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viernes, 14 de febrero de 2014

EL DÍA DE LOS ENAMORADOS

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Aquella mañana, Adelina no asistiría a la guardería como hacía todos los días, mamá le dijo que saldrían a dar un paseo y así comprarían algo para papá.

Nada más salir de casa, notó en torno a sí un ambiente especial, era como si todo se hubiera transformado en rojo. 
El color rojo reinaba en todo su derredor. 
Todos los escaparates de las tiendas por las que pasaba, se encontraban repletos de corazones rojos, lazos rojos, bombones rojos. 
Las rosas, y demás flores eran rojas también.  
Distinguía en los letreros expuestos un número conocido, (el uno) seguido de otro número que no acertaba a adivinar cuál era (aunque se le hacía bastante conocido y familiar), se parecía mucho a una sillita con su respaldo y su patita. Una sillita vacía, pues no había nadie sentado en allí. Adelina no estaba segura de si se trataba de un número o de un dibujito que acompañaba al uno para que no se sintiese solo o por si en algún momento, aquel uno solitario se cansaba de estar allí tan erguido y estirado y necesitaba sentarse para descansar, como solía ocurrirle a ella cuando llevaba mucho tiempo de pie.

Mamá la llevaba cogida de su mano un tanto apresurada. 
Adelina era tan pequeña que su brazo permanecía completamente estirado y hasta se la veía un tanto torcida al mirarlas por detrás. 
Debía estirarse y torcerse un poco para poder alcanzar bien la mano de mamá. 
Con la mano que le quedaba libre iba mostrando a mamá todas las cosas sorprendentes que iba viendo  en aquellos luminosos y atractivos escaparates que lucían tan bellamente decorados y su pequeña intuición le decía que aquello se debía a un acontecimiento importante y muy especial.

Un poco más adelante, junto a una perfumería, descubrió  un gran Corazón Rojo enorme, gigantesco, colosal, andando por la calle. 
La presencia de aquél gigante, consiguió que Adelina se  escondiese detrás de mamá presa de un susto espantoso. 
Su susto fue creciendo  a medida que el corazón se fue acercando hacia ella. 
Tenía aquél corazón gigante una mano repleta de rosas rojas que apenas podía sujetar por el enorme tamaño del ramo  y la otra mano salía proyectada hacia delante en busca de alguien que pasara cerca de él, portando una única flor impregnada de una fragancia penetrante que iba dejando una estela o aureola que casi podía verse, espesa, densa, y asfixiante alrededor del corazón gigante, era un olor, dulzón y floral que  provocó en Adelina un estornudo muy estridente acompañado de esa masa  viscosa y verdecilla  que siempre sorprendía  a la pequeña y le hacía tantísima gracia. 
Adelina se  hubiese reido muchísimo de no hallarse tan asustada.

Mamá inclinó su cabeza, y al ver a Adelina tan asustada, la cogió en sus brazos y  limpió amorosa su naricilla con un pañuelo. 
Y con muchísimo cariño le dijo:

 -No te asustes cariño, no es nada, es un corazón. 
 -Sólo es un disfraz cariño, no tengas miedo que no pasa nada.
 -Mira, mi niña, nos ha regalado una flor muy bonita. 
 -¡Mira que bien huele!

Adelina buscó mayor protección aún, apoyando y agachando la cabeza sobre el hombro de mamá.  
No miró al enorme corazón ni una sola vez pues pensó que si ella no le veía, el corazón tampoco podría verla a ella. 
En un momento de descuido, le miró con el cerquillo del ojo, entonces, el corazón levantó una especie de ventanilla que dejó ver el rostro de un hombre sonriente, pintado de rojo, sudoroso y acalorado....  Y que hasta hablaba:

 -Hola, chiquitina, ¿Cómo te llamas?  -Preguntó el Corazón en un tono amable y cariñoso .-

Adelina se puso a llorar presa del pánico. 
Aquél terrible corazón enorme, se había tragado a un hombre (pensó) y además; ¡El hombre tiene la cara roja! 
Aquel temible Corazón había mordido tanto a aquél pobre hombre que tenía roja de sangre la cara entera (pensó Adelina cada vez más y más asustada)

 -¡MamáAAAaaaa.........
 -¡MamáAAAAAAAAAAAAAAaaaa!!!

