Hambre de ti.
Se perpetuó la noche en oscura eternidad, eximiéndole de dolor… Sentía una horrible dificultad de movimiento… Su pierna izquierda se rezagaba e iba sembrando el camino de un rastro pútrido, fétido….
El hambre de seres vivos se le hacía cada vez más insoportable.
El olor a sus
congéneres traspasaba su pituitaria con la misma intensidad con que la
que al hocico de un lobo, llega el olor de la carne.
¡Necesitaba comer... Beber, degustando el dulce sabor de la sangre!…
¡Le dolía tanto el hambre!…
Algo similar a un recuerdo le hacía seguir un camino repetido tantas veces que se había hecho automático, instintivo, atrayente y que había sido guardado en lo más profundo de su mente, como lo es a perpetuidad lo más deseado. Su carne, su sangre… su piel que tantas veces había lamido...
La recordaba dulce, viva, vigorosa… lasciva...
*
Un hombre, sollozaba en el porche mirando al infinito.
Y… desde allí, la vio llegar....
Se estremeció en medio de la penumbra, miró hacia el cielo oscuro de la noche y dio gracias por hacer realidad sus peticiones tantas veces repetidas a aquél lúgubre cielo...
- ¡Devuélvemela Señor! -
Corrió hacia ella, la abrazó como siempre la abrazaba, con aquel inmenso amor de siempre....
Sin hacer caso del hedor, juntó sus labios con los de ella en un último, único y deseado beso de amor infinito que se haría ya... Perpetuo
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