En un
jardín del Oriente,
nació
una flor diferente.
Crecía
la flor sin desmayo,
libre
de hojas y tallo.
Progresaba
en raseo,
maduraba
a ras de suelo.
Lloraba
con desconsuelo,
no
podía ver el cielo.
Flores
más altas, y bellas,
tapaban
luces de estrellas.
¡El
cielo es para todos!
Protestaba
sin decoro.
¿Puedes
apartarte un poco?
¡Muévete
hacia ese lado!
¡Retírate
hacia este otro!
¿No
puedes girarte un poco?
Las
flores altas, talludas,
se
aferraban testarudas,
no moviendo
sus gorduras,
de su
lugar ventajoso.
Nada
cubría sus ojos,
flor
rastrera se esforzaba.
Hacia arriba
se empujaba,
ydel
suelo se arrancaba.
Tapó su
nariz y su boca,
sopló,
sopló y resopló,
y sus
estambres se hinchó.
Se
infló la flor diferente,
y, se
elevó de repente.
El
cielo en cuanto la vio,
con
luces mil, le saludó.
Mil
luces de mil estrellas
esperaban
a la bella.
Sorprendida
de esplendor,
nuestra
bella dijo ¡Oh!
Y una
boca grande abrió,
que a
la flor la desinfló.
Al
escapar sin pudor,
el aire
que la elevó.
Y al
suelo la derribó.
Al caer
se espachurró.
Contra
el suelo se estrujó.
Y... bien
pronto se durmió.
Nada
importaba a la flor.
El
cielo que contempló,
llenó su
imaginación.
De belleza
y gran candor,
y, a
soñar se dedicó.
Espachurrada,
torcida,
sin tallo,
sin pies, dormida.
Nuestra
flor feliz dormía,
soñando, que se inflaría,
y un
nuevo cielo, vería.
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Copyright © 2016 AbuelaTeCuenta All rights reserved
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