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lunes, 17 de octubre de 2016

Una fiesta de Halloween

El día amaneció dentro de la cotidianidad: Despertar, duchar y, desayunar son los tres actos más automáticos que Leopoldo hacía después del latir de su corazón y de su respiración, que salvo en las tardes de piscina y alguna que otra zambullida en la bañera, solía producirse a su ritmo, y automáticamente. Y… el ir al instituto a dar clases... Aunque hoy Existía una excepción, y es que hoy, es sábado y no irá a dar clases al instituto de Educación Secundaria de “La Oleada del Tedio”

Sobre las once de la mañana, llamaron a la puerta.

Desacostumbrado Leopoldo a que tales hechos perturbasen sus días, se sobresaltó, aunque acudió a abrir sin demasiada premura, aunque también, sin demasiada demora.

—¡Buenos días!—Saludó aquella especie de cartero que asomó como primera muestra física de su persona, la nariz, aprovechando el primer resquicio de apertura en la puerta.

—Buenos días. —contestó Leopoldo un tanto tímidamente y en tono de sorpresa.

—Le traigo una invitación personal, que he de entregar en mano. —Se produjo una pausa y prosiguió…

¿Es usted Don Leopoldo Grana Cerezo, profesor director del Instituto de Enseñanza Secundaria de “La Oleada del Tedio”?—

—Sí, soy yo… Salvo por un pequeño error…

No soy director del Instituto. Soy profesor de Ciencias Inexactas.—

—¿Querrá usted decir Ciencias Exactas. No, Señor Leopoldo? —Rectificó el señor cartero un tanto escéptico.

—No. Ciencias exactas corren por cuenta de mi compañero Demetrio. Yo, me dedico a impartir “Inexactas” y… No crea usted, es una asignatura muy interesante. —Puntualizó el profesor, ratificándose en la importancia de una inusual asignatura, pero con demanda de impartición y en auge.

Es más, —Continuó Don Leopoldo. —Tenemos la gran suerte de que La Oleada del Tedio, goce de la gran distinción de poseer la única aula del pueblo que imparte esta sin par disciplina.
El cartero notó la inmensa gana de Don Leopoldo en explicar su metodología y pormenores sobre la asignatura y entonces, sin aviso previo, decidió cortar por lo sano interrumpiendo al institutor bruscamente.

Sacó de su carpeta un sobre sellado, y sin más preámbulos, se lo colocó a la altura del pecho (casi tocando al hombre) perturbando su tranquilidad con la brusquedad del hecho.

Acompañó la sequedad del gesto, con éstas secas palabras:
—¡Debe usted firmar aquí, para que pueda justificar la entrega de la misiva…

Ha de poner la fecha y la hora, acompañadas de su número de identificación social!...

—¿Identificación social? —Preguntó extrañado el galeno —¿Quizá quiera usted decir que debo poner el número de identidad?…

—¡Debe usted poner el de identificación social… Pero… si lo que desea poner es el de Identificación… Ponga usted el que le venga en gana!

Cada vez más sorprendido, Leopoldo firmó, buscó su número de identificación Social y lo plasmó en el papel ofrecido por el extraño cartero. Firmó, y terminó de manchar el blanco del papel con la fecha y la hora.

Cerró la puerta, el hombre que había perturbado su mañana de sábado, bajó las escaleras, tal como había subido, sin hacer ni pizca de ruido.
Leopoldo, rasgó el sobre sin protocolo alguno, sin miramientos, tanto que el sello plasmado en su frontal y su nombre, quedaron separados en dos mitades y con una rotura en forma de ese.
La envoltura del sobre, dejó al descubierto una invitación diseñada con todo esmero y cuidado.
La invitación decía así:

Los Duques de Oleada del Tedio tienen el gusto de invitarle a la fiesta que se celebrará esta misma noche.
Como ya sabrá, Señor Leopoldo, esta noche tendrá lugar en nuestro palacio la fiesta anual de Halloween en la que será usted nuestro real invitado de honor.
Contamos con su ilustre presencia.
Un saludo cordial.
Avarado y Bramuela (Duques de Oleada del Tedio)

Jamás había oído hablar de los duques, aunque sí sabía de un palacio en el pueblo, del que desconocía datos de inquilinos o linaje. Leopoldo en un principio quedó un tanto desconcertado y, le embargó una pequeña suspicacia, un atisbo de desconfianza que encogía su corazón. Releyó más de una vez la misiva… y… Sacó en conclusión, que… Desde su perspectiva de profesor de instituto, no halló en aquella invitación ningún dato que le hiciese persistir en su desconfianza…

A la tercera o cuarta revisión, pensó que estaría muy bien recordar aquellas noches de Halloween de cuando era pequeño, el susto del disfraz…

Recordó aquella vez que mamá lo vistió de zombie, cuando le mostró el disfraz y el maquillaje en el espejo… ¡Jajajaja! Cuánto lloró al no comprender que tras ese maquillaje quien estaba allí era él mismo.

