Siempre en busca de editorial. Como sabéis, mi NOVELA "Las Vacaciones que iluminaron Mi Vida" ha obtenido magníficas valoraciones. Gracias por vuestras lecturas y comentarios, ya que también aquí, escribo relatos, cuentos, o poesía Infantil. (Mis Cuentos publicados en Amazon, han estado situados en el nº 1 de ventas) Gracias por leerme. Comenta, no te cortes.
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jueves, 28 de enero de 2016
lunes, 25 de enero de 2016
viernes, 15 de enero de 2016
Idilio entre la luna, y el observatorio de San Fernando
Flotaba
la luna llena,
Llenando
de luz sus rayos.
Llevando
luces de hielo,
Al suelo de San Fernando
Al suelo de San Fernando
Luces, blanco de mármol.
Compiten
rayos de tierra,
Con la
fuerza de sus rayos.
Rayos que
el cielo penetran,
Midiendo
del tiempo datos.
Datos
que son más fríos,
Que los
rayos más helados.
Compiten,
más ella gana,
Gana en
belleza y encanto.
Luce
colgada del cielo,
Como globo grande, y blanco.
Tan blanco
como la sal,
Del
suelo de San Fernando.
Él la persigue amoroso,
Haces de luz penetrados...
Ella, se muere de amor,
Por el galán medidor
Y... deciden mezclar rayos.
Él la persigue amoroso,
Haces de luz penetrados...
Ella, se muere de amor,
Por el galán medidor
Y... deciden mezclar rayos.
miércoles, 6 de enero de 2016
Oh, la Abuela tiene una amiga!!!!
—
Hola, ¿Estás sola aquí? –
—
¡Sí, he venido sola!
Me apetecía un café
Además, me apetecía estirar las piernas durante un rato. –
—
¿Puedo sentarme a tu lado? –
—
¡Claro que sí, me gusta la compañía!
¿Te apetece tomarte un café conmigo?
¡Te llamaré al camarero! –
—
¡Muchas gracias!
Eres una persona muy amable
¡Me gustará tu compañía! –
—
Tu cara me resulta familiar, es como si te conociese de antes…
Es como si fueses alguien a quien he conocido…
Alguien a quien he conocido, hace algún tiempo…
Alguien a quien he conocido, hace algún tiempo…
Aunque… es como si tu rostro… hubiera mutado…
Me suena. Sí, me suena mucho tu cara –
—
Me suele ocurrir… Suele ocurrir que a quién conozco… Le suene…
Le suene Bastante …
Hasta hay quien se pasa semanas sonándose mi cara…
¡Perdón! Quise decir… ¡Sonándole! –
—
¿Cómo te llamas amiga?
Quizá oyendo tu nombre…
—
Mi nombre es Gripe, Mercedes… y estaré a tu lado por varias semanas.
Debes estar contenta, ya no estarás sola.
Ten en cuenta, que mi presencia está muy solicitada
—
¡Sabía que te recordaba!
¡Sabía que me "sonaría"!
¡Sí, Sabía que me sonaba!!!
¡Sabía que me "sonaría"!
¡Sí, Sabía que me sonaba!!!
domingo, 27 de diciembre de 2015
La Luna de Navidad
La noche de
Navidad,
Venía esta
vez premiada
Premiada de
hermosa luna,
Luna de
luces de plata.
Gélida estaba
la luna,
Más parecía
enamorada,
Le
acompañaba una estrella
Que era el
lucero del alba.
Vino a
alegrarnos la luna
En una
noche cerrada
Regalándonos
su luz
Luz
de destellos de nácar.
Aquella luna que vino,
No era luna vacía,
Era una luna nueva,
Que llena de luna venía.
Aquella luna que vino,
No era luna vacía,
Era una luna nueva,
Que llena de luna venía.
sábado, 26 de diciembre de 2015
Formando el Belén
La
Navidad le absorbió en cuerpo y alma, la noche anterior, colocó la última
figurita en el belén.
Se sentía orgullosa, le había llevado mucho tiempo conseguir que las montañas pareciesen nevadas, que los limos resultasen reales, que las aguas procedentes de las montañas, pareciesen verdaderas cascadas…
Había estrujado su imaginación a tope, y el resultado final, había merecido la pena del esfuerzo invertido.
