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miércoles, 26 de agosto de 2015

¡No destruirás mi familia Eva! Capítulo XXXIV de la novela en común

Capítulo XXXIV de la novela en común
La Isla y yo

Tahohae suelta la lanza y sale de la cueva, pero… Veo en su rostro su disconformidad con el hecho de dejar con “vida” a mi putrefacta ex pareja. 

Sabía que Eva tendría cadencia al encuentro conmigo, que no pararía hasta poder unirse a mí en comunión llevándome al mismo estado zombie en el que ella se encontraba. 

Tahohae, sabía de amor y de muerte, no conocía de virus ni del por qué de las extrañas razones que hacían volver a los muertos, caminar entre los vivos, pero sí conocía los casos, sus causalidades y sus cadencias. 

Sabía que el amor permanecía de algún modo tras la muerte y renacía en ellos el deseo de encuentro con la persona amada, como una necesidad de unión de ambos al nuevo estado, para llevar unidos una nueva vida dentro de su estado de muerte andante. Ocurría también con los demás seres querido (si los hubiese) El nuevo muerto viviente, acudiría en su búsqueda para llevarles consigo a aquél nuevo estado de pervivencia putrefacta.


Eva volvería y no nos dejaría de seguir hasta conseguir su propósito. Se comportaría como una mujer celosa, acosadora y persistente hasta alcanzarme y arrebatarme de los brazos de Tahohae.

La próxima vez la mato sin decir nada. 

Pensó Tahohae y permaneció mirando hacia atrás mientras abandonaban la cueva que hasta entonces, era su hogar. El primer hogar de verdad que ella había tenido, el primer ser al que cuidar, el primer amor… Sí, ahora estaba segura de estar enamorada de aquél hombre enfermizo y débil que había despertado su instinto de mujer y su instinto maternal. Creía además, estar en cinta, pues su figura se estaba ensanchando y una incipiente barriga despuntaba hacia delante de un modo bastante sospechoso…

No permitiría de ningún modo que Eva le arrebatase el padre a su hijo. 

Dormiría desde ese día “con un ojo abierto” y estaría alerta durante todo el día. 

Eva se guiaba por el olfato, que se desarrollaba tras la muerte como el mejor olfato animal, pero lo que Eva no sabía es que ella, Tahohae poseía atributos felinos, su vida al aire libre la había dotado de sentidos extraordinarios de los que carecen las personas criadas en ciudades. Estaba acostumbrada a vivir alerta desde su nacimiento y sus cinco sentidos se habían ampliado para poder subsistir a los peligros de una jungla. Se había criado sola en la isla y supo ganarse el sustento desde muy pequeña. Iría a por todas por liberar a su amor del peligro que se cernía sobre él.

Estaba dispuesta a todo.

Lo daría todo por su familia.

Se sentía tan feliz de tener algo tan suyo y tan maravilloso…
Estado de la novela en PDF

domingo, 23 de agosto de 2015

No. No puede ser esto amor.

¿Qué es el amor, Abuela?

El amor es intangible,
Corre, nada, brinca, vuela.

El amor son… cosquillitas,
Que agitan el corazón.

Llega cuando no lo esperas.

El amor es una pluma,
El amor es una vela.

El amor habla susurros...
Que entiende el corazón.

El amor no hace caso,
De razones, ni monsergas.

El amor es una llama,
El amor es una hoguera.

El amor, mi pequeñita...
Duele, hiere, mata, quema.

En deseo arde el amor,
De sentirle siempre cerca.

¿Es amor las palomitas
Que en mi pecho tiemblan hoy?

No sé, si será amor abuela…

Es tangible, pues le veo,
Aunque… Cuando le veo huyo.

Sus palabras las rehúyo,
Temiendo que sea amor.

No, no puede ser esto amor…
Pues nada a mí me quema,
Aunque... tiembla el corazón…

Mi corazón se acelera,
De pronto, trepidan mis piernas...
Flaquea mi respiración...

No, no puede ser el amor,
No corre, no brinca, ni vuela.

En la puerta del colegio espera,
Dice, que muere por mí de amor…

Yo, abuelita, no creo que sea amor,
No hay plumas, ni existen velas...

No hay llamas, ni hay dolor.
Solo hay... este deseo de verle.

Deseo de oír su voz.
Deseo... de verle cerca,

Aunque tiemble el corazón.

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domingo, 16 de agosto de 2015

ENFADO

Tú, mirabas a escondidas,
yo, tus miradas notaba.

Tus miradas rehuía,
 miraba, si no mirabas.

Mi cara la escondía,
 al lado opuesto de la almohada.

Fingía estar dormida,
evitaba tu llamada.

Te giraste, vi tu espalda,
me sentí... desilusionada.

Estiré mi pierna izquierda,
por ver si te alcanzaba.