 -Gritó espantada Adelina mientras volvía a apretar con fuerza su cara contra el hombro de mamá.

 -Ya está, cariño, -dijo mamá con voz tranquilizadora aunque un tanto extrañada por la reacción su pequeña.- 
 -Ya está, mi niña, ya está. –Dijo mamá mientras seguía andando hacia el centro comercial.

Cuando Adelina pensó que se habían alejado lo suficiente para que hubiera pasado el peligo, la niña, levantó la cabeza y pudo entonces ver bien, (aunque cada vez desde más lejos) a aquél corazón enorme que seguía ofreciendo flores a todas las mamás que pasaban por enfrente de aquella perfumería. 
Ahora (ya de lejos) no le daba tanto miedo mirarle pues cada vez lo veía más pequeño a medida que se iban alejando de él. 
 -Puede que no sea tan malo y además las flores son muy bonitas. –Pensó Adelina un poquito más calmada.

Desde los brazos de mamá podía contemplar mejor los escaparates, pero no le daba tanto tiempo de ver todo como cuando mamá la llevaba de su mano. De este modo, mamá andaba más de prisa, aunque aún así, no dejaba de ver lo bonitos y lo rojos que estaban aquellos escaparates. 
Todo este colorido le recordaba a la navidad, pero no era lo mismo, no estaba Papá Noel, ni tampoco estaban los árboles de navidad que tanto le gustaban con aquellas preciosas bolas de colores brillantes…. Es que a Adelina le volvían “loca” los colores, los brillos y los regalos que traía Papá Noel. 
Estaba un poco confusa, aunque le gustaba. 
Le gustaba muchísimo el color rojo.

Por fin llegaron al centro comercial y Entraron en un comercio de ropa de hombre. 
Mamá se paró a mirar muchas corbatas, estampadas, de colores, de listas, de lunares, de flores, de dibujos..... Mamá se detuvo un poco mirando una corbata con un estampado en tonos azules.
Miró muuuuchas camisas. 
Pantalones, trajes de chaqueta, sombreros, gorras, gafas, bufandas, chaquetones, zapatos, carteras, porta documentos, tarjeteros y todas las cosas que había en aquella tienda tan grande para hombres y después de mirarlo todo, todo, todo…  
Volvió hacia las corbatas y cogió una rápidamente, como sin pensar, como si la corbata estuviese allí esperándola, como si la hubiese atraído hacia sí en un extraño, raro episodio de hipnosis. 
Se fue con la corbata en la mano sin dejar de mirarla ni un solo instante, como hechizada por aquél estampado de tonos azules. Aquél trapo largo como una serpiente, casi una tira sin forma la había de veras hipnotizado. 
Se apresuró entonces para ir hacia la caja del establecimiento, como presa de una prisa momentánea que nada tenía que ver con la parsimonia de mirar trajes, tonos, colores y formas de un momento antes y….  
Llena de prisa, Corrió hacia la caja dispuesta a pagar.

 -¿Te gusta Adelina? -Preguntó mamá sin dejar de mirar la corbata.- Será un regalito de San Valentín para papá. 
 -¿Te gusta?

Adelina miró la corbata y contestó con un gesto de aprobación, pero a ella le gustaría para papá otra cosa. 
Adelina solamente había visto a papá una única vez vestido con una corbata, y le había visto tan extraño que casi no le reconocía vestido con una camisa, un traje, la corbata y muy repeinado, se le antojaba a Adelina tremendamente irreconocible.... Así que no le gustaban nada las corbatas. 