Lo que más le enorgullecía era pensar que los materiales utilizados, eran tan cotidianos que no hubo de salir a buscar ninguno. La hierba la crió en una maceta bien tupida sembrando semillas de alpiste, después la recortó en diversos tamaños para adaptarla, y la había convertido en... un césped, hierbas altas, o en un ocultador ramaje.
El agua, fue construida con papel plateado, espejos, y film de envolver.
Pensó entonces con regusto extremo, en que los diminutos habitantes de aquel belén, con seguridad, estarían encantados de vivir en aquel lugar paradisíaco conseguido por sus manos.
Se sentía orgullosa, le había llevado mucho tiempo conseguir que las montañas pareciesen nevadas, que los limos resultasen reales, que las aguas procedentes de las montañas, pareciesen verdaderas cascadas…
Había estrujado su imaginación a tope, y el resultado final, había merecido la pena del esfuerzo invertido.
Lo que más le enorgullecía era pensar que los materiales utilizados, eran tan cotidianos que no hubo de salir a buscar ninguno. La hierba la crió en una maceta bien tupida sembrando semillas de alpiste, después la recortó en diversos tamaños para adaptarla, y la había convertido en... un césped, hierbas altas, o en un ocultador ramaje.
El agua, fue construida con papel plateado, espejos, y film de envolver.
Pensó entonces con regusto extremo, en que los diminutos habitantes de aquel belén, con seguridad, estarían encantados de vivir en aquel lugar paradisíaco conseguido por sus manos.
Como
todos los años, envió invitaciones a los vecinos para que admirasen su obra de
arte.
Debía
recoger la casa, no podría haber nada por medio la mañana siguiente, debería
quedar todo pulcro y brillante; y... Únicamente dejó por hacer, el lavado de la ropa.
Abrió la lavadora y guardó todo el montón acumulado durante los días en que se dedicó por entero, a construir el Belén.
Se quedó dormida pronto aquella noche...
Realmente estaba agotada.
Abrió la lavadora y guardó todo el montón acumulado durante los días en que se dedicó por entero, a construir el Belén.
Se quedó dormida pronto aquella noche...
Realmente estaba agotada.
Nada
más quedarse dormida, sintió en su cuerpo como si fuese amasada, o como un masaje duro, que la hacía renacer… como si alguien, estuviese interesado en repasar todas sus formas...
¡Durmió!
Durmió,
como jamás lo había hecho, desde que era una niña pequeña.
Creyó
despertarse temprano, cuando la luz de la mañana llegó a la altura de sus ojos,
rebotando en algo sumamente brillante.
Tenía
mucha ropa por lavar…
No
comprendía qué pasaba…
""¡Debe
ser la hora de que lleguen los invitados!"... Pensó...
Pudo
oír cómo se abría la puerta… y cómo su marido hablaba con los visitantes…
— ¡Pasad!
¡Como veréis, a
quedado Precioso!
¡Estoy seguro de que os gustará!
¡Ella, llegará enseguida!
No
sé qué le ha podido pasar, para que se pierda este momento, después de tanto
trabajo. Tiene mucho mérito, pues lo ha hecho sola, sin ayuda de nadie.
¡ ¡Amelia es, una verdadera artista!
¡ ¡Amelia es, una verdadera artista!
— ¿Ella?
¿Amelia?
¿Amelia?
¿Es
que acaso se refiere a mí?
¿Por
qué habla mi marido como si yo no estuviera?
¡Pero
si estoy aquí mismo!...
Notó
entonces… cómo una mano la agarraba por la cabeza, como una de esas máquinas de
feria cuyo extremo termina en garra de
recoger objetos…
— ¡Mirad
esta lavandera!
¿A
que parece muy real?
"La
niña del vecino de al lado, me sostenía entre sus dedos, mientras mis ojos
permanecían cegados por el reflejo del sol en el agua del río, hecho con papel
de aluminio que yo misma había construido el día anterior...