¡Qué susto tan grande!... (Pensó con el cariño de un feliz recuerdo).
Aquella otra vez, que llegó de la calle y le abrió la puerta disfrazado de vampiro, su hermano Edelmiro…

No podía dejar de llorar, y el susto fue tan grande que se le cortaba la respiración, y corría peligro de perder el conocimiento.

Recordaba a su asustada mamá intentando tranquilizarle, diciéndole que los colmillos que presentaba su hermano asomando entre sus labios eran de juguete, y que no servían para morder, por su inconsistencia y su falta de filo.

—¡No pinchan, ves… No pinchan! —Trataba de convencerle su madre aplastando los colmillos (ya fuera de la boca de Edelmiro) una y otra vez, contra la palma de su mano.

Poco a poco, su hermano fue quedándose sin disfraz (con lo contento y gracioso que estaba creyéndose un verdadero vampiro)
Mamá le fue quitando la capa, las pinturas rojas que simulaban la sangre, sus espléndidos colmillos, la cicatriz escrita con pintura negra… y el pico pintado en la frente, que asomaba por debajo de su pelo.

Lo despeinó, le quitó el repeinado. Recordaba la cara de Edelmiro risueña al abrirme la puerta, y como se fue enturbiando su semblante a medida que su mamá le privaba de su presencia como vampiro; y como terminaron los dos llorando. Él, de repente, a causa del pánico y Edelmiro, poco a poco, a medida que iba perdiendo sus atributos vampíricos.

¡Pobre Edelmiro! Después recordó que hubo de consolarle por chafarle la noche de dicha y protagonismo.

Hasta tuvo que prometerle hacer su tarea del colegio por una medida inexacta de días, que se fue convirtiendo en costumbre.
Perdido en esos graciosos e íntimos pensamientos, le asaltó una duda…

No había preguntado al portador de la carta si debía ir disfrazado…
Halloween es la noche del disfraz —Pensó de nuevo en la invitación… Y ello le hizo decidir que se trataba de una fiesta de Halloween convencional. Como todas las fiestas de Halloween…
Según la experiencia de Leopoldo, eso significaba que debía disfrazarse.

Se agenció un disfraz que confeccionó con una sábana blanca, a la que pintó y recortó el contorno de unos ojos redondos y grandes. Se lo probó, y… quizá por la excitación le invadió un repentino sueño.
Sobre las ocho de la tarde, despertó de su siesta y se encaminó enfundado en la sábana hacia el palacio del pueblo.

Entró sin llamar.

Llevaba en la mano y en lugar visible la invitación, por si alguien se la requería.

Le extrañó que nadie le mirase ni le diese importancia alguna.
Aunque él… siempre tan cortés, saludaba a quienes se le cruzaban, a quienes veía de frente, a quienes pasaban cerca… Había saludado a todos los invitados al cabo de un rato de presencia en la fiesta…

Le extrañó ver a alguien vestido de vampiro muy parecido a su difunto hermano Edelmiro… y esto le provocó una sensación entrañablemente agradable.

Y le extrañaba más que nada, que nadie contestase a su saludo.
A la mitad de la fiesta; la duquesa, se subió al palco de la orquesta y advirtió a los presentes…

—¡Recordad, que gozamos de la presencia de un fantasma real… Y que habrá un premio para quienes lo adviertan!—

Esto intrigó a Leopoldo y le hizo poner interés en su entorno.

—No estaría mal pillar a un fantasma —Se permitió pensar
Aquella nueva expectativa, entretuvo sus minutos siguientes en la fiesta…

Mas… Cada vez le chocaba más el despiste de la gente, el sentirse como un extraño entre desconocidos…

Sí, realmente, Leopoldo era ignorado en aquél lugar de jolgorio y fiesta.

Advirtió que había gente que por grupos se hacían fotografías frente a un enorme espejo antiguo decorado con un marco que llevaba una distintiva corona de escudo familiar en su parte de superior.

