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sábado, 7 de marzo de 2015

OH, NO. EL PASO DE PEATONES SE HA CONGELADO!!! (microcuento)

tus comentarios son mi regalo
La quitanieves, despejó la calzada y el paso de peatones, se volvió resbaladizo y muy, peligroso… Un grupo de niños, festejaba con risas las caídas de quienes osaban cruzar la calle.

Pablo, estrenó zapatos antideslizantes y observó que un anciano temía cruzar, así que le  acompañó y juntos pasaron al otro lado de la acera, mientras el grupo de niños lanzaba bolas de nieve con el único fin de hacerles caer.

El anciano agradeció su ayuda y le quiso recompensar con unas monedas tan hermoso acto.
- Poderle ayudar, ha sido suficiente recompensa para mí. (Respondió Pablo)

El corazón del pequeño, se había esponjado de gozo, rebosándose de felicidad.

Realmente, no necesitaba más recompensa que la deliciosa sensación de haber hecho el bien aquella gélida mañana invernal.

Ayudar a los demás nos hace mejores personas, ayudándonos a nosotros mismos y nos premia con esa maravillosa sensación de felicidad interior.
imagen cogida de google búsqueda imágenes.
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domingo, 15 de febrero de 2015

PARA TODA LA VIDA

Tus comentarios son muy importantes para mí.
Gracias
-     ¡Mamá!, ¡Mamá! –
Entré gritando en casa.
Volvía del colegio y deposité mi maleta en el descansillo mientras entraba atropelladamente.
-     Dime, Ana. –
Contestó mamá en un tono un tanto despistado.-
-     ¿Es mucho para toda la vida mamá? –
Pregunté con voz muy alta, pues quería que mamá me respondiera y parecía estar despistada en la cocina, ultimando los preparativos de la comida.
-     ¡Entra la maleta Ana! –
Mandó mamá mientras miraba de soslayo el descansillo de la escalera.
-     Mamá, ¿Es mucho para toda la vida? –
-     ¿Qué es para toda la vida? –
Volví a preguntar gritando aún más fuerte.
-          ¿Es mucho para toda la vida? –
Repetí en tono un poquito más bajo.
Mamá miró hacia mí extrañada y silenciosa.
Soltó la cazuela que removía alzándola asida por las asas y batiéndola de un lado a otro como si se tratase de una extraña danza del vientre acompasada con cazuela.
 Apagó el fuego y se dirigió hacia mí.
-          ¿Qué te pasa cariño? –
Preguntó muy cariñosa mamá intuyendo algo grave.
-          ¿Es mucho para toda la vida? –
Volví a preguntar en tono calmado y apoyando mi cabeza sobre el pecho de mi mamá.-
-          Para toda la vida es para siempre, Ana. –
Contestó mamá.
Yo la escuché atentamente y me quedé pensando….
-          ¿Para siempre es mucho tiempo mamá? –
Pregunté temerosa de la respuesta.
-          ¿Qué quiere decir para siempre mamá? _
-          ¿Cuánto tiempo es para siempre? -
-          ¿Son muchos días, para siempre? –
Pregunté.
-          Para siempre…. es mucho tiempo, Ana.
-          Mucho tiempo.
-          Para siempre…. es para toda la vida –
Volvió a explicar mamá mirándome de frente y repitiendo  lo definido en la definición, como sin saber buscar una respuesta que ella misma no podía encontrar.
Yo me encontraba sentada sobre sus rodillas e intentaba entender.
Miraba muy atenta el movimiento que hacían los labios de mamá. Muy, muy atenta para poder así adivinar qué querían decir aquellas palabras que ya imaginaba debían ser tremendas.
Mamá me miró de nuevo y adivinando que yo permanecía en mi ignorancia, retomó la explicación.
-          Ana, ¿recuerdas aquella flor tan linda que compramos en primavera?
      Moví mi cabeza de arriba abajo asintiendo sin decir ni palabra.
Escuchaba intentando comprender qué tenía que ver aquella flor tan linda que me compró mamá…. Claro que la recordaba, era una flor preciosa blanca, de un blanco tan blanco que parecía tener luz, se llamaba azucena, igual que mi amiga Azucena.
Azucena es un nombre tan bonito…
Antes de conocer a mi flor, pensaba que Azucena era un nombre raro y complicado de decir, pero después de mi preciosa flor, pienso que es un nombre precioso y además  recuerda a aquél olor tan maravilloso que mi flor desprendía para agradecer mis cuidados.
Yo, jamás había olido nada tan delicioso como el olor de azucena y no sé por qué al recordarla se me llenan los ojos de lágrimas y se me hace como un ahogo en la garganta que tampoco entiendo.
Comenzó siendo un capullito verde alagado con la forma de una aceituna larga y estrecha. Cuando se puso grande y se abrió, era una maravilla. Me sorprendió mucho verla crecer tan hermosa.
Surgió de una hoja larga, tosca y verde, similar a un tallo cualquiera que parecía muy pobre soporte para tanta belleza.
Después fueron surgiendo otras más, hijas todas del mismo tosco tallo verde, todas tan hermosas como la primera, pero para mí ninguna fue tan especial como aquella primera flor.
Recuerdo que lloré mucho aquella mañana.
La saludaba todos los días nada más levantarme y comprobaba que no estuviera sedienta.
Siempre le preguntaba antes de darle agua que si le apetecía otra cosa, le hubiera dado leche de mi desayuno, o leche con cacao y azúcar que está más rica aún, pero mamá siempre me decía que a Azucena sólo le gustaba el agua.
Aquella mañana corrí a saludarla pero ella se había encogido, se había aburrido. Se envolvió en sí misma como si se hubiera enfadado acurrucada en un rincón.
Su color, antes brillante se había apagado y tornado de blanco a marrón.
Había dejado de oler y se la veía tan triste…
Intenté hacerle la respiración artificial, pero no respondía y hasta parecía encontrarse peor cada vez que  le soplaba...
Pensé que le hacía falta más agua y le di de beber, (esta vez le di de mi leche con cacao para que se pusiera fuerte y recuperase su vigor del principio)
Mamá me explicó que se había marchitado porque las flores se marchitan y tenemos que esperar a que vuelva a ser primavera para volver a ver a tu amiga la flor.
Yo lloré mucho cuando se marchitó.
Mucho.
-     Verás, Ana.
-     Toda la vida de la flor, es el tiempo que duró nuestra flor. -
-     Entonces… mamá… -
-     Para siempre es poco tiempo ¿Verdad? –
-     La flor duró muy poco tiempo mamá –         
Y esto último lo dije llorando, pues no pude contenerme pensando en el miedo que me daba la posible respuesta de mamá.
Mamá me abrazó y me dijo:
-         Vamos a ver, mi niña…
-         ¿Qué le pasa a mi pequeña muñequita? –
Me abracé a mi mamá y lloré aún más con mucha tristeza y mucha pena.
-         Cuéntale a mamá qué te pasa que mamá necesita saber qué angustia tanto a su muñequita. –
Dijo mamá depositando en mis ojos y en mi frente un montón de besos intercalados en cada una de sus palabras.
-         Te quiero mucho mi niña. –
Guardé silencio un rato sin poder parar mis congojas.
-          Es que te enfadarás conmigo. –
-          No te preocupes cariño que no me enfadaré. –
-          ¡Mamá! ¡La señorita me ha dicho que si hablaba me quedaría sin recreo para toda la vida!
-          ¿Hablaste Ana? –
-          ¡Síiiii!!!
-          ¡Mamáaaaa!!!
-          ¡HablEEEeeeeee!!!
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