Procuraba
no perder sujetándole las nalgas aquél ritmo diabólico que imprimía la
brasileña.
Él, neófito en bailes, intentaba seguir a aquella voluptuosa mujer de grandes y
redondas caderas.
En uno de sus traspiés, la brasileña metió su pierna entre
las de él y cayeron unidos al suelo quedando ella bajo su cuerpo.
Ni
corto ni perezoso aprovechó para sujetarse, esta vez a sus voluminosos pechos,
por lo que recibió una sonora bofetada.
Se
levantó como pudo y galante, ofreció una de sus manos a la chica.
La otra mano
conservaba la forma de aquel epicúreo pecho cual etéreo y preciado trofeo.
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Mmmm., abuelaaaaa...
ResponderEliminarYo también me sorprendo José Florentino Menéndez Álvarez! Un abrazo
EliminarAdmiro tu blog. Gracias por acordarte de mi.
ResponderEliminarDisculpa por el restraso,
Un beso.
Gracias, todo es mutuo. Menudo giro literario que hemos dado... Le ha quedado muy bien. Un abrazo.
EliminarJijiji, no hay que desaprovechar ninguna oportunidad. Un besillo.
ResponderEliminarJajajaja El pobrecillo, ya no podría cerrar la mano o perdería la medida. Gracias María Besitos
EliminarJamás soltara ese trofeo, ni siquiera aunque se le engarroten los dedos...
ResponderEliminarUna escena muy graciosa, Mecedes.
Un abrazo.
No va a poder ni comer a gusto, porque ¿Con qué mano agarrará el pan?
EliminarEs que hay tentaciones que no se pueden resisitir!! jajajajaa. Se quedó con la bofetada, pero tambien tuvo su segundo de gloria. Muy divertido, Mercedes!! :)
ResponderEliminarUn beso grande!
jajaja Le pareció muy poco castigo para tanta ganancia. Muchas gracias Julia C.
EliminarUna escena divertida muy bien descrita, en pocas frases se te queda grabada la imagen del micro, como la palma de la mano de la brasileña en la cara del aprovechado hombre.
ResponderEliminarUn Saludo Mercedes! ;)
Creo que la bofetada no le importó demasiado, lo realmente importante era el recuerdo del volumen y no perder su trofeo. Muchas gracias Ekgar K. Yera
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