Sería bueno tener un recuerdo de esta noche… Pensó Leopoldo.
Y… se colocó delante, haciendo el fantasma, junto a un grupo que posaba para el espejo….

—¡Esto no lo puedo tolerar!—gritó muy enojado.

¡No puedo tolerar que me ignore también el espejo!

Leopoldo, se arrancó la sábana que cubría su rostro y su cuerpo…

—¡Fantasma!!!—

Gritaron a coro señalándole con el índice, todos los presentes.


Leopoldo, no comprendió qué había ocurrido aquella noche, en aquella estúpida fiesta.



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sábado, 15 de octubre de 2016

Me alienaba la Luna

Me alienaba la luna
Con su luz de manteca
Su nariz aplastada
Y su boca rellena

Me alienó a mí la luna
Y su luz de manteca
Y esperaba a la luna
En la noche cubierta

Me alienaba la luna
Con sus dientes de nácar
de sonrisa perfecta

Me aliena la luna
Con sus valles de plata
Y su voz de canela


En las noches sin luna
De oscuridad bien repleta
¿Dónde te has ido luna
Que tu luz no me acercas?

Te esperaba en la tarde
Y la noche te acecha
Te esconde y te aparta
De mi alma serena

De mis días dormidos
De mis noches despiertas

Me alienaste, mi luna
Y tu luz no me llega
Y buscando tus rayos

La negrura me quema.

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miércoles, 12 de octubre de 2016

El Mar y Tú

Me acerqué al mar
para divisar sus olas,
Me asomé al mar,
Me envolví en sus aguas,

Bañé mi cuerpo de espuma…
Me fui al mar,
Recorrí de norte a sur,
Sus orillas…

Miré frente a frente el mar
Viví el azul de su mirada,
Rocé el frescor de sus labios
Sentí la sal de su garganta…

Las rocas amables
De sus níveos dientes…
La suave luz 
De sus húmedas mejillas

Penetré, sus profundidades…
Y… Entonces lo supe…

Supe, que el Mar… 
Eras tú.

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martes, 11 de octubre de 2016

El día en que morí

Poco antes de que llegase
a mi vida el fin...

Ya despuntabas maneras, 
ya se notaba en tus noches...

Que sentías, 
estricta ausencia de mí.

Me deshacía en amores, 
en halagos lisonjeros,

en deseos placenteros, 
que dirigía hacia ti...

Y tú… Centrado en tu mundo...
Tú... Sé, que Pasabas de mí.



La muerte llegó el día, 
que doblando una esquina,

te vi cerca... Aunque... 
Lejos... Pegado a ella...

La que te apartó de mí.

Sé, que entonces... morí...



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jueves, 6 de octubre de 2016

Un incendio en el Parque

¡Bomberos, coches de policía
Técnicos e ingenieros!

Al parque llegaron ayer,
Para apagar un incendio
Subterráneo, que ha de arder.

¡Se achicharran los cables!
¡Se queman, hoy a las tres!

Surgió grave algarabía…
Presagios de ver la noche,
En negrura oscurecer.

Huyó la luz de las casas…
¿Se fue para no volver?...

La incertidumbre crecía…
Se instaló, la noche en el día…

Ardió sin luz, la monotonía,
Murmullos de muerte en vida…

Aullidos, alarmas, fuegos…
De lejos... Lejos se oyeron...

Graves gritos de sirenas,
Que tronaban a la serena

Plagadas de intermitencias,
Y... hacia el subsuelo partían.

Médicos en ambulancia
Con camillas que extendían...

Artilugios, medicinas,
Delicias de golosinas...

¡Ratas vuelan en camilla!
Que ansiosas, cable roían,

Quemadas, achicharradas
Las ratas gemían heridas.

Por mordisquear cables,
Roer, lo que no debían,

Al hospital se encaminan
Con el goteriyo  puesto...
Y acostadas en camilla.

¿Aprendieron la lección
Las traviesas ratas finas?

¡No! ¡Hoy… Comenzó otro incendio!


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sábado, 1 de octubre de 2016

viernes, 30 de septiembre de 2016

Oh, El Deseo


Deseo que tu río,
Abrace las orillas de mi alma.

Que el ardor de tus susurros,
Abrigue la frialdad de mis aguas.

Que tu aliento, navegue mi oleaje.
Y cabalgue a favor del viento

Tu hálito de vida, e irrigue mis entrañas,
Transformando la sal de mi mar,
En dulces y cálidas aguas.

