analyticstracking.php

analyticsTraking

sábado, 31 de octubre de 2020

El pijama de calabaza

Hace dos días, le compré a mi niña un pijama – disfraz para la noche de Halloween con el que simulará ser una rica calabaza…

Le ha encantado, y al ponérselo esta noche ha cantado tremendamente contenta…

¡Soy una calabaza!

¡Soy una calabaza!

Mientras que salta sobre la cama sin querer dormirse. Nos dieron las tantas de la madrugada cuando por fin fuimos capaces de descansar a pierna suelta, presos de la resaca emocional de mi chiquitina.

A la mañana siguiente nos despertamos tarde, sin prisas, puesto que se trata de la celebración de un día festivo, y no nos había dado tiempo de desperezarnos cuando echamos de menos los gritos y ruidos cotidianos que suelen acompañar a nuestra pequeña.  Reinaba  aquí, un silencio sospechoso que venía a encoger el ánimo de toda la casa, y ese ha sido el hecho desencadenante para que se desatase en  nosotros, una angustiosa alerta.

“¡Nena!

Nenita… ¿Estás despierta?”

Grité desde el pasillo, al tiempo que abrí la puerta de su habitación…

Creo que mis gritos han sido escuchados en el resto del vecindario…

¡Ahhhhh!

¡Nena, nenita!...

Grité aún más fuerte agitando una calabaza inflable y enorme que descansaba sin dar más importancia al hecho, sobre la cama de mi pequeña…

La abracé, abracé a la calabaza con todo mi cariño y llena de frustración materna me desgañité nombrando a mi pequeña…

Anita… cariño, vuelve a ser tú… Te quiero mi pequeña; por favor, regresa con mamá… ¡Regresa Anita; regresa!...

Mis ojos no veían detrás de tantísimas lágrimas que mojaban mi pijama hasta llegar para descansar sobre mis pies descalzos…

De pronto la escuché...

“¡Mamá”

Miré a la calabaza desconcertada, pues su boca seguía estática, sin una pizca de movimiento…

“¡Mamá!”

La volví a escuchar decir… Entonces por pura intuición se me ocurrió mirar bajo la cama…

“Hola mamá”

Sonreía mi pequeña bajo la cama con una chocolatina en su mano derecha, y toda su cara embadurnada de marrón chocolate.

No fui capaz de sostener el llanto producido por aquella tremenda angustia convertida en emocionante alegría.

La besé mil veces…

¡Te quiero, mi preciosa muñequita de chocolate! 

Le dije... y enseguida, mi corazón dio un vuelco de nuevo...

¿Y si volvía a suceder?... Nació en mi mente un nuevo temor y una nueva imagen de chocolatina gigante con la cara de mi niña...

https://www.amazon.es/Mercedes-del-Pilar-Gil-S%C3%A1nchez/e/B00QFT2T7C/ref=dp_byline_cont_pop_ebooks_1

©Mercedes del Pilar Gil Sánchez

#AbuelaTeCuenta


jueves, 29 de octubre de 2020

Halloween

Hallloween

Salí a la calle sin ánimo  y un tanto desconcertada…

¿Me habría equivocado de día?

No sería raro en mí… Recuerdo el día aquél en que me peiné de peluquería y me vestí de tiros largos para la boda de Alejandra, y esperé a la puerta de la iglesia durante horas a que llegasen los novios…

O aquella otra que en idénticas circunstancias me equivoqué de iglesia, asistiendo a una ceremonia en la que a nadie conocía; no me di cuenta hasta que salieron los recién casados por la puerta y… Salí yo detrás sumergida en colosal bochorno, ya que en la reunión previa que suele formarse ante la iglesia, me había presentado y saludado a todas aquellas personas que me miraban, y yo miraba con extrañeza, pero que nadie, nada decía.

Había comenzado la noche y yo de Halloween vestida, con dos trenzas largas y negras, que caían sobre dos cuellos blancos, en un sábado de Halloween, de Miércoles vestida.

Decidí regresar a casa un tanto decepcionada media hora después de mi frustrada salida, cuando le vi llegar… Un momento inolvidable en que le descubrí en medio de la oscuridad desde lejos.

Se acercaba a mí con una trasnochada capa que le caía desde los hombros en continuada búsqueda de su inalcanzable suelo, penando por él contagiada en color por la inmensa negrura de la noche, y desventando los sueños a merced de un obstinado y recalcitrante viento.

