De
todos los lobos que aquél valle habitaban, la que aullaba con más fuerza, la
que más y más cazaba, la mejor de todas las lideresas, se llama Caperuloba la loba
entre las lobas.
Caperú, la loba Alfa.
Caperú,
que así la llamaban, los que la conocían los que más la respetaban. Se crió
entre los lobos para llegar a ser Alfa.
La
adoptó bien pequeñita una loba ya abuelita, y la loba la adoraba. Cuenta la
anciana loba, del día que la encontrara: Llevaba una caperuza como la nieve de
blanca. La vieron crecer a sus lomos, pues la loba aunque anciana guardaba bien
a la niña, arrullaba y muy bien la alimentaba.
Caperú
bien protegida, creció y aprendió que respetar la vida es amar y alejar la
muerte.
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¡Respetar para ser respetado!
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¡Amar para ser amado!
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¡Han de ser nuestras premisas!
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¡Evitar los cazadores!
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¡Alejándonos del ganado!
Explicaba
Caperú a la reunión de Grandes lobos de las más grandes manadas.
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¡Respetar para ser Respetado! –
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¡Amar para ser amado! -
Gritaron
al unísono todos los Grandes lobos asistentes.
Su
grito, como un colosal estruendo, inundó el gran valle y llegó a los valles
pequeños.
Desde entonces,
los lobos son respetados, los rebaños protegidos. Los humanos han sabido hacer
lo que antes no sabían. Amar la naturaleza, respetar los valles con todos sus animales,
incluyendo respetar también todas sus fieras.
Cuenta
la leyenda que la niña Caperú, vino al valle para borrar de las mentes humanas
todo el daño que a los lobos, una vez hizo un cuento infantil que trataba
de una niña con una caperuza roja.
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