Miré
en mi derredor y… Quise morir en cuanto que vi el inacabable montón de ropa que aún me
quedaba por lavar"…
— ¡SocOrroOOooooo!
¡SocOrroOOooooo!
¡SocOrroOOooooo!
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lunes, 21 de diciembre de 2015
La Abuela en Creatividad al Piano!
Creatividad al Piano Incluye mis cuentos en su página.
En el apartado de Educación.
Estoy muy emocionada! Mil gracias!
En el apartado de Educación.
Estoy muy emocionada! Mil gracias!
domingo, 20 de diciembre de 2015
La Noche del Veinticuatro de Diciembre
Margarita, permanecía
bajo la nieve sin apenas abrigo, viendo gente pasear y comprar a sus hijos cosas
superfluas.
Un niño, tiró un
caramelo sujeto por un palo. Margarita, deseaba conocer el sabor de aquél dulce
y lo recogió del suelo.
-¡Niña!
-¡No se cogen cosas del suelo!
-¡Cochina!
Gritó el padre del
niño.
Margarita echó a
llorar y quedó dormida junto a un perro callejero, que siempre, le prestaba su
calor.
Soñó un árbol
luminoso cargado de comida, ropas de
abrigo, el regreso de su amorosa mamá...
Al despertar, le rodeó toda aquella
maravilla, regalo del muy bondadoso Santa Claus
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Santa Claus
Faltaban tres días
para la noche navideña, cuando Carlitos preparó su trampa en la chimenea, con intención de dar cazar a
Santa Claus.
Esa trampa consistía
en una red introducida por la chimenea, obstruyendo la salida, y que sería accionada con el peso del cuerpo de Santa, quedando después, cerrada sobre sí misma.
Los extremos libertadores,
permanecerían ubicados en el exterior del canal de humos, para que una vez atrapado, Santa Claus, no pudiese liberarse.
Carlitos, no dejaría nada al
azar. Él mismo se introdujo por la chimenea para comprobar su efectividad, y funcionamiento.
La noche del día veinticuatro llegó, y Carlitos, permanecía desaparecido.
Santa, le halló tal como había quedado tres días antes; envuelto en la red de su propia
trampa. Tras unos segundos de desconcierto, enseguida comprendió para quién estaba destinado tan maño enredo.
Santa, recogió el extraño paquete, envuelto tal cual lo halló, lo depositó bajo el árbol familiar como regalo único navideño.
--¡Hasta nunca Carlitos!
Sentenció Santa Claus al traviesísimo infante.
Santa, recogió el extraño paquete, envuelto tal cual lo halló, lo depositó bajo el árbol familiar como regalo único navideño.
--¡Hasta nunca Carlitos!
Sentenció Santa Claus al traviesísimo infante.
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jueves, 17 de diciembre de 2015
¡Mañana llega la Primavera!
Mi
cacao con leche esperaba humeante sobre la mesa de la cocina y mamá presurosa
me animaba a darme prisa.
-¡Péinate!
-¡Ponte
bien los zapatos!
Miré
a mis pies, y les vi más extraños que otras veces, las puntas de mis zapatos, se
desviaban hacia los lados externos. Junté mis pies, y… en vez de unirse,
parecían repelerse y querer distanciarse por las punteras. las puntas de los
zapatos, se alejaban la una de la otra, mientas los talones, permanecían como siempre,
juntos y unidos.
¡Qué
extraño!
Pensé…
¿Se
habrían enfadado mis zapatos, e intentaban apartarse el uno del otro?
Les
observé perpleja sin saber qué les podría haber pasado.
Mamá
me sacó del ensimismamiento, y también de mis dudas en un instante.
-¡Ana!
-¡Tienes
los zapatos del revés!
-¡Pon
bien los zapatos, Ana!
Ordenó
mamá.
Me
alegré de que no les ocurriese nada malo a mis zapatos, no me gustaría… ¡Nada!
Que se hubiesen enfadado.
Les
regañé por traviesos y cambiarse de pie, aunque enseguida les dije:
-¡No
pasa nada! Sé que no lo volveréis a hacer. No quiero veros tristes ¿Vale?
Les
perdoné.