Tu reacción fue, girar de nuevo,
otra vez te vi la cara.

Me miraste, y esta vez...
no rehusé tu mirada.

Llevé mi cabeza hacia centro,
Hacia el centro, de la almohada.

Quería sentirte cerca…
más cerca de ti, así quedaba.

Rozaste entonces mis labios,
y me tocaste la cara.

Encendimos los sentidos,
con una grandiosa llama.

Después de prender la hoguera,
y las llamas... se apagaran.

Prometimos que otra noche,
jugaríamos a que yo,

Otra vez contigo…

estaría enfadada.


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Para el concurso de relatos eróticos, "Fantasías Textuales.

sábado, 15 de agosto de 2015

Perlas de luz de la mañana

La noche se acercó al día,
bordada de luna blanca,
Festones la luna hacía, 
con los luceros del alba.

Hilos de luna caían, 
en los espejos del agua.
Mientras la luna cosía, 
las estrellitas jugaban.

Entraban, se zambullían, 
y del agua se empapaban.
Dejaban caer gotitas, 
que como estrellas brillaban,

Jugaban las estrellitas,
la luna festoneaba... 
Caían bellas gotitas,
De luz brillante de agua.

Mi mano extendí vacía,
recogí con alegría,

las perlas  de luz, 
de una hermosa mañana.


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viernes, 14 de agosto de 2015

LLUVIA DE PESÉIDAS

Para ver a las perséidas, nos vestimos de astronautas.
Unas botas, unos guantes, y también una bufanda.

Anduvimos un buen rato, hasta llegar a la playa, 
Buscamos entre las dunas, por ver la más adecuada.

Pronto la elegimos, límpida duna de arenas blancas,
Mullimos bien la arena y formamos una almohada.

La noche nos envolvía, la oscuridad nos mimaba.
Pronto llegó una estrella, que caía hacia mi cara.

Cerré rápidos mis ojos, y al abrirlos ya no estaba,
Se perdió en la noche oscura y ya nadie la encontrara.

Miles de miles de estrellas amigas, en el cielo la buscaban,
Hacia mi cara caían, después desaparecían.

Tras la primera se iban llenas de amor y esperanza.
La bóveda del cielo hervía, con luces de estrellas vanas.

Que sus vidas allí perdían, lanzábanse sin paracaídas,

Y sin seditas de araña.

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jueves, 13 de agosto de 2015

¡MALDITO!!!

Y el viento segó dos rosas,
Más hermosas no las haya.

El viento segó dos vidas,
Que al balcón se asomaban.

¡Malvado! ¡Malvado el viento!
Que a la rosa enamorara,

Rondándola con mentiras.
Mintiéndole la rondaba.

Cansada estaba la rosa,
De penitas tan malvadas.

Que huyó aquella noche,
Dejando la balconada.

El viento oyó sus quejas,
La escuchó como escapaba.

La llamó con sus zumbidos,
Su amiga, la acompañaba.

Sopló el viento su furia,
Gritó sus risas malvadas.

Destruyendo a su paso,
A quienes la rosa amaba.

Segándolas por sus tallos,
Las dos rosas deshojaba.

¡Maldito! ¡Maldito el viento!

Que a la rosa enamorara.

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sábado, 8 de agosto de 2015

MI ABUELITA SE CORTÓ EL DEDO



Mi abuelita, se cortó el dedo.
Mientras chupaba, un caramelo.
Abrió la boca, mientras gritaba.
Y el caramelo, rodó hacia el suelo.

Curé su herida con salivita.
Puse en mi dedo una gotita
Froté con él en su heridita.
 La rodeé de una graciosa tirita.
Terminé, la cura cantando... 
El Sana, sana, Sanita.

Recorté luego, con gran esmero.
Un lazo rojo, para su dedo.
(De los que uso, para mi pelo).
¡Qué guapa está mi abuelita!

¡Ummm… 
Qué rico, está su caramelo!!!

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jueves, 6 de agosto de 2015

Voy a sumergirme en letras



Voy a sumergirme en letras,

para no pensar,

para reflexionar,

para enmudecer.

Para sentir que no siento.

Para calmarme,

y tomar aliento.

Voy a sumergirme en letras.

Para no hablar.

Para no contestar

a quien no me entienda.

Para no dejar,

las cosas claras.

Me sumergiré sin respirar,

hasta que adormezca,

mi malestar.

Voy a inmersionarme en letras,

hasta que concluya,

mi inmersión

no tomaré,

la decisión.

Sumergida estoy.

Sabré Quién soy 

sabiendo así,

a dónde voy.

No estoy dormida.

No estoy despierta.

No estoy viva,

ni estoy muerta.

¿No ves que estoy sumergida,

En una sopa de letras?

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sábado, 1 de agosto de 2015

Una isla al Sur

A San Fernando.

