Pues nada, eso, puro vicio de procrastinar
Después de haber mandado a paseo a un íntimo amigovio, (que debí descambiar desde hacía tiempo) atravesé un tortuoso camino de resiliencia que me llevaba a procrastinar durante días enteros. Procrastinaba en la cocina, en el salón comedor, en vez de arremangarme, procrastinaba. En la salita de estar procrastinaba, al medio día, de noche y por la mañana. Y tanto y tanto procrastinaba que día a día más me viciaba en procrastinar, mientras de mi papahuevos amigovio que tantas veces me zangoloteaba, de su presencia de quitaipón, ya para siempre, me desligaba.
Él para mi consuelo puso en mis manos una tiesa toballa.
¿ES que en tu casa no conocéis el suavizante? Le pregunté.
¿ES que en tu casa no conocéis el suavizante? Le pregunté.
Mercedes del Pilar Gil #AbuelaTeCuenta Copyright © 2017
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