Ella le compraría una camiseta con un dibujo grande y con muchos colores. 
A Adelina le gustaban muchísimo los dibujos de animales, de flores, de mariposas, de letras que aún no entendía pero sí le gustaba ver los dibujos que  construían con sus formas. 
Le habría comprado una camiseta con unas letras bonitas y con muchos, muchos colores. 
Qué guapo estaría papá con aquella camiseta que se había formado en su imaginación.

 -Cuando sea mayor, le voy a comprar a papá una camiseta-Comentó adelina a su mamá.-

 -Que bien- dijo mamá sin prestar demasiada atención.-

-¿Y yo, mamá? Mi regalito…. -Preguntó Adelina pensando que mamá se había olvidado de ella.-

 -Cariño, mañana es el día de San Valentín, el día de los enamorados, y todos los que están enamorados, intercambian regalos con su pareja. -Explicó mamá.-

Adelina se quedó pensativa y entonces mamá le aclaró.

-Verás chiquitina….

Mamá no pudo continuar, porque Adelina echó a correr hacia una tienda de golosinas y enseguida señaló una gran piruleta en forma de corazón, roja y envuelta en un papel transparente pintado de corazoncitos blancos.

Mamá le compró la piruleta, no sin antes advertirle que debía esperar para abrirla hasta después de comer.

Aquella noche, Adelina tardó en quedarse dormida pensando en corazones, San Valentines, amores, y mil y una fantasías relacionadas con el día de Los Enamorados.

Ya por la mañana, Adelina preparó su maletita del colegio y en ella introdujo su piruleta, que.... la noche anterior, había pegado por el palo a un trozo grande de cartulina roja en la que dibujó un niño y una niña cogidos de la mano. 
La niña de su dibujo llevaba en la mano una piruleta igual a la suya y los dos lucían una sonrisa muy amplia, dulce, tierna, hermosa.

Nada más llegar al colegio, abrió su maleta, corrió hacia Victor, le abrazó y le entregó la cartulina junto con un beso.


Victor tenía las manos detrás y permanecía de pie con una risa contenida y al ver acercarse a Adelina, descubrió lo que escondía. 
Una rosa roja muy grande pintada en un papel blanco con un nombre escrito  en letras mayúsculas, con trazos inseguros y casi bien:

ADE I NA


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lunes, 20 de enero de 2014

SOLEDAD

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Soledad en sombra,
Soledad de día.
Soledad varada,
Soledad perdida.
Soledad preñada,
Soledad vacía.
Soledad amarga,
Soledad querida.
Soledad de niebla,
Soledad herida.
Soledad de muerte,
Soledad de vida.
Soledad  ya nueva,
Soledad curtida.
Soledad de "sola",
Soledad compartida.
Soledad de mi alma,
Soledad del alma mía.

jueves, 16 de enero de 2014

Hoy veré a los Reyes Magos

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Oigo a mamá recogiendo la cocina. 
La oigo...... 
Escucho ruido de papeles...... 
Ruidos metálicos.....
Tornillos??? 
Parece como si estuviese apretando tuercas..... 
Pone y quita cosas.....
Es como si atornillara algo..... 
¡Que ruidos tan extraños!....  
Limpia a fondo la cocina, no quiere que los Reyes ensucien sus carísimos trajes cuando pasen a través de la chimenea.
Hace un rato, ha venido a ver si yo dormía. (Ha venido más de una vez).... 
Y ahora me ha preguntado ¿Nena.... duermes?.... 
No contesté. No quiero que sepa que estoy despierta.
Mamá quiere que duerma pronto porque esta es una noche muy especial.... 
¡Esta noche es la noche de Reyes! Y....

¡Esta noche les veré! 
¡Esta noche.... Veré a los Reyes Magos!. 
Mamá dice que aún no llegarán, que vienen despacito y  que hasta mañana ya entrada la mañana nada de nada. 
Que llegan durante la noche cuando ya estamos dormidos…. Y…. (Que no lo sepa nadie)  Yo, este año me haré la dormida y así.... 
¡Por fin, les veré!.