Una Isla de Sal,
revestida de nácar.

Cubierta por nubes,
de luna blanca.

Inundada de nieve,
de la mar salada.

De la blanca arena,
en vírgenes playas.

La circundan esteros
Cuajados de luces,
con  brillos de plata.

El sol la apadrina,
la luna, la ama.

Le ruge al oído, 
un león
Que por protegerla,
muestra sus garras.

Un viejo acueducto,
la sirve y la halaga.

Da vida a las Cortes,
la Constitución proclama.

Las mareas la nutren,
la cuidan, la ensalzan.

Una isla de espuma 
de mar, petrificada.

Una isla de nieve.

De  nieve... salada


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https://es.wikipedia.org/wiki/San_Fernando_(C%C3%A1diz)



miércoles, 29 de julio de 2015

DOÑA TRAPITO

Doña Trapito
Doña Trapito, es nana buena.
Doña Trapito, es muy morena.
Doña Trapito, cuida con gana,
Siempre a mi nena.

Del desayuno, hace mimitos.
Cuida su siesta... y si despierta.
De esos mimitos…
Hace una fiesta.

Mi niña come, y doña Trapito,
Cuentos hermosos, dulces, compone.
Si se adormece, pronto mi nena
Duerme trapito…
y el sueño llega.

Cuenta otro cuento, mientras se cena.
Mi niña escucha, siempre atenta.
La acaricia, con mucho orgullo.
Ser su trapito…
Le gusta mucho.

Si ve su cara, con churretones.
O  se le escapan, unos moquitos.
Sólo Trapito, está pendiente.
Cuidar su cara…
Es preferente.

Después se lava, dando mil vueltas.
La lavadora, ríe contenta.
Mucho le gusta…
Dar muchas vueltas.

¡Como es Trapito! juega en el agua
Mientras se lava, con jaboncito.
Canta una nana, como un arrullo.
Para en la noche…
Dormirnos juntos.

Doña Trapito, recoge flores.
Para deleitarle, con sus olores
y enseñarle... 
Sus mil colores.

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domingo, 26 de julio de 2015

El descanso por fin.

El descanso por fin.
Mercedes Gil (AbuelaTeCuenta)
Hará cerca de un mes que llegué a la playa. Al anhelado reino de Lop.

Atrás quedan las visiones, los desfallecimientos, las locuras febriles, el hambre, la sed  y todas las desgracias vividas en la antigua isla inhóspita y yerma.

En las primeras incursiones por mi reino, he ido recolectando semillas salvajes, no por ello menos comestibles y deliciosas que las cultivadas industrialmente. He desbrozado una pequeña parte de bosque para convertirla en huerto, intentando disimular lo más posible el cultivo intencionado para protegerme y disimular mi presencia. Ya han comenzado a brotar los primeros frutos, algo de grano (que aún está corto y verde) pero promete premiarme con buena sopa de trigo. Comienzan a brotar también las acelgas y algunas bayas. Desconocía de mí esta faceta y el gran valor de mis escasos conocimientos vegetales. Lo peor es, tras la identificación y la primera cata, a la que llamo “la prueba del pánico”.

Gracias a la estabilidad y el sosiego conseguido, dedico más tiempo a disertaciones con mi yo interlocutor que cada vez se hace más ágil y más experto en mí que yo mismo, así que mantenemos verdaderas discusiones sobre los temas más diversos y más versados. Este diálogo conmigo mismo, mantiene activo mi lenguaje,  rememora mis conocimientos y me acerca a veces a mis recuerdos.
Pienso en mi vida pasada. Sí, pienso y dedicamos muchas horas a esa parte de mi vida. También discurrimos sobre mi posible rescate, y hacemos planes de huída y defensa en caso necesario. Muchas veces recordamos, aunque otras… quizá debería decir “soñamos”.
Pienso, sí, pienso en mi vida pasada, en mi amada, en la civilización… Procuro no pensar… Debo mirar hacia delante. Pensar en lo perdido desestabiliza y hace perder el deseo de sobrevivir. Debo mantener mi cuerpo y mi mente alejados de pensamientos nocivos, manteniéndome ocupado. Ocupar el cuerpo para cansarlo con trabajos continuos y ocupar la mente en la consecución y perfeccionamiento de dicho trabajo.

He logrado gracias a este nuevo método de ocupación plena lo que tanto deseaba cuando la civilización circundaba mi existencia. Vivienda en la playa. En la atalaya, a modo de castillo, un refugio desde dónde otear el horizonte en busca de algún barco. Les he construido mimetizados con el terreno por si tuviese que utilizarlos como escondite en alguna desafortunada ocasión. He resuelto en lo posible una emergencia de defensa con la construcción de trampas en la periferia de mis refugios. Me he fabricado un arco y flechas con las que cada vez soy más diestro.

