martes, 31 de marzo de 2020

El aroma del recuerdo

Del primer trozo arrancado por mis dientes saltó la chispa de encendido que da salida a la carrera del recuerdo.
Al instante, pude visualizar ante mí mis pensamientos, volando, cogiendo la altura suficiente que les permitiese ir surcando los escollos causados por el paso inexorable del tiempo.

Vi, que, cruzaron distancias, cuyas medidas serían tomadas en kilómetros, y en las más largas unidades de tiempo.
El fresco pedazo, en el interior de mi boca excitó a las papilas gustativas de lo dulce, las primeras que acompañaran mi niñez, y que poco a poco se han ido rezagando en el rodaje del gusto, para dar prioridad a sabores más neutros o salados.


Mi saliva espabilada de momento, se percató del regusto añejo, para alertar a las glándulas salivares que prestas, y espontáneas vertieron sus líquidos que ansiosos, esperaban tan trascendental momento de ser mezclados con el néctar procedente de la más antigua de las memorias.
Y ahí, mientras masticado por mis dientes, el pedazo vertía todo su encantador jugo contenido, era triturado en diminutos fragmentos, cuya finalidad sería, la de ser tragados.
De camino al tracto digestivo, mi aparato olfativo puso en marcha un camino paralelo, hacia la tarde, a la aburrida hora de la siesta no dormida, y el trasiego de camino que conduce hacia las manzanas.

Las manzanas guardadas en el desván de mi abuela, esparcidas sobre pajas, cuyo olor transgredía a la quietud, y al pensamiento, para convertirse en nada más que tentación sublime; “en el pensamiento único y vivo de la serpiente bíblica por tentadora de manzanas”…

Los jugos en mi boca evocaban aquel tedio, de aquella casa enorme que contenía tres viviendas, y una única habitada.

La casa de mi abuela, donde la hora de mayor respeto, sería la más aburrida; la inacabable hora de la siesta…

Mientras… una niña traviesa, se columpia en la puerta batida del patio, asida a la misma por una mano, que asoma a través de la reja; mientras que, con la otra mano, sostiene el fruto de la delicia; el sabor de los sabores, ese fruto causante del deseo, de piel roja y carne blanca, portador del embrujado aroma... para al terminar de ser degustado, regresar al camino de la apetencia, en que las portadoras del olor embriagante y del gusto, descansan tan felices, esparcidas cada vez a mayor distancia las unas de las otras, sobre pajas frescas que, como el más amarillo de los oros, relucen doradas, para sin querer, hacer resaltar el rojo vivaz de un fruto, hoy convertido en el más hermoso contenedor del recuerdo.
© Mercedes Del Pilar Gil Sánchez
#AbuelaTeCuenta
La imagen puede contener: Mercedes Del Pilar Gil Sánchez

viernes, 27 de marzo de 2020

Los Gestos

Para hablar de los gestos debemos pensar en qué es en sí misma la cara.

Sin dar paso a que las caras puedan atraer más o menos por sus formas, por la belleza en ellas expuesta abiertamente, o, digamos que… encerrada; como es el caso de lo que llamamos “atractivo” ya que es ésta una forma de ver la belleza más abstracta que la convencional. Un modo de mirar, o una abierta sonrisa, pueden componer o añadir belleza a un rostro de rasgos más o menos imperfectos; pero no entraremos ahora en detalles de los llamados cánones de belleza.

La cara, esa forma de identidad única y diversa, está compuesta por cuarenta y tres músculos que utilizan para sus movimientos doce pares de nervios craneales y… esta zona de nuestra identidad que puede abarcar el pequeño tamaño de tu mano abierta, es la parte del cuerpo más compleja, y más difícil que puede abordar un trasplante, para el más experto de los “micro” cirujanos.

Hemos de remontarnos para comprender la importancia de la gestualidad, a la época en que el hombre, como primate, usaba sus músculos y nervios faciales para hacerse entender e interpretar los deseos de sus semejantes; para hacer saber a sus congéneres sus estados de ánimo, dar muestras de su disgusto, o de su contento; de una implícita amenaza, o dar a conocer una invitación para un confiado acercamiento amistoso. La gestualidad sirvió en esa época, en esos inicios de… ser seres humanos, como único recurso de comunicación, de formar sociedad, y de entendimiento mútuo; ya que mucho antes de hacernos comprender por medio de gritos más o menos guturales, prorrumpidos como alarma, amor, o como llamadas al relax de sociabilidad ya humana; el hombre únicamente disponía de su cara para convertirse en el ser social que siempre ha sido.

Otra de las características del rostro humano, es su diversidad, su irrepetible variedad de formas, que ayuda a distinguir al hombre como ser individual y único cuando la ausencia de llamada; la ausencia de nombres identificativos, nos podría haber hecho repetidos, sin personalidad, e idénticos.

Los ojos del ser humano, desde sus inicios como especie están dirigidos hacia el frente, con lo que perdíamos ante otros animales en lo que se refiere a vulnerabilidad, ya que el campo visual de un humano escapa a la lateralidad, y debería (cualquier individuo) para ver a un posible enemigo que se acercase por la espalda, girar su cuerpo junto con su cabeza… con lo que perdería un tiempo precioso y preciso para la huida; mas, esta pérdida, o menor tamaño del campo de visualidad, ha dado paso a la posibilidad de identificación individual por medio del reconocimiento del rostro.

