jueves, 4 de febrero de 2016

Prisionera!

La escritura la atrapó como atrapan las drogas, provocando su aislamiento del resto de los seres vivientes que habitaban el planeta.

Ya nada existía a su alrededor, sus únicas relaciones consistían en manejar a su antojo los diferentes símbolos de las diferentes letras con la única intromisión de los caracteres ortográficos conocidos como signos de puntuación.

Solía utilizar los más familiares, no era ella de usar para sus escritos signos rimbombantes u ostentosos, se conformaba con algunas comas y algunos puntos, puestos estos algunas de las veces en hilera, como cuando formaba con ellos puntos suspensivos…

Su aislamiento, se fue haciendo cada vez más y más prolongado en el tiempo, hasta llegar a pasar semanas enteras sin dejarse rozar la piel por el bendito aire de la calle, sin dejar que el sol iluminase sus ojos, o que sintetizase en su cuerpo ningún rastro de vitamina D.

Su vulnerabilidad se fue haciendo cada vez más patente, al no tolerar su cuerpo ningún virus o bacteria, o contaminación alguna que no fuesen las propias de su medio ambiente, que se auto limitaba cada vez más y que fue reduciendo cada vez, hasta quedar en un exiguo, pequeño rincón de su casa.

Sus dedos mostraban callos circundando sus yemas, y su cuerpo fue imitando a uno de los caracteres más utilizados por la escritora.

Sus hombros se curvaban hacia delante, junto con su cabeza, y sus piernas ya estiradas y en posición erguida, se iban curvando cada vez más en sus articulaciones de cadera y de rodillas.

Se asemejaba su figura a una S mayúscula.

Apercibía todos aquellos cambios, pero no podía ya volver atrás.


Se hallaba prisionera de sus propios escritos.

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