Estoy  ansiosa, nerviosa, e impaciente por verles y.... este año por fin les veré entrar con sus camellos y sus pajes. 
Veré como bajan por la chimenea, y cómo dejan sobre la cocina mis esperados y deseados patines.
  

Estaré agazapada, escondida esperando tras la puerta de la cocina, amparada y camuflada por la oscuridad del pasillo y… 
Cuando se paren a tomar las galletitas que les he puesto....

Entonces.... yo, me asomaré y les veré.

En mi cama, pondré la almohada a lo largo, la taparé con las sábanas, la manta y la colcha, así cuando se asomen a mirar si duermo pensarán que estoy aquí, como ahora, en la cama, que estoy dormida,  y cuando vuelvan a la  cocina…. 
¡Les veré!. ¡Les veré como traer mis patines!


Me levantaré en un rato, (cuando mamá se acueste) y…

¡Os veré esta noche queridos Reyes Magos!!!

 Por fin... Por fin…

¡Por fin!.... ¡Hoy os veré!

¡No os olvidéis de mis chuches de Chocolate….

Quiero chocolates de todos los colores.... 
Una chocolatina roja. 
Sí, la que estaba envuelta en aquel papel rojo brillante y hermoso, con letras amarillitas doradas. 
Otra, aquella, chocolatina, la del papel azúl con letras de oro que vi en el escaparate de la confitería. 
Otra, la del papel dorado tan linda que tiene dibujada una niña rubia con un lazo grande que brilla en su precioso pelo ondulado.  
Chocolate, todos los colores de chocolate.... 
Quiero.... toooodos los coloooores de chocolaaaaate.



¡Os espero!!!

Por favor queridos Reyes Magos, ¡No tardéis!, no tardéis que estaré aquí esperando....

¡Que bien, que esta noche veré a los Reyes Magos!!!!

¡Que bien!!!


Lo primero que haré mañana será ponerme los patines, y correr con ellos por el pasillo de casa haciendo muuuuucho ruido. ¡Muchíiiiiiiiiiisimo ruido!


TORRRROOOOooooooonnnnnnnnnnnn.... tron.

TORRRROOOOooooooonnnnnnnnnnnn.... tron.
TORRRROOOOooooooonnnnnnnnnnnn.... tron, tron, tron.....
(así será el ruido que harán las ruedas de mis patines rodando contra las tablas del pasillo tron, tron, tron....)


Llamaré a gritos a mamá para contarle que he visto a los Reyes Magos y que no les ha importado y.... que es más, les ha gustado. 
Que les ha gustado verme, que me preguntaron si había sido buena y que contesté que sí.

(Mentiré un poquito, pero muy poquito, tampoco soy tan mala). Bueno.... a veces, un poco.... Cuando contesto.... y alguna vez que desobedecí o tardé en obedecer.... y el otro día que no hice la tarea del colegio....
Le enseñaré a mamá mis patines ya por fin puestos en mis pies…
Gritaréeeee  muy fuerteeeeeee:
¡Mamáaaaaa!, ¡Mamáaaaaaaaaaa!....
¡Mamáaaaaaaaaaa!....
¡Mira lo que me han traido los Reyes Maaaaaaagossss!!! 
¡Mira, mamá mis patines! 
¡Me han traido los patines que pedí mamá!

Yo, me encontraré  flotando, patinando, haciendo giros y piruetas, como hacía aquella artista del circo que fui a ver con abuela.
Giraré en el aire una y otra vez. 
Haré mil piruetas. 
¡Saltaré!, y suspendida en el aire, haré tres giros. 
Caeré sobre un pie mientras el otro pie permanecerá alzado, flotando. 
Me apoyaré en las dos ruedas delanteras del patín que esté en contacto con el suelo y allí, seguiré girando, volando, y volando.... Estaré volando, sintiéndome eteeeeereeeea. 

¡Saltaré contenta de haber podido ver a los Reyes!.