Éste, se afanaba por mostrarlo a mis ojos a conciencia, dejando que la escasa luz de las más escasas farolas que permanecían encendidas, se reflejasen en los rojos de los rasos internos para hacerles brillar, y contribuir con un poco de color a la humildad de la noche.

El cuello alto de aquella amplia y vistosa prenda, se pega a él como una segunda piel de bordes purpúreos, para hacer juego con aquél insólito y solitario hilillo de sangre falsa que se adhiere a las comisuras de una boca sonrosada y carnosa, que pronuncia para resaltar, el fulgor de sus dientes brillantes y encaje perfecto con incipientes colmillos…

El color de la tez parece empolvado en talco, y el pelo forzado hacia atrás estirado al máximo, e impregnado de brillante gomina.

Su disfraz no tenía nada que ver con el del clásico Drácula, pues apenas se había maquillado, sólo aquél hilillo rojo sangrante; rubio de tez albina y ojos impregnados de luz, tan azules, como la inmensidad del océano… Alto, delgado, de sonrisa franca y amplia. Mostrando en su porte, un fino ademán de elegancia sumamente tierno…

No restregué los ojos porque el halo circundante y negro que les había pintado, al igual que un borrón en un cuaderno infantil antiguo se expandiría.

Conocía a ese hombre; sí, estoy segura… Le había soñado en multitud de ocasiones; ya lo creo que le conocía. ¿Quién no reconoce a su hombre ideal cuando de repente le ve en persona? Es que lo contrario, sería una verdadera tontería.

Se me acercó…

¿Es que acaso había alguien en un séptimo u octavo cielo leyendo mis pensamientos?

-“Hola, ¿Has venido a la fiesta?”

-Sí “Contesté titubeante”

No podía imaginar cómo mi ideal de hombre y yo, nos habíamos equivocado de día, de fiesta o de lo que fuese que nos equivocásemos, en un mismo momento de un mismo día…

-“¿Qué te parece si vamos juntos, o esperamos a que vaya llegando la gente en esa cafetería?”

¡Os lo aseguro… todos los bares cerrados, y únicamente abría sus puertas al público, una única cafetería!

Entramos, y estaba allí, toda la gente metida…

¡Qué de Miércoles… Qué de Dráculas!… Qué mogollón de caretas, qué de gritos y de risas, y él y yo, como almitas gemelas… Él cargado de belleza masculina y yo que le miro embelesada como se mira lo inalcanzable. Mi hombre ideal por fin, por una vez en mi vida, frente a mí.

Cogió mi mano, me levantó de la silla en la que me había dejado caer como un fardo agotado libre de todo atisbo de sensualidad…

Pasó su mano izquierda alrededor de mi cintura, y con la mano derecha libre de estorbos, agarró mis mofletes, frunció mis labios para acercarlos a los suyos…

Cerré los ojos… y muy cerca de mis oídos escuché mi nombre como susurrado advirtiéndome: 

¡Cuidado con sus colmillos!... 

¿Es que no sabes que el hombre ideal no existe?

Desperté de repente y... justo a tiempo, ya que mi boca mostraba huellas de un intento de punción de aquella cortante y atractiva dentadura.

Aunque… no pude dejar de pensar en que: El peor de los sueños, es aquel que te pone la miel en los labios, y que cuando te rindes a sus pies para saborearla, desaparece de repente. 

Mercedes del Pilar Gil Sánchez

 


https://www.agapea.com/Mercedes-del-Pilar-Gil-Sanchez/Las-vacaciones-que-iluminaron-mi-vida-9788494695025-i.htm

Un #relato de #AbuelaTeCuenta

©Mercedes del Pilar Gil Sánchez

martes, 27 de octubre de 2020

Todo por AMOR

Todo por amor…

Lo hice por amor, la amaba aunque apenas la conocía.

Sí, ya sé que parece raro, pero no… En realidad, ni la conocía.

Hablaba con ella, a través de mi teclado, y cada día mis ojos más cerca de mí la sentían…

Sí, ya sé que he dicho antes que apenas la conocía, y así era entonces y así viene siendo hoy, pero mi mente volaba a su lado como si estuviese pegado, a la mejor de mis amigas… Le contaba mis cosas, y ella, al principio me escuchaba… “O leía” y su silencio me hacía sentir reconfortado ya que era por mí interpretado como comprensión, e inmensa capacidad para entender mis problemas…

¡Já! (Me río)

Problemas… Creía entonces que mi vida estaba cargada de problemas, cuando se trataba de las distintas incidencias que conlleva la vida, y la inmensidad de monotonía en que llega a convertirse una convivencia normal en pareja…

La simple insistencia de tu mujer, que por echar abajo tus penas, te dice que no es nada; que no tienes motivos de queja… Que si problemas son otros que pasan otras parejas… Que nosotros somos felices y vivimos sin más traspiés que aquellos que trae por sí misma la vida… Que si el trabajo es el trabajo y que no hay necesidad de sufrir por sus tonterías.

