangre.
Copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez
domingo, 2 de julio de 2023
Corriendo con mis Tacones
La primera vez que corrí en la carrera de tacones, lo hice en el pasillo de mi casa, llevaba en los pies, los zapatos de mi mamá.
Corrí y corrí sin pausa contra mí mismo. Recuerdo que a mamá le destrocé
los zapatos, y recuerdo, que cuando me preguntó sobre el tema, me negué a
contestar.
---Dime Antoñito; ¿Has roto tú mis zapatos?
—¡De verdad, mamá, que yo no he sido!
“Por entonces, usábamos el mismo número” lo que me hacía más sospechoso todavía.
Aunque mi hermana Berta, estaba también entre los sospechosos de los habitantes que había en mi casa, y que
entraba dentro del coeficiente de sospecha, de mamá.
Confieso que en aquel entonces, dejé sin
despejar aquella incógnita; hoy me arrepiento, ya que Berta lloraba y perjuraba
que ella no había sido… “En todas las guerras, hay siempre perdedores o vencidos”.
Recuerdo que al principio, no podía dormir por causa de los remordimientos; claro que entonces eran otros tiempos, y me daba miedo de las reacciones de los llamados adultos…
Ay, si os contara…
Si os contara, no me creeríais, puesto que la simple sospecha de ser “diferente”, me hacía sufrir insultos, todos y cada uno de los días; claro que poco a poco a base de fingir, yo mismo me creía que entraba dentro de la llamada “normalidad.”
Sí, sí, la “Normalidad, normalizada en
aquellos tiempos”
Ayer me fui a Madrid, dejé mi tierra
natal atrás, y mi vida en aquella normalidad fingida, para salir a correr con
mis tacones de quince centímetros por la calle Pelayo.
¡Qué bien lo pasé!
Copiright Mercedes del Pilar Gil
Sánchez
Todos los derechos reservados.
Luce un sol que reconcilia a la arena con el agua de la playa. Pablo construye almenas, mientras Virginia, en la orilla, se deja acariciar por las olas que tozudas van llegando hasta sus pies. Ambos, con las piernas descubiertas y las ropas remangadas, disfrutan muy de mañana.
Una estrella de mar y una concha recorren la orilla, por las olas obligadas. Pablo, a regañadientes, arrastra una enorme empuñadura de un más enorme paraguas.
“Hoy lloverá, hijo mío. No te olvides el paraguas,” le dice su madre. “No has de preocuparte, madre. Que yo no temo a las aguas,” es la respuesta de él.
Sin embargo, Pablo hace caso a la madre preocupada y, bajo el azul del cielo, remolcaba aquella pesada carga.
De repente, una sombra oscurece la mañana, una amenaza surge de una nube grisácea. Los niños, como otros niños, se angustian y crece el susto. Pablo, firme como un navío anclado a tierra, sostiene el paraguas mientras la niña corre aterida a protegerse del agua.
Él, como la quilla de un buque, hace frente a la corriente y cobija a Virginia en su paraguas, quien se une a su cuerpo en busca de su calor. El corazón de Pablo late con fuerza al sentir el otro cuerpo... Retrocede de pronto, mientras que piensa:
“¿Pudiera ser que esto sea aquello que llaman amor?”
© Copyright © All rights reserved Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta.