Leía mi
abuela,
contándome un cuento.
Sentados
en sillas,
muy quietos y atentos.
Al poco
sentimos,
las sillas... desvaneciendo,
Tocamos,
sentimos,
las fibras de adentro.
Narraba
mi abuela,
páginas del cuento.
Su voz
se oía desde aquí,
desde dentro.
¡Abuela,
no pares,
te oímos, seguimos atentos!
Estamos
aquí,
en el corazón del cuento.
Por favor,
no pares,
síguenos leyendo,
¿Qué sería de notros
si se acabaran los cuentos?
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