Que tus afluentes,
Como manos extendidas hacia un lugar infinito,

Acaricien mis fondos, dotándolos de vida
Latente y renovada.

Que tus corrientes, arrastren hacia mí,
El velo húmedo
De un amor que me embriague.

Que el rumor apacible de tus cauces,
Se extienda más allá,
De mis silentes marejadas

Y comulgue,
De mis aguas con tus aguas.

Que tu luz…
Ilumine mis caudales, y consiga lucir
De las simas mis alhajas.

Deseo, tu deseo,
Y…Deseo para mí,
La pureza de tus aguas. 


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martes, 27 de septiembre de 2016

Despistina, y su mamá Severina

Despistina:

De la vida de las brujas...
Debes, varias cosas saber.

Los conjuros que ensayamos,
Peligro, pueden en sí poseer...

Para nosotras las brujas,
Nunca estarán indicados.

Jamás debemos tocarlos,
Y mucho menos probarlos...

Ni debemos despistarnos,
Debemos hacerlos... Bien.

Recuerda mi Despistina,
Los hechizos de las brujas...

Te digan, lo que te digan...
Han de servir para el Bien.

Servirán las brujerías,
Para los desamparados.

Que necesiten de embrujos,
Para que se sientan bien.

Despistina, no despistes.
Debes hacer, todo bien.

Dime, por favor brujita...
Que estudiarás,
Que atenderás,
Que intentarás, hacer el Bien.

Serás bruja responsable,
Serás, hechicera del Bien.

La hija de Severina,
La bruja justa del Bien.

A Valentina, tu olla…
Cuidarás de que no explote...

Explotar, daña por dentro…
Se alejará de la olla,
El espíritu del Bien.

El Bien, no es perdurable...
Se disuelve… Se evapora...

Se desvanece en el aire...
Se va, para no volver…

Nada es más frágil brujita,
Nada es más lábil, que el Bien.

Cuídalo mucho mi niña,

Es tuyo, eres tú... la bruja buena del Bien.


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lunes, 26 de septiembre de 2016

El Paseo de Lúa

Lúa salió de paseo
A explorar mundos nuevos,
Seguir, rastros forasteros.

Halló un rastro de rata,
Vestida de maragata.

Olió un gato atleta,
Que montaba en bicicleta.

Topó, una flor violeta,
Con cara de anacoreta.

Saludó un perro lobo,
Que propuso ser su novio.

Caminó olas de hierbas,
Salpicó de mil estrellas.

Llegó a ver a la luna,
Dorada de aceituna.

La cubrió su mejor rayo,
De  luz oscura nocturna.

Regresó a casa danzando,
Despierta, iba soñando.

Con la rata maragata,
Con el gato en bicicleta.

Con el lobo que era perro,
Con la flor anacoreta.

Festejó su gran paseo,

Con baño, y con galleta.


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sábado, 24 de septiembre de 2016

Despistina, Olvidó a Marianera

Esta noche Despistina,
Olvidó a Marianera,
Su feliz espumadera.

Despistina hoy pensaba...

¿Cómo remuevo ahora
mi olla Valentina?

A todos lados miraba,
Una respuesta buscaba.

Valentina observaba,
Más que nada, espantada.

¡Espero buen resultado,
Si remuevo con mi mano!

Contaría tres, dos veces,
Removiéndolo del revés...

Valentina le advirtió,
Y en la mano le mordió.

Contenía Valentina,
Un conjuro medicina.

Curaría de una vez,
Del mundo la estupidez.

Su pócima desharía,
Del mundo la tontería.

Más... una cosa había...
que la niña no sabía.

El mejunje de la olla,
Para brujas no servía.

Si lo toca, Despistina,
Se rompe en gelatina.

Llegó por detrás corriendo...
Oyó su grito a tiempo.

—¡No lo hagas! ¡Que ya llego!
¡Atiza muy bien el fuego!—

Gritó, fuerte Marianera, 
La gentil espumadera.

Mamá bruja oyó el grito
Y a la brujita dijo:

—¿No te hablé del peligro?...
Despistina, te lo digo...
En la olla, hay peligro.—

Repiten brujas a coro,
Todas juntas sin decoro.

“Despistina, te lo digo,
En la olla, hay peligro.
Has de trabajar con tino”

Mamá sigue riñendo:

—Debes cuidar tus amigos
Valentina, Marianera,
olla, y espumadera.