Seguro que a los Reyes les gustará hablar conmigo, como cuando les vi en la Plaza de Armas y Melchor me sentó sobre sus rodillas.... 
Me preguntó qué había pedido en mi carta y le dije que unos patines y....
Después se confundió. 
Me trajo un patinete con tres ruedas grandes y feas cubiertas por una goma que no hacían ni ruido, ni corrían, ni volaban, ni podía girar, ni nada de nada. 
Con el patinete no podía "volar".

Tenía aquél patinete, una plataforma en la que había que poner un solo pie. 
De la plataforma salía un palo de hierro que se alzaba hacia arriba como un árbol cuyas ramas tomaban la forma de un manillar muy semejante al de una bicicleta.  
Sus extremos, terminaban en unas empuñaduras cual manzanas rojas, maduras y alargadas.... 
¡No podía ser más feo aquél patinete!.... 
Para conseguir que se desplazara, yo tenía que apoyar un pié sobre la plataforma del patín y empujar con el otro pie desde el suelo.... sin dejar de agarrar con mis dos manos  aquél horroroso árbol-manillar de manzanas alargadas....

¡Melchor!!!!.... 

¡Te lo dije!!!.... 

Lo que yo quiero es deslizarme, saltar, volar, flotar, hacer giros. 
¡Flotar.... Melchor.... Flotar!!! 
Como la plumita amarilla de un pollito, que cuando soplé se mantuvo suspendida en el aire. 
Subia.... bajaba.... y así una y otra vez sin tocar el suelo.... lo rozaba, y volvía a subir sin dejar de flotar ni un sólo instante en el aire.
Flotaaaaarrrr.... 
Como carente de pesooooo, etéeeeeerea.

Cuando me ponga mis patines, me sentiré igual que la Estrella que brilla cuando aún no es de noche y está sola, hermosa, única, reluciente, brillante, como colgando de un hilo invisible, suspendida en la noche, colgando del Cielo.

¡No sabes Melchor lo que lloré!!!....
Lloré muchísimo cuando vi aquél feo patinete en vez de los patines que te había pedido. 
Melchor, lloré mucho. 
Mucho.... muuuuchoooo....
y hasta ahora, recordándolo vuelvo a llorar.


¡Esta noche me traerá los patines!.
¡Por favor, Melchor, trae mis patines!.
¡Es el tercer año que te los pido y siempre te equivocas y me traes un patinete!....
Mamá dice que como los años anteriores era pequeña.... y como no me los sabía atar... y que como no sabía escribir.... que podría ser que no me hubieras entendido.

Mamá me pidió que no llorase, que habría sido un error.... Pero.... ¿Cómo no iba a llorar con ese patinete tan feo?
Ahora ya sé escribir Melchor, y.... 
Seguro que sí, que esta vez te lo he explicado mejor en mi carta. 
¿A que sí?


Queridos Reyes Magos: (Melchor)

Quiero que me traigáis dos patines con cuatro ruedas cada uno, que no tengan manillar ni manguitos y que sean uno para poner en un pie y otro para poner en el otro pie. 
Con unas correas cruzadas, que se atan al zapato. (Yo ya sé atar hevillas). 
Ya soy mayor, tengo seis años y podré atarlos yo sola....


....También les vi después en la cabalgata, cuando me saludó Melchor. 
Se acordaba de mi nombre "Merceditas".

Me saludó moviendo su mano de un lado al otro (en Horizontal y sin mover ni un ápice el brazo. Como en la canción de "los cinco lobitos que mamá me cantaba cuando era pequeña")  
Su brazo permanecía quieto, como si su mano no tuviese  nada que ver con aquél brazo, como si perdiese la conexión con una mano que de repente se había vuelto danzarina y graciosa y no quisira tener nada que ver con ella.

Saludaba desde la carroza de la cabalgata, como sólo lo saben hacer  los Reyes. 
Leí entonces en sus labios mientras movia su mano: 
¡Hola, Merceditas! 
Ahora lo recuerdo como si me lo hubiese dicho a cámara leeeeenta " ¡Hoooo laaa Meeer ceee diii tassss!"
y yo le contesté muy contenta aunque un poco vergonzosa: 
¡Hola Melchor! y se me llenaron los ojos de lágrimas de emoción. Busqué refugio detrás de mamá agarrándome a su abrigo verde de tacto de lanoso y suave, que tan bien conocía de esconderme siempre que me sentía acobardada o tímida. 
Me escondí pero sin dejar ni un momento de mira al Rey Melchor que mantuvo en mí su mirada sin dejar de saludarme. 
Me  miró durante todo el rato que tardó en pasar la carroza. Su cara dibujaba una dulce sonrisa de aprobación que me gustó muchísimo. 
¿Querría eso decir que tendré esta noche mis patines? 
Seguro que sí. 
¡Seguro!

Seguro que él también querrá verme despierta y poder hablar conmigo. 
No te reñiré por lo del patinete, (no temas), porque este año sé que no te equivocarás)

No se enfadarán cuando me vean despierta.


Puede que mamá me riña porque me ha pedido que duerma temprano y yo habré pasado la noche tras la puerta de la cocina esperando, sin dormir.....

¡Despierta!…. ¡Despierta y con los ojos abiertos de par en par!!!....


Tendré que mirar a ver qué le han traído a mamá y a papá y si a mi hermano le han dejado la bici que pedía....

Que nerviosa estoy….
¡Que nerviosa estoy!….
Sigo oyendo a mamá recogiendo la cocina....

Que sueño tan grande tengo….
Que sueño....

AHAAAAAAAAAAAAAAHHHH…

AHAAAAAAAAAAAAAAHHHH…

Se me abre la boca...

AHAAAAAAAAAAAAAAHHHH…

AHAAAAAAAAAAAAAAHHHH…

No pienso dormirme!!!!

Cerraré un rato los ojos pero sin dormir…
Sólo un momento..... 

¡No!. 
No pienso dormir.....

No dormiré.

¡Quiero ver a los Reyes Magos!
¡Quiero ver a los Reyes Magos!

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domingo, 15 de diciembre de 2013

Maternidad Buscada

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La noche helaba oscura, 
sin luna, sin estrellas... Sin nada.

Temerosos, solitarios y apenados, 
dos luceros se abrazaban.

Escondida tras una nube, 
calladita y apagada, 
una estrella les miraba.

Tengo miedo, dijo uno. 
Tengo miedo y está oscuro, 
el otro le contestaba.

Con el miedo a los luceros, 
sus luces les tintineaban.

Para romper el silencio, 
la estrellita muy atenta, 
ya encendida les contaba,

Mi mamá es una Estrella brillante, 
buena, grande, linda, guapa….

Los pequeñitos luceros,
muy atentos, 
a la estrellita escuchaban.

¡Yo quiero una mamá! 
Dijo un lucerito, 
ya muy llegada el alba.

¡Y yo! ¡Una mamá quiero! 
El otro lucero, 
muy seguro afirmaba.

A elegir la mejor madre, 
los luceritos, 
todo el día dedicaban.

La buscaron en el día 
y en la tarde, 
la buscaban,

La buscaron en la noche 
y hasta ya entrada la mañana.

Tanto y tanto la buscaron, 
que perdidos, 
los luceros se encontraban.

Aquella tarde la vieron. 
Tan seguros, 
de que ella era estaban,

Que sin dudarlo un segundo, 
a su pecho se pegaban.

Tres pálpitos en uno, 
tres pálpitos 
que se acompasaban,

Tres corazones en uno, 
tres canciones, 
que juntos los tres cantaban.

La mamá mece amorosa, 
a su linda barriguita inflada

Las luces de los luceros 
ya jamás tintineaban.

Dedicada a Almu y sus gemelitos
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                              los pequeñitos luceros, muy atentos a la estrellita escuchaban....