—¡Somos
lo que comemos!
Asimilamos
por medio de la comida todo cuanto necesitamos.
Nuestro
organismo recoge aquello que necesita y elimina lo sobrante.
Lo que
vendrían a ser… ¡Ejem!… Los desechos.—
Merceditas
escuchaba esta interesantísima conversación en la radio.
A
través de las ondas, un afamado científico explicaba (sin demasiada precisión.)
la importancia de la asimilación.
Merceditas,
lo comprendió correctamente y se le quedó grabado en el cerebro, palabra por
palabra.
—Qué importante
es esto de la nutrición.—
Pensó
en voz alta Merceditas.
Enseguida
se acordó de las matemáticas, de la tarea que traía del colegio…
De
todas las asignaturas que debía estudiar, ésta era la peor de todas.
Que si
sumar…
Que si
restar…
Que si
dividir…
Y ahora,
que si números quebrados…
Los
números quebrados le daban mucha penilla… Los pobrecillos nunca se hallaban enteros
y, además se encontraban “quebrados.”
Merceditas
los imaginaba escayolados y en una cama de hospital haciendo recuperación de algún
hueso roto.
Debería
estudiar…
Pensó.
—¿Pero
estudiar qué… Si no lo entiendo?...—Razonó para sí misma Merceditas.
Recordó
la conversación mantenida en antena por el sabio científico y…
¡No lo
pensó más!
Merceditas
arrancó las páginas del libro que contenían la lección de “quebrados,” y se las
comió esperando asimilarlo “todo” menos las partes desechables.
Su
organismo asimilaría los conocimientos en las páginas contenidos y el papel
sería excretado como desecho.
Mas...
Mas...
Enseguida
le asaltó una duda:
Recordó
que los números que se había tragado, eran “QUEBRADOS”
Le
invadió un sudor frío... Helado.
¿Habría puesto en peligro sus huesos?...
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