Tres horas en la cocina,
revista al refrigerado
proceder al almuerzo;
que si recoge los platos…
Que si idas y venidas,
que si fregona, deshechos…
y entre las tres, o más horas,
el patio, permanecía
como la boca de un muerto.
Ni ruidos de lavadoras,
ni campanas extractoras,
ni un piar de Doña Lola
ni el pájaro que se posa
en el alfeizar del cuarto...
Sale a tender la vecina,
y le pregunto al tanto…
¿Vecina, qué es lo que ocurre,
qué es lo que pasa en el patio?
¡Qué va a pasar hija mía,
la electricidad, que tiene
un precio de espanto!
¡Yo no soporto el silencio,
desde ya de cocina
en huelga hoy me declaro!
***
©Mercedes del Pilar Gil Sánchez Mercedes Del Pilar Gil Sánchez
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