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miércoles, 9 de agosto de 2017

Una Cucharilla de Café


El absoluto y estricto silencio decretado por Otto Kretschmer se vio truncado por una mano temblorosa que el pánico convirtió en torpe y descuidada. 
Una mano que había demostrado agilidad y firmeza, más allá del momento que ahora se veía obligada a vivir.

La presión del agua sobre su estructura comenzaba a causar filtraciones en el U99 que descansaba camuflado en el fondo marino desde hacía más de tres horas. La tripulación fallecía deshidratada por la exuberante hiperproducción de sudor, que provocaba el exceso de calor, y el excesivo estado de miedo. 
El comandante que había prohibido el café por el simple y práctico hecho de regular el consumo de agua, permitió la excepción de una taza del codiciado líquido negro, más por estabilizar los nervios de la dotación y por hallar el punto medio del bien común o grupal e intentar restablecer con ello un ápice de confianza en sus marineros, en los que comenzaba a advertir pérdida del nivel de alerta, y, que dejaban acrecentar en su interior un pensamiento derrotista.
Flaqueaban las fuerzas.
La confianza en una hipotética salvación había huido del submarino a mayor velocidad que la velocidad punta de crucero que pudiera alcanzar con buena mar y buen tiempo el U99.
El constante, aunque intermitente pitido del sonar volvía locos a los hombres a quienes por momentos, se les advertía acrecentar la necesidad de salir corriendo, gritar, o luchar cuerpo a cuerpo a vida o muerte antes que quedarse a la espera en tan dolorosa incertidumbre.

La mano del marinero klaus tembló presa del desconcierto y del pánico, lo que terminó lanzando la cucharilla que serviría para endulzar el café hacia una de las chapas que constituían la zona de descanso del submarino y en la que se amontonaba sigilosa la totalidad de la tripulación en torno a una humeante cafetera.
El café se vertió ardiente sobre sus piernas y aún habiendo ahogado el grito, los despabilados oídos del radiotelegrafista de un  viejo y persistente destructor que en el sosiego de la noche escrutaba al silencio, escuchó un “Clin” repetido por el choque de la cuchara contra la chapa de la camareta, seguido del consiguiente “Clin” producido por la colisión de la cuchara contra el acero del suelo.

La primera carga de profundidad hizo saltar en el pecho los corazones de los cuarenta y un navegantes atrapados en la acerada mazmorra que intuían ya, y sin remedio, su tumba.
Esa primera explosión fue seguida por cincuenta más, repartidas en ráfagas de veinte en veinte minutos durante hora y media, que explosionaban, “a Dios gracias” sobre el sumergible, ya que de explosionar bajo su estructura, provocaría sin remedio alguno, la destrucción de la nave. No podían abandonar su posición y debían confiar en que los ciento cincuenta metros que les separaban de la superficie, resultasen suficientes para su supervivencia.
Unas horas después, cuando la tripulación del U99 se sentía a salvo y libre del asedio, entró en batalla contra un convoy compuesto por cincuenta buques resultando en la refriega tocado de muerte; una vez en la superficie, su comandante, se vio obligado a ordenar el abandono de la nave tras lastrar los tanques e inundar las zonas estancas, quedándose en la cubierta del HMS. Walker, su verdugo - rescatador tras ser apresado, para contemplar el hundimiento de su uboot, que ocurriría a primera hora del 17 de marzo de 1941 tras haber hundido seis buques, entre ellos, un petrolero que tuvo la capacidad de convertir la noche en día, en horrible ignición comparable a la lejana y espectacular explosión de enana roja, antes de desaparecer para siempre tragado por las aguas.
El ingeniero jefe, tras emerger, y ya dispuesto al abandono de la nave; celoso de los secretos que guardaba en su interior el U99, entró de nuevo al buque, para pasar a inundar la cocina, decidiendo en el último momento, quedarse por toda la eternidad a descansar en el buque sobre la arena de la más tenebrosa profundidad del océano, junto con su amada embarcación.
Murieron tres de sus tripulantes; Kretschmer, su comandante, y treinta y ocho de sus navegantes fueron rescatados por el HMS. Walker y conducidos a Liverpool.
****

"Esta es una historia inspirada en un hecho real de la historia" Y... aunque no suelo escribir Ficción histórica o sobre temas históricos... No sé qué me ha ocurrido esta vez... Espero que os entretenga. Gracias por vuestra benevolencia.
©Copyright © 2017  All rights reserved  Mercedes del Pilar Gil Sánchez  #AbuelaTeCuenta


sábado, 5 de agosto de 2017

Letanías de Amor



Me encontré hoy contigo
Acudimos a tu huerto
rezamos mil letanías
Lejos de los padres nuestros
¿Me miras? Y te lo digo…
Te digo, que sí te miro…
¿Me quieres? Y, que te quiero…
¿Me abrazas? Y te abrazo
¿Me besas? Y te lo grito...
Gritos de miles de besos.


© Copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez 
#AbuelaTeCuenta

lunes, 31 de julio de 2017

Me revestí de tu sombra

Me revestí de tu sombra,
y te quise tal cual eras, 
para llenarme del lujo
de pasear a tu vera.

©Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta

domingo, 30 de julio de 2017

Bendita paga extra!!!

La paga extra de verano le llenó de satisfacción y pensó en el mismo instante que fue cobrada en cómo deshacerse de ese dinerito inhabitual sin que supusiese para él ningún problema de conciencia. 
Esta vez, no ocurriría como cuando compraba zapatos, o algunas imprescindibles prendas para el diario vestir; ocurría siempre, que su conciencia le hacía reprocharse a sí mismo haber gastado más dinero del que debía.
Los tiempos estaban duros, y trabajar, no suponía una garantía de no pasar hambre, si no se poseía una conciencia exhaustiva de los “gastos” realizados en el hogar.
Sabía que el dinero de la paga extra volaría de un plumazo sin sentir, sin que tuviese tiempo de degustarlo, de tenerle, de contemplarle entre sus manos…
¡Nada importaba!
¡Nada impediría aquel  gasto gustoso!
¡Nada!
¡Por fin conseguiría, lo que tanto ansiaba!

Es cierto, él únicamente pensaba “hasta ese momento” en bienes tangibles, como podrían ser: Pasar a conseguir la propiedad de un coche, o poder gozar en su salita de estar, de una pantalla televisiva de esas enormes, led, de ultimísima generación de la que tantas  ganas tenía…

Se hallaba seguro de que no habría lugar para contabilizar activos, o pasivos, a hacer balances, cuadrar cuentas… Ocurriese lo que ocurriese, la cuenta final, vendría a conseguir resultados más que positivos.

Ya había solicitado el billete desde hacía más de seis meses...
El mismo tiempo que llevaba hablando con ella, dedicándole a través de internet las horas de asueto que su vida laboral le permitía...
Necesitaba tanto su voz…
Necesitaba el rumor de su aliento adentrándose en su oído…
Necesitaba... 
Sentir en su piel las caricias que la cálida voz de la amada, entre susurros interrumpidos por un forzado clímax prometía.
Necesitaba su boca, su cara, su piel, y enterrar las manos entre la negrura de sus cabellos, asirse a ellos y acercarla hacia sí con la máxima de las ternuras para una vez unidas sus pieles, estrujarla contra sí hasta dejar de sentir esa sensación de pérdida que le consumía por dentro, esa ansiedad provocada por la distancia, la angustia y la pena que el deseo de tocarse provocaba en él con mayor fuerza cada día transcurrido sin poder calmar la Ansiedad, el Deseo... La Incertidumbre... La Prohibición... El Desconocimiento... La PENA.
¡Sí, la necesitaba! Más que el respirar, más que el saciado del hambre o de la más angustiosa sed.

Y era así como transcurrían todas sus conversaciones con Stella Maris, con un grito creciente día a día, acallando una necesidad palpable, más tangible que sus cuentas, que sus ahorros, que un flamante automóvil o un televisor led de sesenta pulgadas.

Anoche, repasó que no faltase lo más preciso en su maleta, y a las doce y diez de este mismo mediodía, llegó a un aeropuerto madrileño con destino a Caracas, en Argentina.

El letrero: 
“Desde hoy, treinta de julio, y hasta nuevo aviso, quedan SUSPENDIDOS LOS VUELOS CON DESTINO A CARACAS”
Le dejó pegado al suelo como si éste estuviese anegado por un pegamento inconsistente, blando, que le tragaba sin consideración alguna, hasta una longitud que sobrepasaba la altura de su cuello.
©Copyright © 2017  All rights reserved  Mercedes del Pilar Gil Sánchez  #AbuelaTeCuenta

sábado, 29 de julio de 2017

Una historia de AMOR

Sucedió una mañana...
Ya bien llegadas las dos.
Se encontraron en un plato,
Cuchara, y Tenedor.

Fue flechazo de momento.
Fueron miradas de amor.
Un Cuchillo que cortaba,
se interpuso entre los dos.

Pero pronto, con dos manos,
un comensal les unió.
Aprovechando el momento,
se abrazaron con pasión.

Crecieron, sus sentimientos,
fueron creciendo en amor.
Muy pronto ya, se casaron...
¡Qué feliz Doña Cuchara!

Luce tocado de boda,
y un merengue de mantón.
Será feliz para siempre,
con su galán, Tenedor.

Cucharillas, de mermelada,
Tenedorcillo de tarta,  
de postre rico, de arroz,
nacieron, como retoños...

De esta historia de amor.

©Copyright © 2017  All rights reserved  Mercedes del Pilar Gil Sánchez  #AbuelaTeCuenta

domingo, 16 de julio de 2017

Un conflicto mañanero


Por la mañana temprano
Llevo a pasear a mi abuela
La llevo, a un comercio
En el que venden muñecas.
Le muestro el que me gusta…

Con sus faldones y tocas
Con biberón y sus platos
Con sus trajes y pijamas
Con mantones y chupetas…

Demuestro, cuánto me gusta…
Pregunto, a la dependienta…
Del precio se escandaliza
Mi comedida abuela…

¿¡Pues no dices que te gusta!?
¿¡pues no has venido a la tienda!?
¿¡Para qué he de preguntar
Si no me lo compras… abuela!?

©Copyright © 2017  All rights reserved  Mercedes del Pilar Gil Sánchez  #AbuelaTeCuenta

Un camino hacia el amor

Esta mañana temprano
comenzó un gran viaje
lavadora de abuela.
¿Deseaba vacaciones?
¿Se cansó de lavar ropas?
¿A dónde vas lavadora?
Pregunté con voz muy queda...
No respondió mis preguntas
la lavadora viajera.
Se soltó de su enchufe
y corrí detrás de ella.
En ese nimio instante...
Lavando a mano las prendas
imaginé a mi abuela.
Lloré, pues esa imagen
llenó mis ojos de pena.
Al comenzar sus andares,
la seguí. Seguí sus pasos…
Me intrigó a dónde fuera
y concluyó su viaje
en alcoba de abuela.
Se enamoró Lavadora
de un aparato gastado...
Un aire acondicionado
chuchurrido, de mi abuela
que debió nacer con ella.
Pude verles abrazarse,
en el cuarto de abuela.
Les vi besarse, amarse...
Les vi, olvidar tristezas...
Les vi, que ambos lloraban
de dicha alborozada,
de verse, la lavadora
abandonar la nostalgia,
verse de amor cubierta...
Les vi llorar extasiados,
Les vi quererse sin penas…

Este amor viene de lejos
me contó después abuela,
de un día acalorado,
que Aire Acondicionado
heló en la noche la cena.
Lavadora, desde entonces,
esperó al aparato
regresar junto a ella.
Le llamó con sus ruidillos
y al no hallar respuesta
decidió salir andando
hacia un amor de vida...
Hacia la vida más bella.
No está sola, Lavadora
Tiene su amor con ella.

©Copyright © 2017  All rights reserved  Mercedes del Pilar Gil Sánchez  #AbuelaTeCuenta

domingo, 9 de julio de 2017

Atrapando Recuerdos

Atrapando recuerdos


En mis viajes a la luna

suelo atrapar mil recuerdos,

reflejos de luna, luna,

que se prenden en mi pelo.

Collares de piedra luna

que saben a caramelo.

