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jueves, 11 de febrero de 2016

Son armas las tijeras???

Adelina, esta mañana se levantó presurosa, tenía tantas cosas pendientes…

Había tanto por hacer, y quería dejar todo hecho en el hueco de la mañana, así que bulló de prisas y ligereza, sin detenerse en detalles ni meticulosidades, estaría todo listo y recogido a las dos de la tarde.

La plancha, las habitaciones, el salón, la compra, la comida, la lavadora…

Saldría mientras la lavadora giraba a su antojo de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.

La oyó coger agua después de haberla llenado de ropa e introducir en sus correspondientes depósitos, detergente, suavizante y un poco de lejía.

Salió tranquila de casa, estaba segura de que todo, absolutamente todo saldría perfecto en el día de hoy.

Cuando regresó de la compra, la lavadora había terminado su trabajo con toda eficiencia, le había dado un centrifugado superior y únicamente le haría falta poner toda la ropa a secar.

Se encontraba feliz, había salido a comprar y se había acercado a la consulta médica, donde debía recoger unas pruebas que la tenían un tanto preocupada.

El médico la tranquilizó, informándole de que todo estaba perfecto, y que no debía temer nada en absoluto.

Isabela, la vecina del cuarto, dos pisos más arriba de dónde vivía Adelina, había decidido que ya no aguantaba más aquellos cordeles de la ropa hechos girones, deshilachados y roídos, así que decidió cambiarlos. Comenzó a hacerlo un rato antes, y no tuvo que utilizar herramientas, era suficiente con sus propias manos.

Se dio cuenta de que Adelina salía a tender, pues desde arriba se podían ver todos los tendederos que quedaban por debajo del suyo, todos a la perfección.

     ¡Adelina!
     ¿Qué te ha dicho el médico? –
     ¡Que está todo bien! –
     Me alegro mucho. –
     ¿Y tú Isabela?… -
     ¿Ya has puesto los cordeles nuevos? –
     ¡Sí, y ya he terminado! –
     ¡Sólo me queda cortar este trozo de cordel sobrante! –
     ¡AAAAaaaaAAAhhhhhhggggg! –
     ¡ADELIIIIIIINAAAAAAaaaaa! –
     ¡Ay, señor… Se me han caído las tijeras! –


Isabela, cerró la ventana con sigilo, agachándose en el trozo de pared que quedaba entre el suelo de terrazo y la ventana, para no ser vista por los vecinos de enfrente, que acudieron a sus respectivas ventanas para observar como Adelina trataba inútilmente de respirar atravesado su cuello con unas tijeras enormes de cocina.


#AbuelaTeCuentA                                                                              

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tu vida y mi vida

Un remanso, una puerta,
Una calle vacía.

Cinco lunas de menta,
De mis noches sin día.

Un recuerdo de amantes,
Un desgarro de vidas.

Nuestras manos abiertas,

Son... mi vida y tu vida.

#AbuelaTeCuentA                                                                              

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Soledad

Soledad en la mañana
Soledad que apaga al sol 
que deslumbra al medio día.

Soledad de hoy por la tarde
Soledad terminado ya el día.

Soledad que trae el aire
En un baño de desidia.

Soledad al sol y al viento
Soledad de noche y día.

Soledad de sólo envuelto
En soledad sin compañía.

Soledad con soledades
De tu alma con la mía.

Soledad que lleva el tiempo
Soledad que trae la vida.

Soledad de un mar abierto
Con tu barco a la deriva.

Soledad de amor de pronto
Soledad de amor tardía.

Soledades que me envuelven
En soledad de por vida.

Soledad de hojas que el aire
Arrasa en su agonía.

Soledad que es sólo tuya

Soledad que es sólo mía.

Dejad que me arrastre el viento
Hacia tu soledad día a día,

Para uniendo soledades
Amarnos en compañía.

#AbuelaTeCuentA                                                                              

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miércoles, 10 de febrero de 2016

Amor sin amor

Recuerdo que te decía,
que tú para mí eres todo.

Recuerdo aquellos días,
de promesas desmedidas,
De ilusiones, entre risas,
de pasiones y sollozos.

Recuerdo, recuerdo ahora,
que me estremecía,
Si tus ojos detenían
su mirada en mis ojos.

Recuerdo, recuerdo sí,
que mi vida no era vida,
Sin tu amor lleno de antojos.

Recuerdo que de amor...
moría, y a ti te lo decía,
Llena de amor,
llena siempre de mi amor
Que para ti era sólo un despojo.

Ahora, amor quiero decirte,
que de este amor Sin amor,
se ha cansando mi vida.

Que quiero decirte hoy,
en el día del amor…
que buscaré para morir, 
Otro amor y Otro día,
sin despertar más enojos.



#AbuelaTeCuentA                                                                              

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martes, 9 de febrero de 2016

Amor sin medida

Me niego,
Me niego, sí me niego...
Me niego a amarte un único día,
Ya que mi amor es a diario
Un amor de locura,
Un amor de delirio,
Un amor sin medida.
No podré tanto amor, demostrártelo un día,
No serían suficientes mil noches,
Ni serían suficientes, un millón de millones de días.
No existen minutos, ni existen medidas,
No existen momentos, ni tampoco unos días,
Que puedan llenarte, de mi amor sin medida.
No existen bien mío,
Tú no los necesitas,
Tú me tienes cautiva,

De tu amor día a día.
Ofreciéndote a diario, mi amor sin complejos,
Mi amor sin medida.

#AbuelaTeCuentA
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lunes, 8 de febrero de 2016

Empanada de Cebolla


El nombre de la rosa, Umberto Eco.

Me desperté cuando estaba por sonar la hora de la cena. Me sentía atontado por el sueño, porque el sueño diurno es como el pecado carnal: cuanto más dura mayor es el deseo que se siente de él, pero la sensación que se tiene no es de felicidad, sino una mezcla de hartazgo y de insatisfacción.

Supongo que me despertó el hambre, o el desánimo del mal dormir rodeado por estridencias de vida, en mi derredor.

Me levanté más cansado que antes de dormirme, y un dolor de cabeza llenaba de espantosos latidos mis sienes. 

Hube de usar un analgésico para poder proseguir mis compromisos nocturnos. 

Tomé por cena, un trozo de empanada que encontré como único elemento comestible dentro del frigorífico, sin pararme a pensar cuántos días llevaría allí metido. Tras pasear bocado a bocado, aquél trozo rectangular de masa horneada y cebolla por mi boca, no fui capaz de encontrar más ingredientes que la ya mencionada CEBOLLA.

Después de la apresurada comida salí camino de mi lugar de trabajo, sin reparar en el dolor de cabeza que se había reído del analgésico, para continuar latiendo álgido y fuerte en mi ojo y sien izquierdos.

Hacía un rato que esperaban mi llegada y fui recibido con vítores y aplausos.

Ante mí, apiñados, adheridos al palco de música, cientos de espectadores me aclamaban; la música sonaba estrepitosa para martirio de mi cabeza, de mi ojo y de mi sien.

Un muchacho rubio vestido con una cazadora marrón, se había apostado en la esquina izquierda de la musical plataforma, haciendo caso omiso a mí. Masticaba un sándwich de cebolla caramelizada.

Haciendo un extremado esfuerzo, comencé mi interpretación, y tras las primeras notas…


El olor de la cebolla llegó a mi nariz, colándose presuroso. Mi cerebro lo interpretó de inmediato y… Cebolla fue lo que esparcí, sobre mis fans, sobre las cabezas de hombres y mujeres que allí se agolpaban para escucharme cantar, y que presos de histeria colectiva, recogían del suelo el recuerdo propulsado de mi boca, como niños ante una cabalgata de Reyes.

#AbuelaTeCuentA
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viernes, 5 de febrero de 2016

Escríbeme!


Escríbeme ahora un verso,

Si me quieres escribir,

De un folio y su reverso,

Diciendo qué sientes por mí.


Necesito tus poemas,

No esperes al mes de abril,

Para decirme en tus versos,

Que me quieres sólo a mí.

© Mercedes del Pilar Gil Sánchez

#AbuelaTeCuentA
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Te espero


Te Espero

Te amo en la distancia,

Y envío mis mensajes al ulular del viento.

Te escucho en las canciones,

En todos sus renglones de sus bellos sonetos.

Describo tus miradas nítidas,

Acariciadas,

De amor de mis pensamientos.

Recuerdo aquellas tardes en que me abrazabas, 

Tus manos paseabas por lugares de ensueños.

Descalzos por la playa tus pasos viajaban,

Bañados por los sueños.

Te espero,

Espero nuestro encuentro, 

Que se hagan realidades, aquellos nuestros sueños.

Aquí, junto al mar, 

Te espero.

© Mercedes del Pilar Gil Sánchez 
#AbuelaTeCuentA
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Finalista y Elegido para figurar en el libro 
"Letras con Amor"



Bella Flor


Cansada, Bella Flor de ser regada,

Huyó de su tiesto, una mañana

Buscó la libertad, lejos de su vasija,

Desechó su maceta, que se hallaba,

De toda su vida empapada.

Probó la libertad aquella rosa,

Y el agua le faltó al primer día

Quiso regresar a su maceta,

Más en esta, otra flor ahora crecía.


Que más bella y más hermosa florecía.

©  #AbuelaTeCuenta
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Finalista y Seleccionado para aparecer en este libro:

jueves, 4 de febrero de 2016

Prisionera!

La escritura la atrapó como atrapan las drogas, provocando su aislamiento del resto de los seres vivientes que habitaban el planeta.

Ya nada existía a su alrededor, sus únicas relaciones consistían en manejar a su antojo los diferentes símbolos de las diferentes letras con la única intromisión de los caracteres ortográficos conocidos como signos de puntuación.

Solía utilizar los más familiares, no era ella de usar para sus escritos signos rimbombantes u ostentosos, se conformaba con algunas comas y algunos puntos, puestos estos algunas de las veces en hilera, como cuando formaba con ellos puntos suspensivos…

Su aislamiento, se fue haciendo cada vez más y más prolongado en el tiempo, hasta llegar a pasar semanas enteras sin dejarse rozar la piel por el bendito aire de la calle, sin dejar que el sol iluminase sus ojos, o que sintetizase en su cuerpo ningún rastro de vitamina D.

Su vulnerabilidad se fue haciendo cada vez más patente, al no tolerar su cuerpo ningún virus o bacteria, o contaminación alguna que no fuesen las propias de su medio ambiente, que se auto limitaba cada vez más y que fue reduciendo cada vez, hasta quedar en un exiguo, pequeño rincón de su casa.

Sus dedos mostraban callos circundando sus yemas, y su cuerpo fue imitando a uno de los caracteres más utilizados por la escritora.

Sus hombros se curvaban hacia delante, junto con su cabeza, y sus piernas ya estiradas y en posición erguida, se iban curvando cada vez más en sus articulaciones de cadera y de rodillas.

Se asemejaba su figura a una S mayúscula.

Apercibía todos aquellos cambios, pero no podía ya volver atrás.


Se hallaba prisionera de sus propios escritos.

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