No me
lo puedo creer!!!
¡Toda
mi ropa ha encogido!!!
Ha
debido de ser,
¡Un
gnomo travieso!
¡Quien
la ha embebido!
¡Si no
la he tocado!
¡Tampoco
lavado!…
¿Por qué se ha contraído?
La guardé
cual tesoro el año pasado,
Cuando huyó
de aquí el frío.
Ahora,
a su regreso, la he rescatado,
Del tristísimo
armario donde la había metido.
¿Será
quizá una venganza?
¿Será
un tonto enfado que la ropa ha cogido?
Por más
que lo pienso…
¡No sé,
No sé qué habrá sido!
Si la hubiesen robado… Lo habría entendido.
Si la hubiesen robado… Lo habría entendido.
Si
tuviese agujeros, podría explicarme...
Lo acontecido,
Serían
ratoncillos celosos... De mis ropas de abrigo...
O si
fuesen polillas, las que hubiesen gozado,
De mis
dulces galas y tan buen apetito.
¿Pero?…
¿Encogerla?
¿A
quién se le ha ocurrido tan horrible delito?
Y dejarme
sin ropa...
Castañeando
mis dientes, por culpa del frío.
¿A quién beneficia este sin sentido?
¿A quién beneficia este sin sentido?
Si no
fuese tan caro,
Si no
hiciese frío…
Buscaría
al culpable,
En otros
rincones, en otros armarios,
En otros
arcones, en otros lugares,
Que pudiera estar escondido.
Miraría en roperos,
Llenos o
vacíos.
¡Hallaría al culpable de este desatino!
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