Margarita, permanecía
bajo la nieve sin apenas abrigo, viendo gente pasear y comprar a sus hijos cosas
superfluas.
Un niño, tiró un
caramelo sujeto por un palo. Margarita, deseaba conocer el sabor de aquél dulce
y lo recogió del suelo.
-¡Niña!
-¡No se cogen cosas del suelo!
-¡Cochina!
Gritó el padre del
niño.
Margarita echó a
llorar y quedó dormida junto a un perro callejero, que siempre, le prestaba su
calor.
Soñó un árbol
luminoso cargado de comida, ropas de
abrigo, el regreso de su amorosa mamá...
Al despertar, le rodeó toda aquella
maravilla, regalo del muy bondadoso Santa Claus
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