Me
gusta verles contentos, saltando y corriendo conmigo y también, haciendo
resbalones por el pasillo de casa.
Aunque…
Recuerdo el primer día que me los puse, no se portaron demasiado bien conmigo,
pues me hicieron unas rozaduras muy incómodas y dolorosas en los talones.
Mamá
me colocó unas tiritas. Dos en cada pie para proteger mi piel del roce con el
zapato.
-¡Ana!
Gritó
mamá desde la cocina, con ese grito que conozco tan bien y que quiere decir
exactamente esto:
“Me
estás hartando Ana, y como grite otra vez… “
Decidí,
tras la advertencia, darme toda la prisa posible y hasta la imposible, también.
Me
cambié de pie los zapatos en un “pis, pas” y esta vez, vi cómo volvían a unirse
en las puntas y cómo volvían a ser amigos. Corrí hacia la cocina a disfrutar de
mi leche con cacao que tanto me gusta y que ya había dejado de humear. Se hallaba
a esa temperatura calentita, pero no “quemona”.
Ese
es el punto de calor que me gusta. ¡Caliente y sin quemar! ¡Bien!
-¡Ana,
no te manches, pon atención a lo que estás haciendo!
Como
siempre, mamá interrumpió mis pensamientos que se encontraban perdidos en el
aire, mientras miraba el tapete de la mesa que había puesto hoy mamá y en el
que había dibujada una niña caminando hacia una montaña nevada. Le acompañaba,
un lémur de cola anillada al que había subido a su hombro, para que no se
cansara. La montaña, estaba tan lejos…
Qué
bonito dibujo, siempre que mamá lo extiende en la mesa, pienso que soy yo quien
tiene la suerte de ser la amiga preferida de un lémur cola anillada.
-¡Vamos
Ana, que ya es tarde!
Corrí
a recoger mi mochila del colegio y entonces, me di cuenta de que había dejado
sobre mi cama, el libro de Naturales. Volví a correr hacia mi habitación, cogí
el libro y lo llevé en mi mano hasta llegar al coche de mamá.
-¡Abróchate
el cinturón Ana!
Ordenó
mamá.
-¡Ya
lo he abrochado mamá!
-¿Sabes
Ana? Mañana llega la primavera.
Qué
extraño, esta misma mañana, he vuelto a leer mi lección de Naturales y… la
señorita ayer, nos habló de que hoy, es el último día de otoño y que mañana
llega el invierno…
Creo
que mi mamá (aunque es muy lista) no sabe que mañana lo que llega es el
invierno.
-¡Mamá!
-¿Dime
Ana?
Casi
no me atreví a decir nada…
-¡Mamá!
-Te
escucho Ana, dime.
-¿Estás
segura de que llega la primavera mañana?
-¡Pues
claro!
-¡Mañana
iremos a la estación a buscarla!
Me
quedé callada.
Miré
por la ventanilla en busca de flores, en los jardines por los que pasábamos.
Nos
paramos en un semáforo que se había puesto en color rojo, y cuando un semáforo
se pone en rojo, hay que parar y esperar a que se vuelva a poner de color verde.
Yo
siempre aviso a mamá:
-¡Ya!
Mamá, ¡Verde!
Pero
esta vez, no le dije nada, busqué con la mirada en la rotonda, que tenía
delante de mis ojos por ver si había florecido alguna flor entre las hierbas…
No encontré ninguna.
-¡No
me has avisado, Ana!
-¿Qué
le ocurre a mi niña?
Preguntó
mamá
-¡No
hay flores! Mamá.
Contesté.
-No
pasa nada, cariño. Ya las habrá.
Volví
la cabeza y vislumbré una larga fila de árboles calvos, sin un único pelo-hoja
con el que guarecerse del frío helado que había convertido en escarcha al
rocío.
Pensé
en las ganas que tenía de pisar escarcha y escuchar su ¡CRAS! ¡CRAS! ¡CRAS! Bajo mis zapatos.
Entonces…
me invadió otro pensamiento, referente a mis zapatos, pensé en lo felices que
se pondrían de poder pisar saltando, y más aún después de haberles reñido esta
mañana cuando jugando, se cambiaron de pie.