Pulseras de miel de lluna

cerradas pronto en mis sueños.

Remedios de luna oscura

para guardar los recuerdos.

¿Quieres venir a mi luna...

Que es volar tu anhelo?

Remóntate hacia mi nube

Elévate, apóyate en mis cabellos.

Llegaremos a mi luna

en su fase más redonda,

¡Patinaremos su hielo!

viernes, 23 de junio de 2017

Una explosión pinturera

La calidez de la tarde hacía mella en mi cuerpo. Llevaba horas pintando y el sudor invadía mis calzones después de haber inundado y traspasado la ropa interior que notaba en extremo pegada a mi cuerpo. Pensé que si continuaba de ese modo, desaparecería en un charco de líquido exudado por mis glándulas sudoríparas en extrema actividad. Mis reflejos, intactos al clarear la mañana empezaban a flaquear por acumulo de cansancio. Comencé a notar como primer aviso la pesadez de mis brazos, la turbieza en la mirada, y en el pulso de mi mano que obligaba a la brocha cargada de pintura a realizar líneas onduladas en vez de las impertérritas rectilíneas que sin esfuerzo alguno, deslizaba sobre la pared esta misma mañana.
Sin cejar en mi esfuerzo, llegué al tramo final del techado que cambiaba un tono parduzco y sucio por un nítido y pulcro blanco inmaculado que parecía haber inundado de suave luz el cielo de un pasillo que va del cuarto de baño a la entrada de la casa.
Respiré de sano alivio al pensar en el merecido descanso que me esperaba…
Moví la escalera y entonces…
En un ínfimo instante… El recipiente que contenía la pintura cayó desde más de un metro de altura.
Su contenido chocó junto al cubo contra el suelo y como en una estampida descargada por un trueno la pintura rebotó hacia arriba en busca de todas las direcciones posibles, deteniéndose acá y allá como una ruleta de suerte extraña; como un pintor poseído por la locura que intentase pintar sobre fondo oscuro un cuadro de insólitas flores blancas.
Paralicé de pánico y estrépito…
Dirigí hacia arriba mis ojos que el sudor inundaba, y al poco, se confundieron con el sudor dos lágrimas…
Lúa mi pequeña perrita acudió a ver qué me pasaba. No tuve voz para detenerla. Me miró sin comprender nada. Mojó de pintura sus patas y pintó florecillas de huellas en el pasillo, el salón, la cocina, la sala… Repitió, repitió varias veces, las flores que al principio esparcía solitarias,  poco a poco, con gusto de unión, en nutridos ramos se juntaban.
No conforme mi Luita con formar ramos de suelos, subió al sofá y formó en él ramos con hojas y ramas.
No me quedaban ganas de limpiar, no podía… mi cuerpo no respondía, y optó por no hacer nada.
Me puse la camiseta, me revolqué en la pintura, me convertí en “nube blanca”

Huí, salí de la casa justo por una ventana, floté en el horizonte y llené mi nube de dulce blanca agua.
©Copyright © 2017 AbuelaTeCuenta All rights reserved  #AbuelaTeCuenta

jueves, 15 de junio de 2017

Hoy, comemos en el jardín



¡Comeremos en un jardín!
Me prometía mi abuela
Mientras llevaba sus pasos
Hacia su casa de vuelta…
Mas… al llegar a su casa…
Abuela ¿Dónde está el jardín?
Me mostró una ensalada
Que había hecho para mí.
Me costó. Me costó mucho…
Me costó en un principio,
Ver a la ensaladera,
Disfrazada de jardín...
Apareció ya en mi plato,
Apareció para mí.
Como en un acto de magia
Como puesto por un hada,
De pronto… El jardín estaba allí.
Con su césped de lechuga,
Las margaritas de huevo
Canónigos que eran trébol,
Vinagrillos de maíz
Tulipanes que en tres tonos
Alegraban mi jardín,
Que se hacían de pasta,
En tres colores,
Entre ellos, el carmín.
Me gusta, me gusta mucho
Comer tan rica ensalada
Sentadita en mi jardín.

© Copyright Mercedes del Pilar Gil Sánchez #AbuelaTeCuenta