Seguirás muy bien los pasos,
Realizarás buen trabajo.

Si despistas ingredientes,
Peligran seres vivientes...
Perderás, hasta los dientes.

Despistina, mi brujita…
Di, que serás buena hija;

Que estudiarás la lección,
Y pondrás, toda atención.

Despistina, nuestra bruja,
Triste llora disgustada.

Prometiendo ser más cauta…
Y no meter más la pata.

¡Lanzó otro ingrediente,
A la olla, muy ardiente!

¡BLOOOOMMM! ¡Explosiona Valentina!
¡Despistina, no atina,

Esta bruja... es la ruina!

¡Ay!... ¡Ha sido un despiiiisSssTeEeeee!

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viernes, 23 de septiembre de 2016

Despistina y su olla Valentina!

—¿Qué te pasa Despistina
Por qué es que has de llorar?—

—¡Se ha perdido mi olla,
Esta mañana… Mamá!—

Decía la peque maga,
Mientras sus ojos de bruja,
No cesaban de llorar.

—¡¿Si… es la noche de brujas?!…
La tenemos que encontrar….

Has de tener más cuidado!
O tu carrera de magia,
Esta noche acabará.—

Le reprendía su madre,
Recordando que sus cosas,
Es prioritario cuidar.

La olla, lo escuchaba,
Oculta en el más allá.

Estaba muerta de miedo,
Se negaba a regresar.

Despistina asustaba,
A la olla sin cesar.

Pues en la noche pasada
No paraba de explotar

Equivocó siete veces,
El conjuro a ensayar.

¡Regresa ya, Valentina!
Suplicaba a la olla,
La preocupada mamá.

Valentina, nuestra olla,
Se negaba a regresar.

¡Que no vuelvo… que me quedo!
¡Que a eso, no juego más!

¡Me asustan explosiones!
¡Retumban… Ya no puedo más!

Despistina prometía,
No volverla a asustar.

Regresó la buena olla
Con Despistina a jugar.

Un BlOOOOOmmm enorme sonaba
Y el gran corro de brujas,

Espantadas, en escoba
Volando a la luna van.

Y las ollas de las brujas,
Corren, hacia el más allá.

¡Ay!... ¡Ha sido un despiiiisSssTeEeeee!
¡No os vayáis! ¡RetornaAAADDDD!
¡Por FaAAAAVorrrr!!!! Brujas Amigas!!!

¡Por favor, REGRESAAAAAAADDDDDD!!! ¡Yaaaaa!!!

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jueves, 8 de septiembre de 2016

El mil!

—Mamá ¿Por qué los números sólo son diferentes del cero al nueve?—

—¡No te entiendo Merceditas!

¿Qué quieres decir?

Todos los números son diferentes, no únicamente los que van el uno al nueve.—

—Ya, mamá, pero… están compuestos por esos mismos números….

Sin embargo, cada uno tiene un nombre propio, siendo que se repiten.—

—¡No digas tonterías Merceditas!—

—¡Pues no son tonterías!

¡Te lo explico, mami!

El diez tiene nombre propio. “Diez” pero sus números no son propios de él.

Para que el Diez sea Diez tiene que pedir prestado un uno y un cero, no tiene un número propio, tan propio como su nombre...

El once, tiene que decirle a dos unos que se coloquen en fila para ser once, siendo que su nombre es inequívoco. "Once".—

—¡Ay, Merceditas cómo lo complicas todo!—

—No, mamá, lo que es complicado es saber por qué los números cuando pasan del nueve, tienen que buscar un compañero o más para poder formarse.

Imagínate que por ejemplo... El mil encuentra tres ceros charlatanes para llevar detrás, y vuelven loquísimo al uno. Pues ya no querrá volver a ser mil nunca más.

Si “mil” tuviese un número propio como lo es su nombre… No tendría que soportar tantos ceros.

Imagínate mamá, que yo soy el uno, y mi amiga Mar, Marga y Tina, van detrás de mí todo el rato charlando, porque ellas son iguales, como trillizas charlatanas, y yo más tiesa que un garrote, sin brazos y sin poder taparme los oídos… ¡Sería horrible mamá!—

—Lo sería, sí. Jajajajaja.—

—¡Mamá no te rías que esto es muy serio!—


—¡Jajajajaaaaa No, si no me río cariño!—


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martes, 6 de septiembre de 2016

La Asimilación

—¡Somos lo que comemos! 
Asimilamos por medio de la comida todo cuanto necesitamos.