Enseguida
me di cuenta de que se me había ido el pensamiento de lo importante.
Lo
importante esta mañana es encontrar a la primavera.
¡No la veo!
¡No soy capaz de ver, nada de primavera!
-¡Buenos días niñas!
-¿Venís despejaditas hoy?
-¿Alguien ha estudiado el tema que toca?
Preguntó la señorita Rosalía y… Todas las niñas levantaron la mano.
-Ana, ¿Tú no has estudiado?
-Sí, señorita. He estudiado la lección que tú dijiste.
-¿Entonces?... ¿Por qué no has levantado la mano como tus compañeras?
-Porque la lección que estudié es la del INVIERNO.
-Muy bien Ana.
-Como todos y todas sabemos, hoy es el último día de otoño, y mañana comienza el invierno.
-¡No, señorita! Mañana viene la PRIMAVERA.
-¡Me lo ha dicho mi mamá!
-No cariño, mañana llega el invierno.
-Como ya hemos hablado ayer, el otoño comienza el día veintiuno de septiembre hasta el día veintiuno de diciembre.
-¿Qué día es hoy?
Preguntó la señorita
-¡Veinte de diciembre! Señorita.
-También hemos estudiado que: El invierno, comienza el día veintiuno de diciembre y durará hasta el día veintiuno de marzo.
-Entonces, y según lo que hemos estudiado.
-¿Qué estación comienza mañana?
-¡El invierno! Señorita.
Contestaron todas mis compañeras.
Mi voz, entre las voces de todas ellas, gritó…
-¡La PRIMAVERA!
-Ana, la primavera no llegará hasta el día veintiuno de marzo y terminará el día veintiuno de junio.
-¡Mañana, comienza el invierno!
No podía contradecir más a la señorita Rosalía, pues en esta última frase, noté que estaba perdiendo la paciencia conmigo y que tenía próximo un castigo si continuaba discutiendo con ella.
A mí me gusta mucho ir al recreo.
Me gusta jugar. Y a mis zapatos también les gusta. Seguro que ellos tienen tantas ganas como yo de salir a saltar y correr y hacer las coreografías inventadas que solemos hacer en el patio.
¡Lloré!
¡Lloré muchísimo!
No estaba muy segura de por qué lloraba, pero tenía que llorar.
No podía decirle más veces a la señorita, que estaba equivocada.
No podía decirle que mi mamá lo sabía todo. Que ella siempre se sabe las lecciones de mi libro, sin tener que leerlo…
¿¡Cómo no va a saber que mañana es primavera!?
¡Si fuese invierno mi mamá lo sabría!
La señorita Rosalía me llevó junto a María, otra señorita, y María me llevó junto a la directora del colegio, que es muy seria y da mucho miedo.
Cuando hacemos travesuras en la clase, la señorita Rosalía, siempre nos dice: ¡Os voy a llevar con la directora! Y… siempre nos asusta muchísimo.
Cuando dejé de llorar, Maribel, (la directora), que resultó no ser tan mala, y me regaló un caramelo y un bombón de tres chocolates. Me preguntó:
-¿Qué te ha pasado Ana?
-Pues que la señorita Rosalía, dice que mañana comienza el invierno.
-¿Y no es así?
-¡Mañana comienza la Primavera!
-¡Me lo ha dicho mi mamá!
-Puede que tu mamá se haya confundido y haya dicho primavera, cuando quería decir invierno…
-¿No crees que pudo haber ocurrido algo así?
Me quedé pensativa… Podría ser que… Después de todo, no había ninguna flor… En ninguno de los jardines…
Hacía mucho frio, y yo salí de casa con un abrigo, unos guantes y un gorro…
-¡Seguro que mamá se confundió!
-¡Eso ha pasado!
-¡Sí!
-Quiso decir invierno y ha dicho primavera.
-Jejejeje
Salimos al recreo, y mis zapatos lo pasaron genial, y yo también con ellos.
Me vino a recoger a la salida del cole mi abuela, mamá tenía visita en casa…
Cuando llegamos al portal, mamá gritó desde arriba.
-¡Sube, Ana!
-¡Ya está aquí mi Prima Vera!
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