Pero… volvamos a la gestualidad; como resquicio de aquellos tiempos primeros, en aquellos albores comunicativos de seres sociales que somos, y que siempre hemos sido; ha quedado marcada e implícita en nuestro ADN una impronta, como de actos reflejos, que tantas veces, realizamos de forma inconsciente, como resquicios de rechazo, que sobresalen de nuestros ojos en nuestras miradas, resquicios de deseo, que sin necesidad de indiscretos olfateos caninos, escapan delatores de nuestros inconscientes, más allá de nosotros mismos, sin permisos previos, poniendo de manifiesto íntimos sentimientos ante los ojos de congéneres, que más o menos expertos en diálogos sigilosos, son capaces de comprender tu malestar, tu indignación, tu oculto amor, o ese encubierto e íntimo deseo que ha trascendido precisamente, sin tu "deseo" de haber sido trascendido…

Muchas veces, la costumbre, y la comunicación verbal nos ha hecho descuidados, la utilización de la palabra nos ha ido invalidando para una comunicación completamente silenciosa, pero nos ha dotado de un "detector", un interpretador del subconsciente de nuestros interlocutores hablantes, que nos hacen diferenciar y discriminar entre quien nos aprecia de veras, y de quien nos muestra simplemente, una cara amable con miradas delatoras de su "no" entusiasmo y de su "insinceridad".

Quizá esta facultad de detección ancestral, sea para nosotros una maldición en un mundo de palabras...

Quizá...

O quizá nos sirva como lo que es en realidad, un "detector", como prevención de algo negativo...

Quizá....

O quizá, este atisbo de percepción extrasensorial, no sirva para más que para escribir unas cuantas letras en una red social....

Quizá...

Porque, para qué puede servir una muda gestualidad en un mundo poblado por palabras, que se dan cita en la mayor multiplicidad y diversidad de composiciones para expresar a través de ellas la mayor complejidad de pensamientos o expresiones...

Para qué sería necesaria la prevención de una mirada en el mundo de las letras y las palabras?
;)

© Copyright © 2018 All rights reserved Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta

viernes, 13 de marzo de 2020

La serpiente Balbina

He de decirte Balbina
que la serpiente Sabrina
es bastante sibilina…

Pasea, se contonea…
y se para en cada esquina…

Espía a su vecina
las recetas que cocina...

Su platillo de lubina,
que ha guardado Bibiana
apilada en su vitrina.

Su bocado de sardina
marinado en sal fina;
su puchero de gallina...

Sus gambas en gabardina
sus mostachos de felina…
Su pasta al dente latina.

Y se los lleva a un cliente,
que se lo come caliente
en casa de don Vicente.

©Mercedes Gil
#AbuelaTeCuenta
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martes, 10 de marzo de 2020

Una cumbre para Lin

<<Relato de ficción; cualquier similitud con la realidad, será por pura coincidencia>>

Después de las últimas guerras que implicaron al mundo tierra, los distintos dictadores o dirigentes de los distintos países depauperados por las contiendas, toman como iniciativa común, impulsar la natalidad, incentivándola con distintos premios. Un asunto comprensible, había que sustituir por vida, a la masiva muerte…
Años después, entradas a gobernar las distintas democracias, en los distintos países, había que reorganizarlo todo, fomentando como norma, lo contradictorio a lo antes dicho: Las familias debían tener como máximo un único hijo…
Pasó el tiempo en conformidad, en el respeto a lo último dicho. Transcurren años libres de llantos infantiles; se prohíbe la entrada de niños en restaurantes “pues ya se sabe que… lo no usado u oído, puede llegar a ser molesto”.
Las nuevas parejas reproductoras, inciden cada vez más en esterilidad de alguno de sus miembros, ya que lo no usado…

La ausencia reiterada de infancia, envejece a la población, con lo que se hace necesario tomar medidas severas…
Una sigilosa cumbre se celebra en un país neutral; cuyo primordial tema son: el gasto consecuente del envejecimiento poblacional progresivo…

Lin Chu un inminente científico en genética molecular, es convocado a la cumbre… Los distintos ponentes proponen diversos métodos:
Gracias a la demostrada excedencia de otros países, se propone aumentar la infancia impulsando a la adopción.
Pero Lin Chu sabe que sólo él tiene el método infalible. Está más que harto de jugar en el laboratorio… Necesita ya, probarlo In Situ…
Está hartísimo de matar ratones viejos… Toca la prueba definitiva…

Salió de la reunión secreta con afán de resolutivo.
—¡Esta sí será la solución final!
Después de todo, siempre podré culpar a los murciélagos…

¿Es que acaso no lo ha hecho antes Bram Stoker con Drácula?
¡Puag! ¿A quién le gusta un murciélago?...

Lin Chu regresó a casa; entró furtivo en su laboratorio, y salió de él con un tubo de ensayo provisto de un tapón hermético, lo destapó mientras gritaba al mundo hinchiendo los pulmones a todo cuanto daban de sí.

—¡Soy el salvador del mundo!!!

¡Mueran los viejos! Y… ¡Viva por siempre la juventud!!!

Cuentan que, el joven científico, ha sido el primero en engrosar la lista de muertes por Cov19
Pero, quien sabe… quizá todo esto, sea invención de alguna escritora; loca, o... escritor…
¡Yo, por si acaso, ni lo firmo… ni lo afirmo!