“Cuando sales del trabajo debes dedicarte a hacer tu propia vida”

Esa era su frase favorita, y ya… Cortaba de raíz mis deseos de todo tipo de acercamiento a alguien que sentí que “no me comprendía”.

"Ella" mi contertulia era distinta, aguantaba horas de tecleado continuo, hasta que perdíamos ambos la necesidad del sueño y todo deseo de descanso…

Comencé a cerrar la puerta del cuarto, para pasar desapercibido en casa, y más tiempo a gusto para ir dejando reflejada en la pantalla mi salud, mi descanso, y mi sentido de la responsabilidad para con mi familia…

Si tengo que decir algo en mi favor… es que no era consciente de que aquél acercamiento a ella, me alejaba de todo cuanto hasta entonces, había sido mi vida.

Poco a poco, según se iba consolidando este absurdo de relación continuada, yo hablaba menos… Sucedía como si ya se lo hubiese contado todo, y ella, por el contrario, se iba abriendo ante mí y, cada vez con mayor amplitud de detalle daba luz a unos sentimientos que  guardaba para mí ocultos en la umbría de sus pensamientos.

“Mi marido tampoco se ocupa de mí”

Esa fue la primera frase que sobre sí misma llevó a la pantalla…

¿Cómo podía ser que una existencia tan maravillosa, no obtuviese en su casa compensación a sus desvelos?...

“Me ocurre lo mismo que a ti… Él, tampoco piensa en mí, ni le importan ninguno de mis sentimientos”

La pantalla se desvaneció de frío al igual que mi corazón, presos de una horrible sensación de soledad. 

Por primera vez me sentí físicamente, a años luz de ella…

Sí, esa fue exactamente la primera vez que deseé abrazarla y llenar sus ojos de besos que desterrasen para siempre el dolor vertido por la incomprensión de su hogar… Aquél hombre debía ser un patán desagradecido… Un sinvergüenza sin mayor capacidad mental que la de verse a sí mismo.

La imaginé en la cama sufriendo quién sabe qué clase de tratos humillantes de alguien que no la quería… Y yo, aquí lejos de ella sumido en la impotencia de la soledad y lejanía. Ahora… ahora la pantalla del ordenador se hacía barrera insalvable, un agujero negro lleno de vacío, y ella, desvanecida para mí en el lado oculto de la luna.

¿Dónde vives? Le pregunté por primera vez…

Ella me dio sus datos completos y su dirección sin más barreras ni más miedos, hasta me envió unas fotografías suyas en las que él, el sinvergüenza maltratador, sonreía a su lado mostrando sus asquerosos dientes, como si tal cosa.

No me sentía capaz, ni mirarle… Cogí un editor gráfico y eliminé el trozo de fotografía en el que aparecía aquella persona de aspecto tan desagradable.

Le odiaba, y mi odio hacia él crecía cada noche, cada vez que ella se abría más y más a su teclado para dejar la negrura de aquellas palabras de infinitos desengaños, reflejadas en la deslumbrante y blanca luz de mi pantalla.

¡Si pillo a ese tío... Si lo pillo lo mato!

Me decía a mí mismo, hasta que una vez, también por vez primera, mis dedos lo pasaron a palabras que ella leyó.

“Tenemos que vernos”

Esa había sido su respuesta…

Nos vimos…

Y… Sin más, dimos rienda suelta a nuestros íntimos instintos, a la necesidad de encuentro carnal que sin saber, iba llenando nuestros días cada vez más solitarios y nuestras noches de mental encuentro.

“Tenemos que matarle. Él es nuestra única barrera para la felicidad completa”.

Yo, para sorpresa de mí mismo, repetí aquella frase con cada vez mayor convicción…

Lo demás ha sobrevenido por ese acto reprochable que perpetramos exclusivamente por “AMOR”…


Ella le hundió el cuchillo hasta más allá del corazón, y él cayó fulminado en mis brazos como un saco que contuviese en su interior puro plomo y, que se deslizase desde un bordillo cualquiera.

¡No te preocupes, yo cargaré con todo!

