martes, 9 de junio de 2020

Una carta al viento


En San Fernando, Cádiz, día 9 de Junio y del Sagrado e Inmaculado Corazón de María, en el año 2018 d.C.

Muy señora mia, apreciada y delicada dama, querida "dependienta de nubes y ensueños", amiga virtual (de momento):

Agradecí y acepté la invitación a la presentación de tu primera novela, ayer en el auditorio del antiguo "Cine Almirante", !que tiempos aquellos!; no porque me gusten las novelas, ni las escritas -tan magníficas y fantásticas, ya vetustas ya modernisimas y comerciales , ni las radiadas -que tanto hicieron llorar a las féminas de nuestra generación, ni -por supuesto- las televisadas, tan enemigas de la unión matrimonial como el fútbol o... iba a decir "el loco de la colina", ¡que insensatez!; dejémoslo ahí.

Asistí a tu virtual invitación, desatendiendo ciertas frivolidades de mi agenda - que no me interesaban, e incluso cambiando la hora de mi asistencia diaria a la Eucaristía (el Señor lo entiende y aprueba por aquello del segundo mandamiento, que Él mismo promulgó); y, claro que fui, incitado por tu deseo de quererme conocer en persona que era recíproco desde que, ha tiempo ya, leo tus preciosos apuntes poéticos en nuestro cómplice Facebook.

Te confieso un secreto a voces: Soy sordo; y mi discapacidad -obviamente- me iba a impedir escuchar todo lo que se hablaría durante el evento. Realmente, poco me interesaba lo que dijera el presentador que, no quiero elucubrar, quizás aprovechó la ocasión más para presentarse una vez más a asimismo, no porque el señor Montiel tenga por costumbre "faldar" y menos de lo que no es ni sabe, sino porque los españoles hemos entrado -todos un poco, o un mucho- en el laberíntico trasmallo del postureo y el figurar, donde terminan todos ahogados en su propia insensatez... Y así nos va. Pero él no... pienso y quiero creer.

Después tomó la palabra Ignacio, como era de correspondencia y protocolo, y -breve, conciso y concreto, como buen contable- fue al grano, sin ambages ni florituras, pero acertadísimo a la hora de hacer balance, resumiendo las cuentas en una cifra sin números: "auténtica". ¡Que palabra tan comprometedora, qué concepto para adjetivar a una persona pública o privada de tantísima responsabilidad!; "Auténtico": dícese de la persona que "es realmente lo que parece o lo que se dice de ella".

Y yo te miré, miré una vez más esa cara dulce, tímida, inquieta, nerviosa, emocionada, amigable, sencilla, humilde, de vuelta de todo y expectante por cada nuevo segundo, un rostro que nada tiene que ver con las fotos de Facebook que son estáticas como tales fotos que son, un rostro vivaracho, simpático donde los haya, ameno, agradecido por lo vivido y por lo que está por venir, un rostro lleno de paz y de amor sin nombres ni apellidos, pero con mucho amor. Ese rostro era, es, el reflejo de esa palabra que Alguien le bisbiseó a Ignacio: Auténtica. Y te miré una vez más, y te admiré.

Dice el dicho que "la cara es el espejo del alma".
"De la abundancia del corazón habla la boca", esta es -¡ahí es nada!- Palabra de Dios; la que me tomé la libertad de parafrasear para cumplimentarte al despedirme de ti.
Que la abundancia de tu corazón siga manando a borbotones por tu boca y discurra por los ríos de tinta de tu pluma. Tu poesía es fértil abono espiritual para muchas almas que te leen entre ellas, la mía.

Dios te bendice querida amiga.


Respuesta: Muchas gracias; releeré esta carta cada vez que mi ánimo se hunda; me servirá además para contrarrestar a las lenguas cargadas de envidia. Un abrazo.

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