- ¡Mamá!, ¡Mamá! –
Entré gritando en
casa.
Volvía del colegio y
deposité mi maleta en el descansillo mientras entraba atropelladamente.
- Dime, Ana. –
Contestó mamá en un
tono un tanto despistado.-
- ¿Es mucho para toda la vida mamá? –
Pregunté con voz muy
alta, pues quería que mamá me respondiera y parecía estar despistada en la
cocina, ultimando los preparativos de la comida.
- ¡Entra la maleta Ana! –
Mandó mamá mientras
miraba de soslayo el descansillo de la escalera.
- Mamá, ¿Es mucho para toda la vida? –
- ¿Qué
es para toda la vida? –
-
¿Es mucho para toda la vida? –
Repetí en tono un
poquito más bajo.
Mamá miró hacia mí
extrañada y silenciosa.
Soltó la cazuela que
removía alzándola asida por las asas y batiéndola de un lado a otro como si se
tratase de una extraña danza del vientre acompasada con cazuela.
Apagó el fuego y se dirigió hacia mí.
-
¿Qué te pasa cariño? –
Preguntó muy
cariñosa mamá intuyendo algo grave.
-
¿Es mucho para toda la vida? –
Volví a preguntar en
tono calmado y apoyando mi cabeza sobre el pecho de mi mamá.-
-
Para toda la vida es para siempre, Ana. –
Contestó mamá.
Yo la escuché
atentamente y me quedé pensando….
-
¿Para siempre es mucho tiempo mamá? –
Pregunté temerosa de
la respuesta.
-
¿Qué quiere decir para siempre mamá? _
-
¿Son muchos días, para siempre? –
Pregunté.
-
Para siempre…. es mucho tiempo, Ana.
-
Mucho tiempo.
-
Para siempre…. es para toda la vida –
Volvió a explicar
mamá mirándome de frente y repitiendo lo definido en la definición, como sin
saber buscar una respuesta que ella misma no podía encontrar.
Yo me encontraba
sentada sobre sus rodillas e intentaba entender.
Miraba muy atenta el
movimiento que hacían los labios de mamá. Muy, muy atenta para poder así
adivinar qué querían decir aquellas palabras que ya imaginaba debían ser
tremendas.
Mamá me miró de
nuevo y adivinando que yo permanecía en mi ignorancia, retomó la explicación.
-
Ana, ¿recuerdas aquella flor tan linda que compramos en primavera?
Moví mi cabeza de arriba abajo asintiendo sin
decir ni palabra.
Escuchaba intentando
comprender qué tenía que ver aquella flor tan linda que me compró mamá…. Claro
que la recordaba, era una flor preciosa blanca, de un blanco tan blanco que
parecía tener luz, se llamaba azucena, igual que mi amiga Azucena.
Azucena es un nombre
tan bonito…
Antes de conocer a
mi flor, pensaba que Azucena era un nombre raro y complicado de decir, pero
después de mi preciosa flor, pienso que es un nombre precioso y además recuerda a aquél olor tan maravilloso que mi
flor desprendía para agradecer mis cuidados.
Yo, jamás había
olido nada tan delicioso como el olor de azucena y no sé por qué al recordarla
se me llenan los ojos de lágrimas y se me hace como un ahogo en la garganta que
tampoco entiendo.
Comenzó siendo un
capullito verde alagado con la forma de una aceituna larga y estrecha. Cuando
se puso grande y se abrió, era una maravilla. Me sorprendió mucho verla crecer tan
hermosa.
Surgió de una hoja larga,
tosca y verde, similar a un tallo cualquiera que parecía muy pobre soporte para
tanta belleza.
Después fueron
surgiendo otras más, hijas todas del mismo tosco tallo verde, todas tan
hermosas como la primera, pero para mí ninguna fue tan especial como aquella
primera flor.
Recuerdo que lloré
mucho aquella mañana.
La saludaba todos
los días nada más levantarme y comprobaba que no estuviera sedienta.
Siempre le preguntaba
antes de darle agua que si le apetecía otra cosa, le hubiera dado leche de mi
desayuno, o leche con cacao y azúcar que está más rica aún, pero mamá siempre
me decía que a Azucena sólo le gustaba el agua.
Aquella mañana corrí
a saludarla pero ella se había encogido, se había aburrido. Se envolvió en sí
misma como si se hubiera enfadado acurrucada en un rincón.
Su color, antes
brillante se había apagado y tornado de blanco a marrón.
Había dejado de oler
y se la veía tan triste…
Intenté hacerle la
respiración artificial, pero no respondía y hasta parecía encontrarse peor cada
vez que le soplaba...
Pensé que le hacía
falta más agua y le di de beber, (esta vez le di de mi leche con cacao para que
se pusiera fuerte y recuperase su vigor del principio)
Mamá me explicó que
se había marchitado porque las flores se marchitan y tenemos que esperar a que
vuelva a ser primavera para volver a ver a tu amiga la flor.
Yo lloré mucho cuando
se marchitó.
Mucho.
- Verás, Ana.
- Toda la vida de la flor, es el tiempo que
duró nuestra flor. -
- Entonces… mamá… -
- Para siempre es poco tiempo ¿Verdad? –
- La flor duró muy poco tiempo mamá –
Y esto último lo dije llorando,
pues no pude contenerme pensando en el miedo que me daba la posible respuesta de
mamá.
Mamá me abrazó y me dijo:
-
Vamos a ver, mi niña…
-
¿Qué le pasa a mi pequeña muñequita? –
Me abracé a mi mamá y lloré aún
más con mucha tristeza y mucha pena.
-
Cuéntale a mamá qué te pasa que mamá necesita saber qué angustia tanto
a su muñequita. –
Dijo mamá depositando en mis
ojos y en mi frente un montón de besos intercalados en cada una de sus palabras.
-
Te quiero mucho mi niña. –
Guardé silencio un rato sin poder
parar mis congojas.
-
Es que te enfadarás conmigo. –
-
No te preocupes cariño que no me enfadaré. –
-
¡Mamá! ¡La señorita me ha dicho que si hablaba me quedaría sin recreo
para toda la vida!
-
¿Hablaste Ana? –
-
¡Síiiii!!!
-
¡Mamáaaaa!!!
-
¡HablEEEeeeeee!!!
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Se me saltan las lágrimas de emoción con este relato lleno de ternura e inocencia.
ResponderEliminarY a mí se me saltan leyendo tu comentario tan lindo Muchos besitos
EliminarHola.
ResponderEliminarUn cuento delicioso, con la magia que los niños le dan a la vida y a sus acciones.
Maravilloso.
Felicitaciones.
Muchas gracias Ricardo, muchísimas gracias. Besos
EliminarMe ha encantado el relato es muy tierno. Un beso y feliz semana
ResponderEliminarGracias guapa. Tú que me lees con cariño Besitos
Eliminar¡Qué bonito Mercedes! Felicidades.
ResponderEliminarUn beso
Muchas gracias Marisa, no sabes cuánto te agradezco tus visitas y tus comentarios. Besos
EliminarEs una historia muy linda y tambien lo es la inocencia de los niños...
ResponderEliminarGracias Ratch Kendel, La inocencia de los niños es maravillosa. Los niños son una verdadera delicia.
EliminarGracias Ratch Kendel, La inocencia de los niños es maravillosa. Los niños son una verdadera delicia.
EliminarPobrecita niña, para siempre es una eternidad. Con lo difícil que es para los niños mantenerse callados. Creo que la maestra no usó las palabras adecuadas. Me ha encantado. Los niños y sus cosas son lo mejor. Un besillo.
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