Le dije a ella, y así lo hice, como en un acto heroico ocurrido en una guerra en el que uno se lanza como barrera a parar el fuego del un enemigo en puertas.... Así me sentía, como su héroe... Hasta que la vi en los juzgados acusándome, lavando su culpa con mi culpa y tan tranquila. 

Sí, tan tranquila, mientras que yo desde que ocurrió lo ocurrido; no dejo de llorar, no concilio el sueño, no pueden mis ojos dejar de recordarme el peso de su cuerpo en mis brazos, y su sangre saliendo a borbotones para teñir de rojo mis prendas exteriores de vestir, como el chaquetón que llevaba puesto y que se caló en mí, hasta el blanco de los calzoncillos.


¡Has sido tú!

Grité enfurecido mientras el juez dicta contra mí su brutal sentencia:

"Se le condena a ser tratado con fármacos intravenosos, hasta que sus pulmones pierdan la capacidad de respirar"

La miré, miré aquellos ojos libres de obstáculos y henchidos de frialdad, y aquellos labios que sin temor a nada, esbozaban solamente para mí, una leve sonrisa.

¡Has sido tú! 

Repetí, pero nadie escuchaba ya mis palabras, ni tampoco nadie deseaba escucharme… 

¿Para qué si a manos de la ley, existía ya un culpable?

©Mercedes del Pilar Gil Sánchez

#AbuelaTeCuenta

https://www.amazon.es/Mercedes-del-Pilar-Gil-S%C3%A1nchez/e/B00QFT2T7C

Si te ha gustado compártelo en tu red social. 

"Amor es sólo una palabra, hasta que alguien llega para darle sentido"

(Paulo Coelho)


sábado, 10 de octubre de 2020

Cerquita de la estación

Cerquita de la estación

va paseando Luita.

Me mira desconcertada

intuí en su mirada

cierta forma de pregunta...

y muy fija contemplaba

a los bagajes rodantes

que portan los viajantes…

con cara de cierta intriga.

 

Y bien pronto comprendí,

pues sus maletas se guían,

por una especie de asa

semejante a su correa.

 

Mi pequeñita pensaba

 que los rodantes legados

son semejantes a perros.

que guiados por sus amos

caminan junto, a sus dueños.

 

No son perritos cariño,

que son inertes valijas,

pobres bultos sin linajes

de muy vulgares talegas…

 

De quienes por necesidad

caminan hoy sin andar

sobre barrigas de trenes.

 

Volvió a mirarme Luita…

Enseguida le entendí.

¿Qué viajar también quieres?

Corrí a la ventanilla…


Páseme usted dos billetes,

para mí, y mi perrita,

que se me ha vuelto flojita

y pasear en tren quiere.

 

¿Que mi perrita no paga?

Deme usted ida y vuelta,

disfrutaremos más rato

mirando por la ventana

como los postes se afanan,

en correr atrás de lado.

 

A la vuelta, pasarán

Corriendo atrás con soltura

la playa de Cortadura,

con sus dunitas y olas,

su sol, sus nubes y cielo,

y si de la puesta es tiempo,

veremos del sol y las llamas

que surgirán a lo lejos…

Vuelve a mirarme mi Lúa

seria, y más pensativa…

 

¿Mamá, y las maletas pagan?

¡No mi amor, ellas pagan.

Ellas solo son “maletas”!...

Un ajuar de viajero

Un paquete sin más fuero

Que acompañar a su dueño.

 

¡Quiero pagar mi mamita!

Que pese a llevar correa

no soy yo una maleta.

Soy tu amiga y compañera


Soy tu perrita casera

yo soy tu pequeña Lúa

lo sabes, buena mamita

pues soy yo, quien pasea.


©Mercedes del Pilar Gil Sánchez

#AbuelaTeCuenta

viernes, 9 de octubre de 2020

No me lo puedo creer!!!

¡No me lo puedo creer

que otra vez haya ocurrido!

Que dentro de mi armario

toda mi ropa ha encogido.

Ha sido una bruja mala

que ojeriza me ha cogido…

Mientras que esta mañana

me distraje en el olvido…

Al tanto estaba la loca,

llenó mi armario de hechizos

La he pillado infraganti

exhorta en maleficios...

He visto nubes de verde

de verde claro de hilo…

Y es que la bruja tejía

mis blusas y mis vestidos.

Primero los deshacía,

convirtiéndolos en hilos.

Confeccionaba de nuevo

iguales, pero encogidos.

