Otoño
Pisar
las hojas secas,
mientras paseo por el parque.
Escuchar su placentero rugir,
Oír su crepitar,
bajo mis pies.
Añorando
otros tiempos,
En otros,
maravillosos lugares.
Cuando
sobre las hojas saltaba,
Sublimando con mis saltos,
Sublimando con mis saltos,
Su delicioso gruñir.
Y mis
jóvenes pies
Bullían
exaltados de placer,
Protegidos,
resguardados.
Abrigados,
sumergidos,
En toscos
zapatos,
Anudados sus cordones con dos lazos.
Anudados sus cordones con dos lazos.
Corrreteaban alegres, alborotados,
Buscando
más crujidos,
Más musicales desgarros.
En carreras
colegiales,
A las idas
y venidas de la escuela.
Transportando sólo un libro,
Y muchos
bellos colores.
A los
que afilar su punta,
Siempre
gastada… y siempre,
Dispuesta
a ser otra vez afilada.
Atrapados,
sin poder huir,
En una marrón
e insustancial,
Mínima maletita de cartón,
Que siempre inquieta,
Pendía de mi mano.
Pendía de mi mano.
Escuchar
de nuevo,
El
rumor del viento,
A la
caída de la tarde.
Que revive en mí el recuerdo,
De la voz tranquila,
de mi madre.
Que revive en mí el recuerdo,
De la voz tranquila,
de mi madre.
Oír el dulce
cascabeleo,
De la
lluvia golpeando,
En los
cristales.
Oler el
apacible aroma
De la
sedienta tierra,
Que mitiga, ansiosa su sed,
En
nuestros parques.
En un eternamente evocador…
Rumor de
un nuevo otoñal grito,
De un siempre nuevo Otoño.
Copyright © 2015 AbuelaTeCuenta All raights reserved
De un siempre nuevo Otoño.
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