Las pandemias; sabemos que de siempre
han existido pandemias.
La historia medieval se encuentra
plagada de muy distintas pandemias; aunque de la primera que se ha dejado
constancia, vino a suceder durante el mandato de Justiniano, en la antigua Roma
entre los años 541 al 549 y que tras investigaciones llevadas a cabo en tiempos
recientes, se ha llegado a conocer después de arduas analíticas, que el
culpable del estropicio habría de ser el mismo que despertara ochocientos años
después con el nombre común de “peste negra; o Yersinia Pestis”. A la más
reciente de las pandemias no hace falta nombrarla, pues forma parte del
ambiente en el que hoy, y día tras día, intentamos sobrevivir…
Después de tantas y tan diversas
experiencias, el ser humano ha venido a comprobar, que una pandemia es lo más
semejante que existe a una guerra, y que como tal, una pandemia tiende a desplegarse
estratégica y colectivamente; existiendo como en las guerras, nacionales,
cuando el enemigo no se desplaza más allá de un mismo país; aunque su mano
larga de muerte, consiga llegar a cualquiera de los lugares o poblados de la
nación elegida, por alejados que unos de otros se encuentren…
Otras, sin embargo, tienden sus redes
hacia cada punto del mapa mundial; como ocurre hoy… en el momento presente;
aunque el dañino haya partido de un pequeño lugar perdido en uno de los más
diminutos puntos de ese supuesto globo terráqueo que atravesado por un eje
central gira sobre una mesa de escritorio; el insensato encontrará cómo
expandirse, viajando entre los humanos que se desplazan aquí y allá en los más
diversos transportes… No hará ascos el “bicho” a que se trate de un autobús
cargado en multitud de gente, o que se trate de un simple ascensor con dos o
tres personas; de una movida en una playa abarrotada de bañistas, o de una sala
de estar ocupada por cualquiera de nuestros familiares. No, para él el tiempo o
el volumen carece de importancia, ya que el bicho es paciente, y no se afectará
por atacar en masa, o ir hallando uno a uno a cada individuo sacrificado, como
si de un astuto juego del escondite se tratase…
Como en la guerra, los más valientes
serán los primeros en caer, los que saliéndose del desfile, busquen el porqué
del ataque; los que se dediquen a tratar a los heridos, los que recogen los
cadáveres, o quienes sin miedo a la muerte traten de paliar mediante vacunas, las
consecuencias causadas por el malvado.
Sucumbirán la mayoría de valientes, entregando
lo más preciado que poseen, exponiéndose al causante, para dar nueva vida y
oportunidad a la humanidad restante, por medio de vacunas, investigación de
productos, y un largo etcétera de distintas pociones salvadoras de vidas.
Las pandemias al igual que las
guerras allá por donde pasen, cambiarán la vida por miseria. Colapsarán las tierras que no darán a basto para
acariciar los cuerpos que inertes se acurrucan entre los granos de sus
semillas. Colapsarán las empresas y los recursos
que éstas ofrecían. El paro se hará el dueño de las calles, junto con el
hambre, que invadirá de tristeza las más concurridas avenidas…
Los hijos, que antes de la pandemia
eran hijos de la vida, pasan a ser ahora hijos de la carencia… y de la total carestía.
Las pandemias, al igual que las
guerras, serán madres de pandemias, más larvadas, más cruentas… más sufridas.
La pandemia del desgaste; será la
primera en hacer mella entre los sobrevivientes…
Una de las más importantes, la
pandemia de todas las culturas, de la que los infantes van a ser como siempre
los más perjudicados, o perjudicados de por vida, ya que a ellos habrá de
faltarles tiempo de explicaciones científicas y tecnológicas, y la convivencia
con el grupo, tan importante para las edades tempranas en las que el carácter
nace y se renace día a día…
La pandemia del hambre; la más
dolorosa de las pandemias que viene ahora a agravarse con la maldita pandemia
energética que está elevando a pasos agigantados la bolsa de la compra, el alivio
del calor, o el frío de loa hogares, y la convivencia diaria de quienes ya no
tenían para abrir la puerta de la casa, y esparcir la mente con cualquier
chuchería…
Existen pandemias, pandemias que se
repiten en la historia de los pueblos, inevitables, tanto como muchas veces lo
son las guerras…
Los virus son caprichosos, muy
voluntariosos, resistentes, e inevitables…
Pero… ¿Y qué ocurre con las otras pandemias…
Las pandemias asociadas... Qué ocurre con las que hacen que los pobres no
puedan dar continuidad a sus días?…
¿Es justo que ocurra esto en un país
del llamado primer mundo?...
©Mercedes del Pilar Gil Sánchez