¡Mire usted, vaya un trabajo,

le parecerá a usted bonito…

Que ahora no pueda salir

a lucir mi buen palmito!…

Protesté a aquella bruja

que embrujada por los hilos

tejía y destejía, como una loca,

sin demostrar más conciencia,

sin más atisbo de tino.

©.Copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez

#AbuelaTeCuenta

 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Recordando a Becker

¿Volverá abuela?

¿El qué mi niño… Qué deseas saber si volverá?

La normalidad abuela; la normalidad.

¿Es que acaso no regresa cada año la primavera, con sus golondrinas negras…

Con sus flores, y las hojas que vuelven a re verdear?...  ¡Volverá niño mío, la feliz normalidad!

¿Y los abuelos de mis amigos?... y los seres que hemos amado abuela… Con ellos qué pasará?

Oh… Ven aquí que yo te abrace… ¡Ay, pobrecito mi niño, que sufre por los amigos!

Tienes razón mi pequeño que… Ellos, ya no volverán. Aunque el dolor, y el amor presente en el recuerdo, jamás desaparecerán.

Renacerán las nubes para formar nuevos ríos… Las tormentas, las noches cuajadas de rocío; esas, siempre volverán, y...

Mi amor unido al tuyo, por siempre cariño mío, por siempre permanecerá.

#AbuelaTeCuenta

#MercedesDelPilarGil



lunes, 10 de agosto de 2020

Mis DIRECCIONES

Hombre De Dibujos Animados Con Múltiples Direcciones Ilustraciones ...
Aquí os dejo mis direcciones por si os interesa saber algo más sobre mí. y si necesitas ponerte en contacto conmigo "para algo que sea de relevante interés" déjame aquí mismo un mensaje, y yo me pondré en contacto contigo.


Mis libros de Amazón: https://www.amazon.es/Mercedes-del-Pilar-Gil-S%C3%A1nchez/e/B00QFT2T7C/ref=dp_byline_cont_pop_ebooks_1

Facebook:

Instagram:

Las vacaciones que iluminaron mi vida: 

Junta de Andalucía; Centro Andaluz de las Letras programa CAL 

Junta de Andalucía Centro Andaluz de las Letras (Infantil y juvenil) 


sábado, 20 de junio de 2020

El aroma del recuerdo

El aroma del recuerdo
Del primer trozo arrancado por mis dientes saltó la chispa de encendido que da salida a la carrera del recuerdo.
Al instante, pude visualizar ante mí mis pensamientos, volando, cogiendo la altura suficiente que les permitiese ir surcando los escollos causados por el paso inexorable del tiempo.

Vi, que, cruzaron distancias, cuyas medidas serían tomadas en kilómetros, y en las más largas unidades de tiempo.
El fresco pedazo, en el interior de mi boca excitó a las papilas gustativas de lo dulce, las primeras que acompañaran mi niñez, y que poco a poco se han ido rezagando en el rodaje del gusto, para dar prioridad a sabores más neutros o salados.

Mi saliva espabilada de momento, se percató del regusto añejo, para alertar a las glándulas salivares que prestas, y espontáneas vertieron sus líquidos que ansiosos, esperaban tan trascendental momento de ser mezclados con el néctar procedente de la más antigua de las memorias.
Y ahí, mientras masticado por mis dientes, el pedazo vertía todo su encantador jugo contenido, era triturado en diminutos fragmentos, cuya finalidad sería, la de ser tragados.
De camino al tracto digestivo, mi aparato olfativo puso en marcha un camino paralelo, hacia la tarde, a la aburrida hora de la siesta no dormida, y el trasiego de camino que conduce hacia las manzanas.

Las manzanas guardadas en el desván de mi abuela, esparcidas sobre pajas, cuyo olor transgredía a la quietud, y al pensamiento, para convertirse en nada más que tentación sublime; “en el pensamiento único y vivo de la serpiente bíblica por tentadora de manzanas”…

Los jugos en mi boca evocaban aquel tedio, de aquella casa enorme que contenía tres viviendas, y una única habitada.

