Estoy segura de que esto es una realidad, al menos lo es durante un tiempo de la vida humana que comprende la infancia y el tiempo de adolescencia. Cuando nos hacemos mayores se invierten las preferencias, entonces, al alcanzar la madurez ya no ejerce el mismo atractivo el sexo opuesto de nuestros progenitores y tendemos a reflejarnos en los valores humanos de referencia según las tareas que ejercemos como personas de familia, independientemente de qué labores desempeñemos fuera del núcleo familiar, aquí da igual qué seamos o en qué tipo de carreras nos hemos formado, porque el instinto, los sentimientos, y lo que somos intrínsecamente no tiene nada que ver con nuestros conocimientos. Nuestra esencia no atiende a feminismos ni machismos ni a ninguna otra influencia. Nuestra esencia nos encamina a tomar como valores preferenciales los que poseen nuestros padres si somos hombres, y los que hacen referencia a nuestras madres cuando somos mujeres. Todo ocurre cuando llegamos a valorar por nuestra propia experiencia, cuando llegan los hijos propios, nos hacemos padres o madres y tomamos conciencia de lo que somos y de qué nos llevó a serlo.
Mercedes del Pilar Gil #AbuelaTeCuenta Copyright © 2017