Nuestro organismo recoge aquello que necesita y elimina lo sobrante.

Lo que vendrían a ser… ¡Ejem!… Los desechos.—

Merceditas escuchaba esta interesantísima conversación en la radio.
A través de las ondas, un afamado científico explicaba (sin demasiada precisión.) la importancia de la asimilación.

Merceditas, lo comprendió correctamente y se le quedó grabado en el cerebro, palabra por palabra.

—Qué importante es esto de la nutrición.—

Pensó en voz alta Merceditas.

Enseguida se acordó de las matemáticas, de la tarea que traía del colegio…

De todas las asignaturas que debía estudiar, ésta era la peor de todas.

Que si sumar…

Que si restar…

Que si dividir…

Y ahora, que si números quebrados…

Los números quebrados le daban mucha penilla… Los pobrecillos nunca se hallaban enteros y, además se encontraban “quebrados.”

Merceditas los imaginaba escayolados y en una cama de hospital haciendo recuperación de algún hueso roto.

Debería estudiar…

Pensó.

—¿Pero estudiar qué… Si no lo entiendo?...—Razonó para sí misma Merceditas.

Recordó la conversación mantenida en antena por el sabio científico y…

¡No lo pensó más!

Merceditas arrancó las páginas del libro que contenían la lección de “quebrados,” y se las comió esperando asimilarlo “todo” menos las partes desechables.

Su organismo asimilaría los conocimientos en las páginas contenidos y el papel sería excretado como desecho.

Mas...

Enseguida le asaltó una duda:

Recordó que los números que se había tragado, eran “QUEBRADOS

Le invadió un sudor frío... Helado.

¿Habría puesto en peligro sus huesos?...

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lunes, 5 de septiembre de 2016

Yo, Quiero ser bailarina!

Cada una de las noches a las que daba lugar cada nuevo día, Merceditas soñaba.

Y se veía en sus sueños vestida de bailarina, con la falda almidonada, con sus zapatos de baile de puntera reforzada, con su cabello estirado, impregnado de gomina y brillante purpurina que en un gracioso moño, subido a su cabeza, su peinado concluía. Se miraba en el espejo y en sus sueños, para sí misma, frente al espejo danzaba.

Se contemplaba esbelta, y también muy estirada, pareciendo aún más alta, con el moño de su pelo, que al sobrepasar su cabeza, la hacía espigada.

Flotaba en sus sueños, saltaba, brincaba, corría de puntillas y abría los brazos elevando su pierna, igual que un avión, el cielo entero surcaba.

A la mañana siguiente cuando se despertaba, corría hacia el espejo para descubrir en él su traje de bailarina con su falda almidonada, más el espejo brindaba una imagen que la desconcertaba, de una niña desconocida, de una niña en pijama. No existía el moño, ni su falda, ni tampoco existían zapatillas, de puntera reforzada.

—¡Yo, quiero ser bailarina! —

Merceditas, a su mamá reclamaba.

—¡Yo, quiero ser bailarina con una falda muy dura que para abajo no caiga, que se quede suspendida, una falda acartonada.—

—¡Yo, quiero ser bailarina! —

—Quiero ser bailarina, con el pelo muy peinado sin que en mi cabeza haya ninguna raya, que concluya mi peinado en un moño de mi pelo, con el que parezca alta.—

—Yo, quiero ser bailarina, mamá, con zapatillas de baile de punteras reforzadas, para bailar de puntillas, para danzar en la plaza.—
*
—Cariño, para ser bailarina hay que estudiar danza.—

—Hay que esforzarse mucho.—

—Hay que vivir en un lugar en el que alguna profesora, se dedique a la danza.—

—No es posible mi niña, no podrás estudiar danza, no tenemos el dinero, no se puede mi cariño, no podrás estudiar danza.—
*
Merceditas aguardaba la noche para soñar, y soñaba y en las noches que sus sueños eran una realidad exacta. Convertía en bailarina, a la niña sin más trabas. Pasaba noches enteras baila que baila y que baila.

Una tarde de regreso del colegio a su casa, se paró en un comercio a contemplar una caja de la que asomaba una muñeca vestida igual que ella, cuando en las noches danzaba.

Giraba la muñequita, igual que ella giraba.

—¡Mamá, quiero ser esa muñeca!—

—¡Quiero vivir en esa caja!—


—¡Quiero girar así vestida, no quiero cuando me despierto, ver en el espejo que llevo puesto un aburrido pijama!

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