La casa de mi abuela, donde la hora de mayor respeto, sería la más aburrida; la inacabable hora de la siesta…

Mientras… una niña traviesa, se columpia en la puerta batida del patio, asida a la misma por una mano, que asoma a través de la reja; mientras que, con la otra mano, sostiene el fruto de la delicia; el sabor de los sabores, ese fruto causante del deseo, de piel roja y carne blanca, portador del embrujado aroma... para al terminar de ser degustado, regresar al camino de la apetencia, en que las portadoras del olor embriagante y del gusto, descansan tan felices, esparcidas cada vez a mayor distancia las unas de las otras, sobre pajas frescas que, como el más amarillo de los oros, relucen doradas, para sin querer, hacer resaltar el rojo vivaz de un fruto, hoy convertido en el más hermoso contenedor del recuerdo.
© Mercedes Del Pilar Gil Sánchez

Felicitación y Excusa

Felicitación y Excusa salieron a pasear,
Felicitación recusa invitación a jugar…

—Felicitación, amiga, vente conmigo a jugar.
—Excusa, mi amiguita, no te quiero molestar,
Pero es tarde, a las ocho, he de ir a confesar.
He quitado a mi hermana, su pedacito de pan.

—¡Tenías hambre, mi amiga, no podías esperar!
—Sostengo ahora mi aliento, y no puedo respirar

—Es tu conciencia, cariño, lo habremos de reparar…
Ven ahora a mi casa, mi mamá lo arreglará.

La mamita de Excusa, sacó una barra de pan
De la que dio a la niña, un mendruguito igual…

Igual al que había cogido, su amiguita sin pensar.

Felicitación rebosa, su cara de felicidad.

—¡Repondré hoy lo robado… y saldremos a jugar!
Prometió así la niña, a su amiguita, sin más…

—¡Excusa, lo has arreglado… Mil gracias, por tu amistad!

Copyright Mercedes Del Pilar Gil Sánchez
#AbuelaTeCuenta

Merceditas y el miedo

—Mamá ¿Qué es el miedo?
—Cariño, el miedo no es más que un estado de alerta que presenta nuestro cuerpo, como medida de protección hacia lo desconocido…
Es miedo, lo que sientes al entrar en un cuarto oscuro, y que se alivia después cuando enciendes la luz; o cuando imaginas que un ser extraño ha tomado por vivienda el suelo ocupado por tu cama.
—¿Mamá, el miedo es igual a un susto?...
—Un susto es… algo muy similar, sí; aunque la mayor diferencia entre ambos, es que el susto tiene un efecto momentáneo; el miedo, podría permanecer en nosotros, hasta mucho después de que desaparezca la primitiva sensación que produjo el miedo.
—¿Es contagioso el miedo?
—¿Contagioso?... Claro que podría ser contagioso, y extenderse como epidemia incontrolada hacia múltiples lugares, hasta invadir poblaciones, o países enteros.
Bastaría con creer, sentir, o acontecer una sucesión de hechos inexplicables… Se trataría entonces, de un pánico colectivo… Algo bastante complejo para explicarte a ti, Merceditas…
—¿Pánico mamá?... ¿Colectivo?... ¿Epidemia?... ¿Qué son, mamá?...
—¡Ay, Merceditas… qué difícil me lo pones!...
—¿Por qué mamá?
—Porque es difícil para las madres no usar palabras que las niñas como tú no comprenden…
Verás, mi Marisabidilla… El pánico es muy similar al miedo… Colectivo, es que reúne a mucha gente… y… una epidemia es algo que se extiende descontrolado.
—¿Cómo un chicle, mamá?
—Bueno… en otro momento te lo explicaré mejor… Ahora, mamá está haciendo la comida… y… ya no sé si le habré echado la sal al guiso…
—¿Qué guiso mamá?
—Del que le gusta a mi preciosa Marisabidilla…
—Ah…
¿Existe algún elixir para el miedo?...
—¿Elixir?… Ummm… Bueno, pudiera ser que la autoconfianza, no nos dejarse llevar por creencias imposibles… ¡No sé; Merceditas… No sé si existen elixires para el miedo!
Los elixires son pócimas mágicas, y no siempre tiene fuerza la magia para invertir el pánico, o deshacer hechizos…
—¡Los hechizos son de brujas mamá!
—Pues entonces, tú eres mi brujita preciosa…
—¿Por qué?...
—Porque tienes hechizada a mamá mi tesorito… mi caramelito canela; mi chiquitina… ¿A que aquí tienes cosquillas?...
—¡Ja ja jaja!!!!
—¡Te como!
—Mamá… ¿El miedo es hereditario?
—Muchas veces sí…
¡Ya está… No contesto más! ¿Quieres probar el guisito?...
—¿A que las mamás no tienen miedo?....
—Las mamás tienen miedo siempre, mi pequeña pecosita.
©Mercedes Del Pilar Gil Sánchez
#AbuelaTeCuenta
👧