No he visto por aquí ningún depredador que inquiete mi integridad física, pero aún así, estoy muy atento a las huellas y a su identificación, así como procuro borrar las mías.

De momento, Eva permanece escondida, perfeccionada y reparada de los horribles daños sufridos en el viaje, pero dispuesta para la huída si ello fuese necesario.

Esta mañana amanecí espantado. Me ha parecido escuchar voces en la lejanía.

Voces incomprensibles para mí.

Corrí a mi castillo a otear el horizonte.

Me ha parecido ver restos de huellas en la arena.

Me he cubierto de pánico.
     ¡Dios, no me abandones! –
     ¡Que no deba combatir! –
     ¡Soy un ser de paz Señor! –

Mi yo interlocutor, salió en mi defensa para tranquilizarme diciéndome:
     Pueden haber sido fruto de tu imaginación –
     No te preocupes. –
     Aquí no hay nadie –
     Las huellas pueden ser de algún plantígrado que haya bajado a la playa. –

Me esconderé en mi refugio.

Necesito pensar y tranquilizarme…


Debo camuflar el huerto…
Un precioso dibujo que encontré en internet
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viernes, 24 de julio de 2015

¡QUÉ DÍA MÁS MALO!

     ¡Qué día más malo! –

     ¡Qué día más malo! –

Repetía Luzmila cuando me la crucé en el portal.

     ¿Qué ocurre Luzmila? –

Pregunté muy asustada.

     No creerás si te cuento.... –

Respondió.

     ¡Te creeré! –

     ¡Seguro que te creeré! –

Afirmé convencida.

     Esta mañana salí para hacer ejercicio por el parque… -

     No lo creerás, Virginia –

Asentí para afirmar, mientras  escuchaba.

     Iba campo a través, cuando una nave espacial paró en el aire. 

    Su luz cegadora me envolvió, aturdiéndome y  abduciéndome hacia su interior... 

    Recuerdo una sala de operaciones muy similar a la de un hospital...

    No recuerdo  nada de lo ocurrido después. –

     Me da miedo contarlo, temo que me tomen por loca. –

     No te preocupes Luzmila. -

  -    ¡Yo, te creo! –

Luzmila, presentaba un aspecto raro, extraño.

Era como si alguien recién aficionado a los puzles, la hubiese desmontado y una vez revueltas las piezas, no supiese volver a acomodarlas en su lugar de origen.

Vestía Luzmila unas mallas lila que cubrían sus piernas y  habían quedado colocadas en la parte superior de su cuerpo. 

Sobresalían sus piernas del lugar que correspondería a la cabeza, y ésta, emergía en lugar del brazo izquierdo. 

El brazo izquierdo hacía las veces de pierna, continuando el derecho en su lugar de origen. 

Andaba dando pasos cojos con los pies, en el lugar que deberían haber ocupado las manos. 

Una oreja sobresalía en de su pierna en  lugar de un pie. 

Una mano cubría su cara.

     ¡Te creo Luzmila! –

     ¡Te creo! -
          
        Luzmila desapareció tras cerrarse la puerta del ascensor con dirección al tercer piso, mientras sacaba con toda dificultad de su bolsillo un pañuelo para secar su nariz, que los extraterrestes, habían colocado justo al término  de su espalda.


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¡ABARROTADAS DE GENTE!!!


¡Abarrotadas de gente!

Me dio miedo utilizar las escaleras mecánicas del centro comercial. Mi hija me convenció. Ella, me acompañaba en las compras semanales. En el momento que deposité mi pie sobre el peldaño y comencé a subir, dirigí hacia arriba la mirada. 



Una niña subía tres peldaños superiores al mío cargada con un carrito de mano que pertenecía a su madre. Noté su mirada de preocupación que comprendí segundos después. El carrito se abalanzó escaleras abajo.

Quien viajaba en el peldaño contiguo, sorteó el carro dando un salto hacia la izquierda, e inmediatamente, cayó sobre mí arrollándome. 

Caí escaleras abajo y quedé clavada al suelo como un dibujo animado. Me levanté sin ayuda alguna y pronto vi que la gente de mi alrededor desaparecía.

— ¡Mi hija! –

— ¿Dónde está mi hija? –

¡La había perdido!

Recorrí todo el centro comercial buscándola sin parar. Preguntando a cada paso…

— ¿Habéis visto a mi hija? –

— ¡Gina! –

— ¿Dónde estás Gina? –

Regresé a casa agotada y llena de dolor.

— ¡Señor, devuélveme a mi hija! –

Supliqué.

Al entrar, la encontré llorosa, triste, acompañada de gente extraña.

La distinguí desde la puerta sentada sobre mi cama.

Pero… 


No puedo entender…


Por qué...

— ¿Yacía yo en la cama? -



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