sábado, 12 de octubre de 2019

¡Me lo prometiste!!!


—¡Me prometiste la luna!

—¡Mujer!


—¡Ni mujer… Ni san mujer…


Me prometiste la luna, y quiero… su resplandor a mis pies!


—¡Pero… María… La luna!


¿Cómo la he de traer?


—Eso… será cosa tuya…


¡Estoy más que harta, de prometer… prometer!


¡Me has dicho que la luna… y… eso quiero… ya lo ves!—


Y… va Juan a comprar telas, del derecho y del revés…


Y confecciona una luna, en la que se ha de meter…


Con ojeras, y distante, cara de deprimida, un tanto descolorida, 

amargadita y tranquila, dolorida, tropezada sin traspiés…

—¡Ea, aquí está tu luna!


—¡Ojú, qué cosa más fea!


—¡Pues confórmate María!


¿Ves su cara; sus ojeras, y esa raya de pena, que la atraviesa de 

veras del corazón a las venas?

¿La ves, querida María?


¿La ves, y no te da pena?


¡Es mi cara! Y un reflejo de mi tristeza y condena!


¿Cómo no voy a querer darte a ti la luna?


¡La luna, un diamante, para ti sola una almena, como princesa en mi luna, como suspiro en la arena!


¿Pero no ves que soy tuyo


Que para mí no hay más luna, que tu voz en la mañana, que el tenerte aquí, a mi vera?


¡Anda, ven, ven conmigo!


¡Ven aquí, que yo te quiera!

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