Me suspendiste en vilo,
me subiste a tu pecho,
me llenaste de luz
con la luz de tus besos.
Me envolví en tus brazos,
me bañé de tu aliento,
y ceñí sin holgura
tu esplendor a mi cuerpo.
En apenas instantes,
de delirio y anhelo,
insuflaste la vida
en la quietud de mi seno.