Cada mañana Ferrolina acudía a su colegio,
vestida con su uniforme con cuello de marinero.
Ferrolina disfrutaba jugando en el recreo,
con los niños y las niñas, con juguetes, y muñecos.
Estudiaba Ferrolina los ríos y abrevaderos,
los montes y las montañas, los senderos de su
pueblo.
Jugaba a la pata coja, al pillar, al escondite…
al correr, o cualquier juego…
Ferrolina, con el agua no jugaba, no viajaba a la
playa,
jamás mojaba su cuerpo.
Se lo advertía su padre:
—Ferrolina, hija mía, para ti el líquido no es bueno…
—¿Me resfriaré papaíto… Le hará daño a mi pelo…?
No sabía Ferrolina que su piel era de hierro…
Su papá la construyó con latas que algún día,
fueron llenas de refresco…
Ferrolina, era burbujas, envueltas en fino hierro…
Un día la bella niña…
Acompañó a sus amigos a la piscina del pueblo…
—NO te bañes Ferrolina, es malo para tu cuerpo…—
Le advirtió su papá al cruzar por el sendero…
Llegaron a la piscina y los niños le advirtieron…
—No te bañes Ferrolina que se estropea tu cuerpo…
Tu papá nos lo previno, que el agua es muy dañina,
para ti, para tu cuerpo…
—¿Pero por qué ha de ser mala, por qué para mí
y no para ninguno de ellos…?—
Señalaba Ferrolina a los niños que jugaban
en la piscina del pueblo…
Corrió, corrió Ferrolina, saltó del borde a dentro,
Se metió en la piscina y se hundió como un plomo,
Como se hunden los hierros…
No flotaba Ferrolina,
que se hundía sin remedio…
Recordó su piel de lata, burbujas que contuvieron,
acudieron al rescate, las burbujas de refrescos,
La elevaron desde el fondo, la flotaron con esmero…
No existían diferencias entre Ferrolina la niña,
y los niños de su pueblo.
Jamás supo Ferrolina que su cuerpo era de hierro.
©Copyright © 2017 All rights reserved Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta